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Viva Belgrado: “Somos conscientes de las ventajas de Spotify, pero ojalá no existiera”

Entrevista a Viva Belgrado

Juan Velasco

4 de enero de 2025 20:01 h

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La mejor metáfora para explicar la realidad de la música independiente en España es la excusa por la que uno de los miembros de Viva Belgrado no puede asistir a la entrevista con este periódico: está en Priego de Córdoba en plena campaña de la aceituna. Dentro de un mes, cuando la campaña en la Subbética esté terminando, este mismo chaval estará encima del escenario de la Sala La Riviera de Madrid, dando uno de los conciertos más importantes en la historia de esta banda cordobesa, probablemente la más importante que ha salido de la ciudad en la última década.

A cambio, quien atiende a la entrevista es el cantante y letrista, Cándido Gálvez (Córdoba, 1990), que comanda la banda desde los inicios de una formación que hoy está asentadísima con Ángel Madueño (bajo), Álvaro Mérida (batería) y Jaime Acosta (guitarra). Aunque la charla tiene lugar en la librería La Inaudita, inicialmente Cándido cita a los periodistas en Discos Vitalogy, la última tienda de discos de la ciudad y donde hace un año arrancaron con un acústico la presentación de su último disco, el cuarto ya de su trayectoria. Se titula Cancionero de los cielos, y ha vuelto a situarlos entre los mejores discos del año para las publicaciones especializadas de este país.

También los ha vuelto a embarcar en una gira que les ha llevado a ofrecer 55 conciertos en España y el resto del mundo, en países como Japón, Chile, Argentina, Francia, Italia, Eslovaquia, Viena o Alemania. Todo a partir de un sonido distintivo que cada vez juega más lejos de su escena inicial (el screamo y el post-hardcore) para adentrarse en estimulantes nuevos caminos. Y, de nuevo, todo ello desde la periferia de los centros neurálgicos de la música en España, desde una Córdoba en la que hoy, más de una década después de iniciar su andadura, Viva Belgrado siguen siendo un cometa en una noche cerrada.

PREGUNTA. ¿De dónde salen Viva Belgrado?

RESPUESTA. Nosotros salimos de un local de ensayo como muchas otras bandas. De los que había en Camino de la Barca, de hecho. Que eran los más baratos que había por entonces. Bueno, cuando nosotros teníamos 20 añitos que empezamos. Y creo que nosotros fuimos ya de esas bandas que salieron más intentando hacer lo que aprendieron por Internet que lo que veían en la escena local, que quizás estaba un poco más limitada, ¿no? Si no fuera por Internet, MySpace y Facebook y toda esta época que nosotros vivimos, Viva Belgrado no existiría.

P. ¿Pero dónde os conocéis? ¿Os conocéis poniendo un anuncio en el colegio, en el instituto, en quedadas, en los bares? 

R. No... Ya medio nos conocíamos de otro grupo. Pedro, el antiguo guitarra, y yo. Nos conocíamos por un amigo en común desde que teníamos 13 o 14 años. Y empezamos a tocar la guitarra más o menos a la vez. Y, aunque no tocábamos juntos, nos mandábamos canciones. Lo típico que haces con tus colegas cuando eres joven. Y un día, pues, decidimos hacer algo juntos. Empezamos a mandar ideas, maquetas por internet. Y cuando necesitamos a alguien, pues, convencimos a Álvaro, que yo le conocía de haber tocado con él, que era amigo de una chica de mi colegio. Bueno, no sé, como amigos de amigos y así. Y luego engañamos a Ángel, que al principio no quería, porque no le acababa de gustar este rollo. Pero, bueno, al final se quedó.

Respeto a quien haga reguetón, pero valoramos mucho la música que toca temas importantes

P. Desde luego, la Córdoba en la que os criasteis hace una década, no sé si era muy estimulante o la veíais vosotros como capacidad de estímulo.

R. Yo veía más vida en los locales de ensayo que en los garitos. No sé, mi sensación es que antes había un montón de comunidad en todos los locales de ensayo, una banda iba al local de otra, no sé, ¿sabes? Tomabas una birra juntos, veías la canción nueva del otro grupo, se hacían conciertos dentro de los locales de ensayo. Entre colegas. Y yo, al menos, eso no lo veo últimamente, la verdad. Pero... Bueno, a ver, en cuanto a escena... Es que... Córdoba es lo que es porque tiene la población que tiene. Yo creo que talento hay en Córdoba; lo que no hay son tantos recursos. O referentes para saber cómo invertir o localizar los recursos, o algo así.

P. De hecho, por la música que hacéis, se puede decir que estáis solos. Y eso es un arma de doble filo, ¿no? Por una parte, no hay con quién nos puedan comparar, pero por otra parte, estáis muy, muy solos a la hora de buscar referentes o buscar apoyos.

R. Sí, sí. Siempre nos ha pasado. Pero bueno, también nosotros somos como muy tímidos. Quizás nos aislamos un poco voluntariamente. Pero bueno, también de la escena de la que nosotros formamos parte, como es tan minoritaria, eso tiene un punto: que nos conocemos todos. Por ejemplo, los grupos de Madrid ya saben que nosotros estamos aquí, ya saben a qué puerta tienen que tocar si quieren tocar en Málaga. Y lo mismo pasa a nivel europeo y a nivel intercontinental. O sea, cuando nuestros grupos de colegas han ido a Japón, lo han hecho siguiendo el mismo circuito que nosotros hemos hecho. Cuando van a Alemania, lo mismo. Precisamente porque creo que en este circuito es muy difícil vivir de la música, al final todo se hace de manera muy voluntariosa y por amor al arte y por... por pasión. 

Bueno, porque también este tipo de música está muy vinculada a prácticas políticas y a maneras de entender la música muy diferentes. Es diferente a quien simplemente quiere alquilarte la sala para sacarte el dinero de las entradas… que ojo, yo lo entiendo perfectamente. Hay gente que vive de la sala y es perfectamente legítimo. Pero en nuestro caso, lo vemos por otro tipo de circuito. Entonces… me he ido un poco por las ramas… Entonces, sí siempre hemos sentido que estamos un poco solos.

P. Quizás lo bueno que tiene internet es la capacidad para conectar pequeños nichos que a priori no estaban destinados a conocerse

R. Sí, sí. Incluso de antes... Yo soy muy fan de Standstill, que tienen un documental que me vi mil veces de adolescente y que me hizo querer hacer lo que hacemos. Y ellos decían que al principio montaban la gira incluso por cartas. O sea, que era loquísimo. En los noventa, antes de que hubiera tanta facilidad y que todo el mundo tuviera e-mail, todo el mundo, cada centro social tuviera una web o una página de Facebook o lo que sea. O sea que... Sí, sí. La voluntad siempre ha estado ahí.

P. Lo que sí es verdad es que habéis vivido, pues, como el ocaso ya del consumo de música en directo en salas, ¿no? Eso lo estáis viviendo.

R. Pues fíjate que yo diría lo contrario, tío. Oigo mucho ahora una narrativa con los grupos con los que nos relacionamos de que está habiendo un boom brutal de grupos en directo y que ahora casi cualquier grupo llena La Riviera. Nosotros, por ejemplo, vamos a hacer La Riviera ahora en enero que, joder, si nos lo dicen hace cinco o diez años, era algo impensable. Y el otro día leí una entrevista a Iván Ferreiro donde decía que mucha gente le pregunta por la vuelta de Los Piratas y tal, pero que los piratas no llenaban ni la Riviera y que ahora la llena dos veces él solo, ¿no? Es curioso que un grupo que sonaba en Los 40 hasta la saciedad -que soy superfan, por cierto- no pudiera tocar en la Riviera, y, ahora en 2024, Viva Belgrado pueda tocar en la Riviera. Pero sí, quizás a nivel local es difícil. Es difícil programar según qué cosa. 

Hay grupos llenando La Riviera que siguen sin poder vivir de la música

P. Claro, estamos hablando de La Riviera, pero que tú piensas en el ecosistema de salas que había hace veinte o treinta años, ¿cuántas quedan? ¿Sabes? Que a lo mejor todo se concentra en La Riviera o en los festivales, porque a la gente le gusta eso. 

R. Sí. A ver, nosotros por suerte podemos tocar a nivel nacional casi en cualquier ciudad y sabemos que funciona. Evidentemente, no es lo mismo tocar en Albacete, que tocar en Valencia, pero tenemos la suerte de que, vayamos donde vayamos, sé que el concierto va a ser rentable. A ver, claro, es que yo te puedo hablar de igual de diez o doce años acá, que es de lo que tengo recuerdo. Pero sí, antes, yo qué sé, estaba el Freaktown, recuerdo el 37, la gente me habla de muchas más otras salas que yo no llegué a conocer. Recuerdo que se hacían conciertos en La Comuna, se hacían conciertos en el Automático y sí, no sé si son limitaciones legales, administrativas, o simplemente voluntad, porque al final un concierto no es muy rentable. Pero definitivamente hay poca cosa.

P. ¿En qué momento vosotros os disteis cuenta de que la cosa se iba a poner seria?

R. Mmm... Claro, es que depende de lo que entendamos por serio.

P. ¿Qué entiendes por serio? Vamos a empezar por ahí. 

R. Nosotros en 2014 sacamos el primer disco, y ya en la primera gira que hicimos ya notábamos que íbamos un lunes a Bilbao y venían ciento y pico personas. O sea, ya teníamos la sensación de que estaba pasando algo. Y en 2016, con el segundo, ya se notó que, a ver, sin que suene grandilocuente, Viva Belgrado era una banda de repercusión nacional. Notamos que, fuéramos a donde fuéramos, había gente y eso. Podíamos ir un martes a Donosti, un miércoles a Valencia y siempre iba a haber cien, ciento cincuenta personas. Había seguimiento, había atención. Pero claro, los grupos empiezan a vivir de la música mucho después de lo que la gente cree. O sea, hay grupos que están llenando La Riviera y siguen sin vivir de la música.

P. ¿Es vuestro caso?

R. Sí. También porque nos lo hemos montado mal, también te digo (Se ríe). Pero bueno, sí. Sí, si por “serio” entendemos vivir de la música, la verdad es que cuanto más crecemos, más lo veo como algo lejano. Cuanto más creces, más ambiciosa se vuelve la producción, tienes más gente a tu cargo... Yo qué sé. Antes íbamos con lo mínimo: éramos cuatro en la furgoneta, nadie la conducía, vendíamos el merch nosotros, nos daba igual el técnico de sonido, no usábamos luces. Ahora, pues, quieras que no, tienes un técnico de monitores, un técnico de luces, alguien que te ayuda con el merch y que conduzca por ti, porque cuando haces 55 conciertos en un año como nosotros, no puedes conducir tú. Acaba siendo un agotamiento. Y todo eso son gastos. Y más gastos. Y claro, con el volumen de dinero que mueve esto, ya no podemos hacerlo de manera tan “casera” como antes. Ahora somos una comunidad de bienes, lo hacemos todo legal, y eso implica pagar más impuestos. En fin... Qué difícil. Me he ido otra vez por las ramas.

El algoritmo está diseñado por humanos

P. Está bien, este tipo de entrevista se presta a eso. ¿A qué habéis renunciado para llegar a donde estáis?

R. A ver, yo no he renunciado a nada que me haya pesado, porque si no, no lo habría hecho. Pero es innegable que perdemos muchas cosas. Perdemos estabilidad… Creo que hemos perdido mucha estabilidad emocional. Bueno, emocional, mental, psicológica... no sé. Porque al final estás todo el fin de semana fuera de casa. Combinándolo con un trabajo a jornada completa durante la semana, es muy difícil. Pierdes mucho tiempo con tu familia, te pierdes los cumpleaños, las celebraciones. Tu pareja tiene que ser muy comprensiva o la relación se va a la mierda. Eso. No sé, una vida, entre comillas, normal. No me gusta usar la palabra “normal”, pero una vida más estable. Puedes tener hobbies sin pensar en que tengan que ser rentables, que si el promotor es de tal o de cual, no sé. Y descanso, renunciamos a mucho descanso. A muchas horas de sueño.

P. ¿Cuántas veces habéis estado a punto de tirar la toalla?

R. Seriamente, una. Pero el pensamiento está siempre ahí. Yo creo que es más como un recurso que usamos para tranquilizarnos cuando estamos muy cansados, al borde de la psicosis. Es como, bueno, si quiero lo puedo dejar, no hay problema. Pero, ahora mismo, creo que estamos en nuestro mejor momento. De hecho, hemos alcanzado un buen rollo dentro de la banda, estamos muy bien entre nosotros. La banda funciona muy bien y está muy integrada en nuestras vidas. Así que, ahora mismo, creo que estamos muy lejos de dejarlo. De hecho, ya estamos trabajando en el disco nuevo, haciendo muchos planes. Así que... por suerte, todo va bien.

P. Eso de que estéis ya con el nuevo disco es buen síntoma. A ver, no sé si eres de esos artistas torturados que escriben y luego tiran la mitad de las canciones. Pero entre Bellavista y Cancionero de los cielos han pasado casi cuatro años. Y antes de Bellavista otros tantos.

R. Sí, también tuvimos mala suerte, tío, entre esos dos discos. Siempre hemos querido trabajar en ciclos de dos años. Pero entre Ulises y Bellavista tuvimos una crisis fuerte. Porque fue justo cuando dejábamos la universidad, empezábamos a la vida laboral, estábamos perdidos, con mucha ansiedad e inseguridad. Tuvimos que tomar decisiones vitales que eran difíciles de compaginar con la banda. Se fue el batería. Luego, entre Bellavista y Cancionero, ocurrió el Covid. Básicamente. Pero no era la idea que pasara tanto tiempo. No estaba planeado que fueran cuatro años.

P. Si no fueras músico, ¿qué serías? ¿Poeta?

R. (Se toma cinco segundos para pensarlo) No lo sé, tío. Creo que algo relacionado con la creatividad, seguramente. A mí lo que me gusta del grupo quizás no es necesariamente la práctica musical en sí, sino todo lo que engloba. Está la parte más lírica o literaria, las letras; la parte más musical y creativa, pero que también implica una parte más tecnológica, de usar plugins, aprender a usar programas, producir... todo eso me gusta mucho. Luego, también me interesa la parte de la portada, el desarrollo artístico, los planes más a largo plazo, como el marketing... Hay muchas partes que me gustan mucho. La literatura me gusta un montón también, pero no tiene esa parte de viajar que tiene la banda, que es uno de los alicientes más guays para nosotros. Los viajes en comunidad... 

No podemos tener la prestación por desempleo porque hay que haber hecho 60 conciertos cotizados

P. Bueno, los escritores ahora están de gira constantemente. 

R. Sí, con las presentaciones. Eso debe ser interesante. 

P. Aunque cobran cuatro perras también, ¿sabes?

R. Me lo imagino.

P. Como dices en una de tus canciones: “con ceros en la cuenta, se duerme mejor”.

R. Sí, pero la verdad es que los ceros en mi cuenta son por mi trabajo, no por el grupo.

P. ¿A qué te dedicas?

R. Trabajo en una empresa de distribución digital de música. Se llama Sonosuite, en Barcelona. Está bastante bien porque, como está relacionado con la música, todos en la empresa son músicos o están de alguna manera vinculados al mundo musical. Así que me permiten ser bastante flexible con la producción y los conciertos, lo entienden muy bien. Además, es cómodo trabajar desde Córdoba, sin tener que ir a la oficina. Me levanto 15 minutos antes de empezar, me hago un café y trabajo en pijama. Es muy cómodo y estoy contento.

P. Lo generacional es parte importante de vuestro discurso. No sé si ves tu vida ahora como algo común, o si lo común es estar en una situación laboral jodida, sin futuro, todo eso que se discute ahora sobre la juventud y que creo que tú retratas bastante bien en tu música.

R. Sí, totalmente. Creo que es inevitable. Con el tiempo hemos pasado de hacer letras más abstractas o impresionistas a ser más transparentes. Al final, pienso que cuando escribes, tienes que hacerlo sobre lo que conoces, sobre lo que estás viviendo, lo que ves que viven los demás. Es inevitable acabar hablando de esto. De hecho, creo que uno de los discos más importantes que se han hecho este año es el de Biznaga, que habla de todo esto. Hay que hablar de eso abiertamente. Es algo crucial en el rock. Cada vez escucho más música, pero ¿qué música? ¿Y cómo se escucha? La forma en que consumimos música ha cambiado mucho con las listas de reproducción y esa nueva forma de escucharla, pero esos no son los motivos por los que entramos en la música. No es por eso que me emociona un grupo o una letra. Con todo el respeto hacia la gente que hace reguetón o música para el gimnasio, yo valoro mucho cuando se integran temas importantes en la música.

P. ¿Qué es lo que te da pellizco a la hora de escribir canciones?

R. Nosotros, al estar en contacto directo con la música, lo vivimos a través de ella. Lo reflejamos a través de ese prisma. Vemos la situación en la que se encuentran otros músicos, como nuestros compañeros de Cataluña o del País Vasco, y máximo respeto por ellos, claro. El problema no es que ellos tengan esas ayudas y oportunidades que nosotros no tenemos, el problema es que nosotros no las tenemos. Ellos, por supuesto, deben tenerlas. Y lo mismo ocurre si miramos fuera del Estado. Las posibilidades que tiene un músico en Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega comparado con España… Hace unos años, por ejemplo, hablo de memoria, creo que fue Turbonegro, una banda noruega, decía que el gobierno les daba un autobús por haber hecho un número de conciertos al año. Y como no lo iba a usar, se lo ofrecían a otras bandas si no lo iban a usar. ¿Te imaginas que eso existiera aquí? Nosotros ni siquiera podemos optar a la prestación por desempleo para músicos, porque hay que haber dado 60 conciertos cotizados. Nosotros hemos hecho 55 en este año, y no podemos. Está pensado para músicos de orquesta, para gente que trabaja en el verano, pero no para un grupo como el nuestro, que da 55 conciertos al año.

Talento hay en Córdoba; lo que no hay son tantos recursos

O sea, no hay ningún grupo -de verdad, animo a quien quiera leer esta entrevista a que lo busque-, ni Love Of Lesbian, ni Vetusta Morla, que haya hecho 55 conciertos en un año. Es una salvajada. O sea, barro hacia casa, pero que una banda que esté obteniendo el reconocimiento que estamos obteniendo nosotros, estando en todas las listas de mejores discos del año, llenando salas, haciendo sold out por todos lados, tocando en La Riviera y haciendo 55 conciertos al año, no pueda optar al subsidio por desempleo es cuanto menos... Yo qué sé... Divertido.

P. Qué comedido.

R. Yo creo que hay cosas que repensar y, joder, de hecho, hay que reclamarlo, ¿sabes? Nosotros tenemos muchos compañeros... casos de bandas en el País Vasco que, por hacer la mitad de sus letras en eskera y, teniendo muchísimo menos alcance, repercusión y seguimiento que nosotros, viven muy bien de la música. Nosotros, tío, tenemos que estar compaginando esto de mala manera y como podemos, no sé. Pero bueno, yo qué sé, también es lo que nos ha tocado. Por lo que tenemos que luchar.

P. ¿Qué hay de bueno en ser un grupo de la periferia, como en este caso de Córdoba?

R. Creo que hay razones poéticas más que otra cosa. Hay muchos motivos de orgullo. Para nosotros, sentirnos parte de esto es motivo de orgullo, nos hace ser más eficientes. Y sobre todo, creo que solo sobrevives si tienes verdadera pasión. Nos hace querer aguantar, pensar en todo lo que hemos luchado, lo que hemos dado... nos da fuerzas para seguir.

P. A veces, yo personalmente os veo como turistas dentro de la industria musical, ¿no? 

R. Sí, esta sensación como de colarse en una fiesta en la que no te han invitado, ¿no? Eso se lo he oído a algún otro grupo. Sí... Bueno, no somos los únicos, ¿eh? Creo que ahora hay, por suerte, otros: yo qué sé: Biznaga, Bala, por ejemplo, que este año también han sacado disco y les ha funcionado muy guay. Estamos en situaciones parecidas. Y eso mola. Creo que también significa que o estamos haciendo música muy guay y muy buena y con mucho alcance, o que se le está prestando también más atención. O las dos cosas, ¿no? Sería lo mejor.

P. ¿Os sorprende que hayáis llegado tan lejos con una propuesta tan personal?

R. Sí, pero ¿sabes lo que pasa? Que nosotros también lo hemos luchado y lo hemos querido. Y hemos tenido fe en nosotros de forma desproporcionada. Porque todo el mundo siempre nos decía: “Haciendo esta música, no podéis tener estas expectativas, no podéis tener este tipo de ambición”. Yo qué sé, nos decían: “Si a vuestros referentes en Estados Unidos ya les cuesta un montón poder vivir”. Entonces, sí. Hay un punto de, joder, mirad lo lejos que hemos llegado haciendo esto. Pero hay otro punto de, bueno, es que lo hemos luchado y lo hemos querido y lo hemos intentado de forma muy consciente. Entonces, bueno, no sé si puedo decir que nos sorprende.

P. Lo digo porque, además, incluso vuestros dos últimos discos han sido saltos al vacío a nivel compositivo. Habéis roto con lo que ya funcionaba en muchos aspectos en los dos primeros. Que ya es como: vamos a echarle un poquito más de pimienta al guiso, ¿no? 

R. Totalmente. Y sobre todo teniendo en cuenta el riesgo que se corre en una escena como la nuestra, en la que tendemos a ser muy juiciosos con los pasos que dan las bandas a nivel estético. En cuanto una banda se sale un poco del guion o intenta hacer algo más melódico, o algo un poco más trabajado o con más recursos, pues existe mucho este discurso de: “Bueno, es que se han vendido y tal”.

Me alegra haber estudiado la Biblia en el colegio: te hace entender muchos elementos y referentes de nuestra cultura

P. Como si venderse fuera una opción partiendo de algo tan minoritario.

R. Sí, pero sigue existiendo, sigue existiendo, tío. Y claro, nosotros siempre hemos jugado a tener un pie en un sitio y un pie en el otro. Y creo que la gente que nos sigue lo entiende muy bien, porque, aunque a nivel estético y musical hayamos jugado con recursos que estén fuera del espectro de una banda de post-hardcore y screamo, a nivel de organización interna y de modo de funcionar hemos seguido estando muy politizados. Sí, lo pienso… Y prestando mucha atención a los espacios en los que nosotros nacimos. Porque nosotros seguimos yendo a un montón de centros sociales y siempre dejamos pasta siempre que vamos. 

P. Y encima, este último disco es el primero que lanzáis con un sello propio, Fueled by Salmorejo.

R. Sí, bueno, nosotros teníamos muy buena relación con Aloud Music, que también pienso que hace las cosas muy bien. Son de Barcelona. Pero, bueno, habíamos hecho un par de discos y varios singles y así, y tenían cada vez menos disponibilidad para la exigencia que nosotros nos exigíamos. Y como somos muy control freaks, aunque teníamos la posibilidad de curar con otros sellos, pensamos que todo el conocimiento que ya teníamos lo podíamos volcar en lo nuestro. Miguel, por ejemplo, trabaja en merchandising, yo trabajo en distribución digital... Siempre hemos estado muy encima de la fabricación, de todo el proceso de lanzamiento de un disco. Pues queríamos probar a hacerlo nosotros. Y también porque pensamos, o intentamos pensar más bien, a largo plazo. 

P. ¿En qué sentido?

R. Pues que, aunque yo ahora mismo me veo sobre el escenario dentro de 20 años, me pregunto qué pasa si dentro de 10 años, pues no sé, tenemos que dejarlo un tiempo porque alguien tiene hijos o porque quiere tomárselo con más calma. Pueden pasar muchas cosas. Y tener ese sello nos brinda ya una estructura para hacer muchas cosas, ya sea para editar otras bandas, para editar otros proyectos propios nuestros, para montar conciertos, como el ciclo de conciertos que hacemos, que llevamos haciendo ahora dos años. Entonces, bueno, era un poco pensar en nuestro futuro, sembrar un poco para luego poder beneficiarnos de eso. Pero al margen de eso, bueno, yo qué sé, es mucho trabajo. Lanzar un disco es mucho trabajo, no es nada rentable, te lo puedo asegurar. Creo que Viva Belgrado sería mucho más rentable y quizás podríamos estar viviendo -o medio viviendo- de la música si trabajáramos con otros sellos y nosotros simplemente nos dedicáramos a facturar los conciertos y nuestro merchandising. Pero, bueno, creo que compensa y que tenemos que buscar la fórmula.

P. ¿Solo por ese hecho de que sea vuestro primer disco autoproducido se puede decir que Cancionero es el disco más personal que habéis hecho?

R. Yo creo que todos son igual de personales. Creo que cada uno representa lo que somos en el momento en el que lo hacemos. Pero no creo que uno sea más o menos personal que otro. Creo que este sí es más transparente a nivel lírico. Creo que cada vez somos más transparentes. También quiero pensar que es el más maduro y donde hemos hecho mejores canciones. Pero no sé, yo cuando escucho el primer disco o el segundo disco, los siento súper, súper personales y me da casi mucho cringe escucharlos. Pienso: ¡Joder, ¿cómo decía estas cosas? ¿Por qué decía esto?! O: “Qué niñato era cuando escribía este tipo de chorradas”. Entonces creo que eso simplemente refleja lo que somos en el momento en el que lo hacemos.

P. Si es así, es un disco bastante triste. ¿Estabas triste cuando lo escribiste?

R. (Se ríe) Creo que es un disco bastante triste, pero creo que es el menos triste de los nuestros.

P. ¿Sí? A mí me parece el más triste. En el sentido de bonito, pero triste. 

R. Yo le veo ahí varias canciones, no sé Perfect Blue o Un tragaluz, que son las más melódicas, las más accesibles…

P. A ver, yo me estoy yendo a las letras, más que al sonido. Es cierto, es que es un disco bastante luminoso, en eso estoy totalmente de acuerdo contigo. Digamos que las canciones transmiten un halo de tristeza muy bien expresado que luego no se corresponde con esta charla que estamos teniendo. Pero detecto en ellas un pozo de tristeza, un pozo de ansiedad, un pozo de sobreanálisis.

R. Sí, total, total. Sí que lo hay. Pero también pienso que es parte del ejercicio estético que nosotros hacemos. O sea, tú más o menos un poco nos conoces y sabes que no somos solo las canciones que hacemos. Esa es como una parte muy pequeñita de nosotros. Creo que pasa mucho cuando te flipa mucho un grupo o un artista y luego lo conoces en persona y ves que es un payaso o que es súper gracioso o lo que sea y hay una especie de ruptura de la concordancia o algo así. Pero, claro, al final nosotros elegimos hacer un ejercicio estético y este es el que hacemos. No sé, por los referentes que trabajamos, por lo que nos gusta, por lo que nos emociona. Pero no somos... Quiero pensar que no soy una persona nada triste. 

P. Hombre, es cierto que el disco está cargado de ironía. Empieza ya hablando de capitalizar la tristeza y de esa poesía de mercado, ¿no? 

R. Total, total. Al final lo que hacemos es eso, ¿no? Capitalizar la tristeza. No sé, es una frase que me gusta mucho. Creo que resume muy bien la actividad de Viva Belgrado. Capitalizar la tristeza. 

No creo que ninguna multinacional tenga ningún tipo de interés en un grupo como Viva Belgrado

P. ¿La música a ti te ha servido como terapia de alguna manera? 

R. Me ha servido... Creo que a mí y a muchas personas, sobre todo cuando eres adolescente y estás en ese proceso de búsqueda de tu identidad. En esa fase de entender quién eres o construir quién eres, la música para mí ha sido vital, o sea, ha sido crucial. Ha sido como una especie de ventana al mundo de aprendizaje emocional, de aprendizaje literario, de aprendizaje creativo y de darme una comunidad de la que sentirme parte. Creo que nosotros, el tipo de música que hacemos es como muy de freaks, ¿no? Como de ese entorno, un poco ahí con un pie dentro de los metaleros, los punkis, los emo… O sea, creo que hablo un poco por los cuatro, cuando digo que éramos como un poco los raros de la clase. No sé si los nerds, pero los diferentes de la clase: Los que no eran buenos al fútbol, los que no eran buenos a un deporte, tampoco éramos los más empollones... Y en eso, la música creo que ha sido muy importante para mí. Porque nos ha dado una comunidad en la que sentirnos cómodos y ser felices. O sea que sí. Ha sido terapéutica.

P. ¿Has ido alguna vez a terapia?

R. No. Lo he pensado, pero nunca he llegado a encontrarme tan... O sea, sé que no debería hacer falta llegar a encontrarte mal, para ir, pero nunca he sentido la necesidad de forma superpalpable como para llegar a hacerlo.

P. Lo pregunto porque en el disco pones sobre el tapete sentimientos y la salud mental, que a lo mejor, precisamente en tu generación no era tan común verbalizar y, sin embargo, vosotros lo verbalizáis de una manera natural. 

R. A ver, sí, yo creo que la salud mental es clave. Y, de hecho, creo que es una pena que hayamos tardado tantos años de historia humana en asimilar esto, darnos cuenta de esto. Al final, creo que la forma en que trabajamos nuestras emociones está de forma directa vinculada a cómo nos relacionamos con el resto de personas y cómo te relacionas con tu pareja, con tu familia, con tus amigos. Entonces es importante estar sano en ese sentido. Y sí, creo que, dentro del rollo de la música dura, quizás somos una banda que juega mucho con eso y nos lo dicen bastante. No es para todos. O sea, nos pasa, por ejemplo, que en sitios más duros, en festivales como el Resurrection, el hecho de que hagamos este tipo de líricas se interpreta como algo quizás un poco, no sé, blando. Entonces, no es para todos los públicos. Pero bueno, de dónde venimos, venimos de este rollo de la música emo y screamo, así que jugamos con eso. 

P. Es curioso que todavía hoy, en determinados espacios, se considere blando vocalizar lo que uno tiene dentro, que es dificilísimo sacar. No creo que sea nada blando ser sincero y abrirte. 

R. Pero creo que es por eso que antes te decía de que en nuestra escena se tiende a ser muy juicioso de forma superficial. Porque te fijas solamente en que la parte musical sea muy dura, muy agresiva, y tal. Y quizás hay gente que no entiende que se puede ser duro a través de la parte lírica, ¿no? Y con una canción, yo qué sé, brutalmente sencilla, con dos o tres acordes con la guitarra acústica y una letra súper dura, intensa, interesante, puede ser igual de heavy que con, yo qué sé, una canción de death metal que vaya a mil por hora, no sé. 

Me hubiera flipado trabajar con Gata Cattana, aunque está años luz de nosotros

P. En el disco hay una canción clave que es El Cristo de los Faroles en la que hablas también abiertamente de la fe. Bueno, no sé si abiertamente, porque claro, ahora ya sé que muchas de las decisiones de las canciones son estéticas. Pero me gustaría saber si esa canción te viene de un arrebato, una crisis de fe real o espiritual. 

R. Bueno, siempre he sido un ateo súper convencido y nunca le había prestado nada de atención a la espiritualidad. Sé que esto suena muy friki y un poco a magufo o algo así, pero empecé a hacer yoga hace dos años y, de la mano de que hacía yoga, empecé a hacer meditación también, y tuve un replanteamiento de algunas cosas, por así decirlo. 

P. ¿Una epifanía?

R. No sé si tanto. O sea, sigo siendo ateo. Bueno, quizás agnóstico, no lo sé. Pero bueno, me dieron ganas de hablar sobre cosas que antes no había hablado. Porque antes ni siquiera pensaba que mereciera la pena dedicarle mi tiempo a eso porque tenía súper claro mi ateísmo. Y bueno, creí que era interesante hacerlo a través de ese referente del Cristo en los Faroles. 

P. Lo cierto es que aquí en España lo que abunda somos católicos laicos. Con independencia de nuestras creencias, nos hemos criado una mayoría en colegios católicos. Lo tenemos dentro de nuestra cultura. Escuchando esa canción realmente pensaba en eso. Digo, no sé si este chico ha estudiado la Trinidad o en un colegio católico…

R. Peor todavía: en La Salle. Sí, sí, rezábamos antes de salir de clase. Hice la comunión. Perdíamos clases de, bueno, la que tocara según qué día, para ir a misas y tal. Lo tengo súper integrado. Y, si te digo la verdad, sí que me alegro de haber estudiado la Biblia en el colegio. Creo que te hace entender muchos elementos y referentes de la cultura en la que vivimos, que si no lo hubiera estudiado, no entendería. Creo que, en mi caso, ha sido importante.

P. Hay mucha mitología también en el disco. Yo, al escucharlo, me acordaba de Gata Cattana, que es una artista que también utilizaba ese tipo de referencias y metáforas. No sé si te hubiera gustado trabajar con ella. 

R. Me hubiera flipado trabajar con Gata Cattana, aunque está años luz de nosotros. O sea, era buenísima. Tuve la suerte de ir a la presentación de su libro que hizo en el Jazz Café y lo tengo firmado. La verdad que sí, era muy fan. Y fíjate que en este disco tenemos la colaboración de Erik Urano. Igual habría molado intentar hacerlo con ella. No sé si se habría dado, porque ya te digo, ya estaba a un nivel estratosférico que quizá habría costado, pero sí, sí, joder, para nosotros habría sido increíble. 

P. Lo mejor de la música ahora quizá sea la falta de etiquetas, esa capacidad que tú tienes, por ejemplo, para conectar con Erik Urano. 

R. Sí. Bueno, no sé, definitivamente es una cosa súper guay y que se ha normalizado. Y quizás no era tan fácil de ver hace 10, 15, 20 años. Creo que la gente joven lo tiene súper claro. Y creo que es un hecho de entender lo que es la música, y trascender ya todo el rollo este de las tribus urbanas. Hay que entender que las tribus urbanas simplemente son elecciones estéticas que tú haces. Y pienso que no hay tanto significado detrás, sino que es simplemente un juego. Y está guay que todos sepamos hacer uso de ese juego, interpretarlo y no darle mayor importancia que la que tiene, la verdad.

P. ¿Y lo peor de la música son los algoritmos?

R. Para mí sí… 

P. O sea, te lo digo porque en el mismo universo en el que tú puedes conectar con Erik Urano o con ese tipo de escenas, los algoritmos bloquean esa conexión para el 90% de los mortales. Todo el mundo sabe lo que cuesta que el algoritmo coja y ofrezca Viva Belgrado.

R. Sí, sí, sí. ¿Sabes lo que pasa? Que como es un tema que creo que es muy grande y trascendente en estos momentos, me cuesta elegir las palabras para no... O sea, porque no quiero caer en el cliché. Ahora es como una palabra que está en boca de todos, ¿no? Lleva unos años en boca de todos. O sea, a mí me preocupa y me da un poco de miedo, más allá de que nos ofrezca más o menos como grupo. A ver, el tema es que el algoritmo está diseñado por humanos, por una compañía, para cumplir una función determinada. Eso es lo que nunca se nos tiene que olvidar. Que Google es gratis, pero no es gratis. Que Spotify es gratis, pero no es gratis. Que Facebook es gratis, pero no es gratis. Entonces, yo creo que simplemente tenemos que ser conscientes de la herramienta que estamos utilizando y saber utilizarla a nuestro beneficio.

Yo, joder, tío, yo odio Spotify. O sea, soy usuario de Spotify y soy consciente de las ventajas de Spotify, pero ojalá que Spotify no existiera, tío. Y, si fuera por mí, volveríamos al momento de nuestros primeros trabajos. Nosotros no los publicamos en Spotify. Los dos primeros discos los publicamos en Spotify en 2017 o así, creo, desde que salió el segundo. Pero no contábamos con esa herramienta. Los colgábamos en Bandcamp gratis. Yo soy mucho más partidario de descubrir música de esa forma proactiva. Y odio esta dimensión que le ha dado Spotify. Bueno, hablo de Spotify, pero que puede ser cualquier otra plataforma: Apple Music, Tidal, lo que sea. Esta dimensión funcional de música para todo, ¿sabes? Música para cocinar, música para hacer yoga, música para ir a correr, música para estar conduciendo, música de fondo, en tu cena de Navidad. Ya está bien, ¿no? Yo muchas veces vamos en la furgo y mis compañeros es como: “Ponte un podcast, ponte otra canción”. Podemos ir en silencio, una hora, no pasa nada. No hace falta tener música todo el rato. No sé.

Si no fuera por internet, MySpace y Facebook, Viva Belgrado no existiría

P. ¿Alguna vez tuvisteis una oferta de una compañía?

R. Con sellos independientes hemos tenido conversaciones. Y, bueno, creo que podían haber sido buenas elecciones, la verdad. Pero queríamos probar a hacerlo nosotros y ver qué pasaba. No sé qué haremos con el siguiente. Y no sé qué haríamos si tuviéramos la oportunidad de sacarlo con una multinacional. Porque, o sea, al final, el deseo de vivir de la música lo tenemos, es innegable. Y queremos conseguirlo. Y creo que seguramente, a través de una multinacional, que tiene las armas que nosotros nunca vamos a tener, podríamos hacerlo, no lo sé. Y si te soy sincero, esto es un poco superficial, es un comentario un poco de mierda, pero casi que lo romantizo un poco, ¿sabes? Esto que siempre se cuenta de la multinacional contra el artista. El disco que le entregas, pero te piden un single más porque no es suficiente. Ahí hay un punto de romanticismo que parte de mí piensa que le gustaría vivir. Pero bueno, si te soy sincero, no creo que ninguna multinacional tenga ningún tipo de interés en un grupo como Viva Belgrado. 

P. Claro, no conozco mucho el mundo de la industria musical. Tengo la impresión de que está lleno de nepobabys y de gente que no tiene ni puta idea de lo que hace, que está gestionando el legado de lo que se hizo hace 20 o 30 años y lo único que hacen es engrosar catálogos con artistas que al final los que los colocan son las agencias de A&R y publicidad. 

R. Claro, es que, quieras que no, cuando al equipo editorial de Spotify le llama Sony, no es lo mismo que le llame el equipo de la que trabajamos nosotros. Lo mismo pasa con el periodista de El País, lo mismo pasa con, tú sabes, mil cosas más. Entonces, se te abren muchas puertas y, como banda, se te abren las puertas de la atención de muchas personas que sin ellos no llegaríamos nunca. Pero luego, pienso que igual no es necesario, joder. Este año, por ejemplo, el caso de Alcalá Norte, que trabaja de manera completamente independiente, no les ha hecho falta nada de eso para llegar a donde han llegado y lo han hecho súper bien y lo han mega petado.

P. Me hubiera gustado verlos haciendo esa promo desde Córdoba.

R. Bueno, ya. Es que también… Sí, el otro día viendo los comentarios en la publicación de los discos del año de Mondo Sonoro, resulta que, menos el nuestro, los 5 o 6 o 7 primeros eran todos de Madrid, tío. Pero, a ver, la realidad es que en Madrid se están haciendo cosas muy guays. Hace diez años era Barcelona, creo, y ahora el foco está en Madrid. Pero bueno, fuera de Madrid también se están haciendo cosas muy bien, muy guay. 

El pensamiento de que esto se puede acabar siempre está ahí

P. No me quiero despedir sin saber de dónde sale el nombre.

R. Me da pena porque nos lo preguntan un montón y no tengo una buena respuesta. Es una respuesta de mierda, tío. Teníamos antes otro grupo, más folk y acústico, con el que queríamos hacer un EP o algo como simbología de Europa del Este. Y, cuando teníamos que ponernos el nombre para el primer concierto, ya con este grupo, no teníamos nada. Y al antiguo batería le gustaba, le decía que le sonaba poético y reivindicativo al mismo tiempo, y tal. Esa es la historia. Así salió y lo hemos heredado.

P. ¿Cuántas veces os han confundido con Viva Suecia?

R. Demasiadas, sí. No tantas, pero sí. Fuera del mundillo así más especializado, bastante. Y de hecho pasó este año que nos anunciaron en el Resurrection y la gente se volvió loca porque entendían que iba a ir Viva Suecia. Y claro, ya cuando escucharon, fue muy bien el concierto, fue todo brutal, pero eso. Pero oye, máximo respeto, no les conozco personalmente, pero no es fácil llegar a donde han llegado Viva Suecia haciendo lo que ellos hacen. Que la gente se piensa que una banda de rock lo tiene fácil y por mucho que ellos hagan canciones con estos estribillos y partes más melódicas y tal, es muy jodido estar ahí, tío. Yo me cambiaba por ellos (Se ríe).

P. Venga, recomiéndame una canción pop para terminar.

R. Hostia. Es que es jodido, ¿eh? Es que es jodido. Joder, hay muchas que me encantan, tío. No sé. A ver, nosotros estamos ahora, Jaime y yo, intentando componer cosas del disco nuevo y estamos a tope con un grupo que se llama Basement. Un grupo mítico de nuestra época, así de emo y tal. Y hay una que la estamos usando de referente, a ver si le sale algo guay. Se llama Promise everything.

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