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Aquel fotógrafo de guerra hubiese cumplido ayer 102 años

Paraje del Haza del Reloj en Espejo | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Se cumple el aniversario del nacimiento de Robert Capa que inmortalizó su carrera por una instantánea 'Muerte de un miliciano' tomada en la provincia de Córdoba en 1936

De no haber pisado una mina en la etapa francesa de la guerra de Vietnam, en 1954, Robert Capa habría cumplido hoy 102 años. Para cuando murió, el fotógrafo de guerra con seudónimo de estrella de cine (su nombre real era Endre Friedmann) ya era una leyenda del fotoperiodismo. De su cámara salieron congeladas imágenes que resumieron algunos de los mayores horrores de la primera mitad del siglo XX. Pero la épica de su firma comenzó a forjarse en España. Y concretamente en Córdoba. Fue durante el primer verano de la guerra civil, en 1936, recién empezada la contienda. En un paraje de Espejo el fotógrafo captó una icónica –y polémica– instantánea: la muerte de un miliciano. Esa imagen daría la vuelta al mundo y se convertiría no solo en el símbolo de la guerra española, sino de todo un ciclo de violencia que arrasaría Europa y medio mundo más solo tres años después.

El fotoperiodista con nombre de héroe intrépido de película de Hollywood no fue solo invención de Friedmann, sino de su joven pareja, Gerda Taro. Ambos constituían una pareja de reporteros de guerra apátridas y judíos que pensaron que cambiándose el nombre venderían mejor sus instantáneas a los grandes medios y agencias de noticias en los años treinta. Juntos recorrieron España en los primeros meses de la guerra civil y juntos convirtieron a Capa en un mito de la mano de una de las imágenes icónicas de los conflictos bélicos del siglo XX, la Muerte de un miliciano.

Gerda murió pocos meses después de que aquella fotografía quedase inmortalizada en una cámara y Friedmann terminó quedándose con el nombre del personaje ficticio que firmaba las fotos de ambos, convirtiéndose para siempre en el inmortal Robert Capa que pasó a la historia como uno de los grandes reporteros de la Segunda Guerra Mundial, cofundador de la agencia Magnum y leyenda de la fotografía. Pero… ¿Y si Muerte de un miliciano no hubiese sido la obra de Capa-Friedmann, sino de Capa-Taro? Esa es la fascinante hipótesis que lanzó el año pasado el investigador Fernando Penco en su artículo Gerda Taro: una fotógrafa olvidada (publicado en Mito Revista Cultural).

Penco fundamenta su tesis –que no es nueva ni exclusiva, pero para la que ha encontrado nuevos indicios que la refuerzan– en el ensayo de Eijiro Yoshioka, el último y más reciente trabajo que sobre Muerte de un miliciano se ha escrito. Curiosamente, el japonés no cuestiona la autoría de Capa pero reconoce algo que para Penco es fundamental y clave: la foto del miliciano se tomó con con una Reflex Korelle –la cámara que, según el investigador Irme Shaber, biógrafa de Gerda, solía usar la fotógrafa entre agosto y septiembre de 1936– y no con la Leica de Capa, como se creía.

“Basándose otra vez en Schaber, el japonés, cimienta su teoría en la Reflex Korelle y asume abiertamente que Muerte de un miliciano se hizo con el formato de 6 por 6, por lo que deduce que la foto fue realizada con la cámara que se ha venido atribuyendo a Gerda Taro, y no con la Leica”, señala Penco.

Fuese o no la imagen captada por el Robert Capa que sobrevivió, lo cierto es que su trabajo posterior a la muerte de Gerda Taro se convirtió en un modelo para decenas y decenas de fotoperiodistas que siguieron sus pasos por los frentes de guerra de medio mundo. Y el legado de este fotógrafo que hoy hubiese cumplido 102 años, sigue siendo vital para entender la profesión.

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