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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

La izquierda ñí ñí ñí

El exlíder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias

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Tiene que ser agotador pasarse la vida riñendo. Hace más de 40 años ese papel lo ocupaba la Iglesia, que te decía que para llegar al cielo tenías que ser un buen cristiano, con todo lo que ello conllevaba. Ahí tenías los diez mandamientos para empezar y para seguir después con todas las historias como las de llegar célibe al matrimonio y asumir dogmas de fe como verdades absolutas. De lo contrario, arderías en el infierno durante la eternidad. Tremendo castigo.

En estos 40 años, hay un sector de la izquierda que ha sustuído a la Iglesia como “los guardianes de la moral”. Los dueños de la verdad absoluta, los que te dicen cómo tienes que ser, cómo te tienes que comportar, cómo tienes que vestir, dar a luz, mirar a las cosas o escribir. Las famosas guerras culturales, en definitiva.

No llego a entender cómo hay lectores que me han llegado a acusar de “hacerle el juego al franquismo” al usar pantano como sinónimo de embalse. El viernes mismo me instaron a “hacértelo mirar” cuando me referí a Andalucía como “una región”. Así que ha llegado un momento en el que uno, que ha escuchado muchísimas sugerencias, ha cambiado muchos textos, y procura no ofender jamás, acaba escribiendo con el freno de mano echado. Y creo que eso no es bueno.

Desde los tiempos de Reagan sabemos que la derecha más liberal plantea batallas culturales que la izquierda asume. Es como el capote y el toro. Uno lo enseña y el otro lo embiste. Ole.

Jamás plantearé que muchas batallas culturales carezcan de sentido. Al contrario. La inmensa mayoría de ellas nos han hecho mejores personas. Pero quizás es exagerado plantearlo todo como una batalla cultural y olvidarse de lo básico: uno se presenta a las elecciones para cambiar la vida de la gente, pero de toda la gente no de un colectivo en concreto.

La izquierda siempre fue universal y colectiva. Y el universo es a la vez muy diverso y heterogéneo. Cabemos todos, con nuestras individualidades y nuestras cositas. Pero para que el mundo siga girando necesitamos una casa común, un Planeta, que es de todos.

La izquierda ha decidido reñirle a la gente. Por que la gente, como dice un amigo, está sobrevalorada. Y está muy equivocada. Siempre que no haga lo que uno quiera lo está, eso desde luego.

La campaña en Madrid se ha demostrado como una catástrofe de proporciones bíblicas para la mayor parte de una izquierda agotada. En Moncloa está sentado “el Gobierno más progresista de la historia” que plantea impuestos para los pobres, como poner peajes en las autovías o acabar con exenciones fiscales a los matrimonios con menos recursos. Mientras, le tiembla el pulso cuando un banco como Caixabank se traga a una entidad pública (rescatada) como Bankia a la que no le va a temblar el ídem para acometer el mayor ERE de la historia de España. Ya se sabe, fuerte con los débiles, y débil con los fuertes.

El caso de Pablo Iglesias es quizás el más paradigmático de todos. El hombre del ceño fruncido que se dirige a la gente con el dedito levantado echándole la bronca es para una parte muy importante de este país la persona más peligrosa del mundo. El ya exlíder de Podemos es una especie de político que para muchos va a destruir España a través de un maquiavélico plan. O algo así. Pero su paso por el Gobierno se ha notado bastante poco. Ni ha sido capaz de romper nada ni creo que haya hecho nada por arreglar lo que ya estaba roto. Es un caso paradigmático de cómo una cosa es ser activista y otra arreglar problemas.

Eso sí, es posible que incluso como el propio Gobierno haya sufrido una presión tan salvaje, que se estudiará en los libros de Historia del futuro, no me cabe duda, que directamente se haya quedado paralizado. El acoso, las noticias falsas, la mala educación y el todo vale que se ha proyectado contra Iglesias y Podemos es una de las cosas más alucinantes que he visto en mi vida de periodista. Eso, está claro, acaba con cualquiera. Y más claro parece que acaba paralizando. Enhorabuena, lo han conseguido.

Pero ese “programa, programa, programa” de Julio Anguita que tanto es adorado ahora se ha quedado en, como dirían los de La Vida Moderna, “tú di que todo es fascismo y tira palante”.

Ni todo es fascismo ni desde luego Isabel Díaz Ayuso va a traer la libertad, pero la izquierda está dando la batalla equivocada: la emoción (en la que siempre ganó la derecha) frente a las ideas.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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