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El crimen de Priego y la violencia intragénero

Vista de la cochera donde fueron hallados los dos cuerpos | JOSÉ PÉREZ

Alfonso Alba

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“Hay que poner en marcha y de manera efectiva medidas para acabar con esta lacra”. La Federación Andaluza de Asociaciones LGTB Andalucía Diversidad lo ha dejado meridianamente claro: “la violencia intergénero” está “totalmente invisibilizada” y es tan peligrosa como la violencia de género. El presunto crimen de Priego de Córdoba ha puesto en primer plano un tipo de violencia que todavía nadie condena oficialmente. No ha habido minutos de silencio en Priego o Lucena, no ha habido condenas oficiales, ni plenos extraordinarios ni banderas a media asta.

De momento, todo es presunto. Extrañamente, la investigación sigue bajo secreto de sumario. Los investigadores descartaron desde el minuto uno la presencia de terceras personas en un crimen que ha horrorizado a dos pueblos: Priego, el lugar donde se cometió, y Lucena, el pueblo del que era la supuesta víctima. Y es supuesta hasta que la jueza de Priego que investiga el caso no levante el secreto de sumario y aclare exactamente cómo sucedió todo.

Hasta ahora, las fuentes de la investigación han detallado que el caso de Priego es “violencia intragénero” casi sin ningún género de dudas. Los dos fallecidos eran pareja. Y uno de los dos habría matado al otro, para después quitarse la vida. Exactamente igual a lo que hacen muchos hombres, que matan a sus mujeres e incluso a sus hijos y después se suicidan.

Según ha podido saber este periódico, el cadáver de Juan Alberto Ruiz, de Lucena y apenas poco más de 20 años, estaba en el maletero. Sus heridas, según confirmó la autopsia, se produjeron por un arma blanca de manera violenta. Ese arma blanca se encontró en los asientos de atrás junto al cadáver de José Luis García Burgos, de Priego y de más de 40 años. El coche era de José Luis, al igual que la cochera donde estaban los dos. La cochera estaba cerrada por dentro. Las luces del vehículo estaban encendidas. Aparentemente, es imposible que nadie pudiese asesinarlos a los dos y salir después.

Eso es lo que lleva a pensar que fue José Luis el que mató a Juan Alberto. Estos días se ha especulado y publicado mucho sobre el tipo de relación que mantenían. E incluso se hablado de lo difícil que es para el colectivo homosexual vivir en un pueblo, algo que para Juan Alberto nunca fue un problema, según explican sus amigos y allegados.

Aún con la investigación con el candado echado, los colectivos LGTBi condenan la invisibilización de este tipo de crímenes, para los que hoy “no existen recursos ni lugares a los que las parejas víctimas de este tipo de violencia puedan acudir y están totalmente desprotegidos”, según señala Antonio Ferre, presidente de Andalucía Diversidad.

Ferre añade que son quince los casos constatados en España de violencia intragénero -la que se da en parejas del mismo sexo- en la última década “y nos consta que son muchos más, porque existe una gran infradenuncia, las víctimas no se atreven a denunciar, muchas veces por vergüenza y otras muchas porque creen que no servirá para nada, dado que están catalogadas como violencia doméstica familiar”.

A través de un comunicado emitido este sábado, Andalucía Diversidad asegura que existe una gran desigualdad en el trato que merece la violencia intragénero frente a la Ley de Violencia de Género, por lo que cree necesario que “se actúe de manera global a través de una ley integral que no suponga una discriminación para el colectivo LGBT, por lo que exigimos los mismos recursos sociales, legales y policiales, así como la misma protección”.

“Si bien tanto el caso de Priego, como lo fue en su día el crimen de Adra se han convertido en más mediáticos, lo cierto es que en la última años se han sucedido muchos otros que han quedado invisibilizados, especialmente de parejas del mismo sexo varones, aunque también ocurren entre mujeres”, señala. “Aquí podemos incluso hablar de una doble invisibización, se une la violencia que sufren las víctimas a la situación de desigualdad y discriminación que sufre el colectivo LGBT”, expone.

“También son muy habituales los casos de maltrato psíquico o físico que se dan en parejas homosexuales y que no pueden acogerse a las mismas medidas de las que gozan las mujeres víctimas de violencia por parte de sus parejas o ex parejas hombres y que se recogen en la actual Ley de Violencia de Género”, continúa el presidente de este colectivo. “Nos encontramos en que en algunos casos, pocos, la administración si ha tomado medidas para mujeres lesbianas o bisexuales, pero esto ha sido simplemente porque el funcionario que las ha atendido ha decidido ayudar, no porque haya una Ley que las proteja, en el caso de parejas gays, ni siquiera eso”, añade Ferre.

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