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Córdoba magufa

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Alfonso Alba

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Según la Wikipedia, un magufo es algo que pretende ser científico pero no lo es. El término surge de la unión de mago y ufo (OVNI en inglés). Seguramente, la señora que ha muerto después de intentar tratarse un cáncer de pecho con métodos naturales, acudiendo a un curandero, no tenía ni idea de que existía ese término. Tampoco quería morir, supongo. Pero confiaba ciegamente en un vendedor de crecepelo del siglo XXI, un señor que le decía que cuando el tumor le sobresalía por el cuerpo era bueno porque se estaba oxigenando. La historia ha sido difundida esta semana por el doctor que la trató cuando su cáncer era ya una salvajada, en una campaña nacional contra la pseudociencia. Que te puede matar.

Los magufos abundan en la mal llamada auténtica izquierda. De hecho, las instituciones han hecho grandes magufadas. En Córdoba, por ejemplo, el Pleno ha aprobado prohibir el uso de glifosato. Sí, el glifosato, un herbicida, produce cáncer. Pero solo si te comes 17 kilos de hierba diaria tratada con este herbicida. Hay otros que se siguen usando que son mucho más perjudiciales para la salud.

En mi pueblo, por ejemplo, donde se han alternado el PSOE e IU apenas tenemos cobertura de teléfono móvil. A principios de siglo, una campaña luchó contra la instalación de antenas de telefonía porque daban cáncer. En esa época escuché a supuestos médicos (oh, la pseudociencia) afirmando que sí, que eran malísimas. Y que fuera del pueblo. Da igual que expliques que una televisión o una radio emite ondas de radiofrecuencia muy superiores. Y mucho más cuando la ciencia afirma que estas ondas no tienen la potencia suficiente como para atravesar el cuerpo humano, como sí que hacen los rayos X. Y desde luego, no se creen un estudio muy serio que se encargó entonces y que está avalado por la comunidad científica que llegó a afirmar que las emisiones recibidas de las estaciones base móviles son similares a las de una bombilla de 100 watios a una distancia de un kilómetro. Hoy, cuando me voy al pueblo y no tengo Wifi me quedo aislado. Sin cobertura. Era enternecedor ver a medio pueblo buscando cobertura en la esquina del paseo a la que llegaba en los días buenos.

El magufismo, insisto, mata. Por ignorancia y por culpa de estos nuevos chamanes del siglo XXI que se aprovechan primero de la ignorancia y segundo de la tendencia a la credulidad en la teoría de la conspiración de una parte muy importante de la población. Tomar pastillitas de azúcar, homeopatía, para tratar cualquier enfermedad no te va a curar. Lo mismo te vas a quedar más tranquilo un rato con su demostrado efecto placebo, pero servir no sirve para nada. Eso sí, la homeopatía no te va a matar. Pero tampoco te va a curar.

En estos tiempos de lucha contra el fraude, contra la piratería, en la que se montan grandes operaciones policiales para proteger, qué digo, los derechos de autor que violan los internautas que se descargan películas por internet, la administración parece haber hecho dejación de funciones sobre esto. Sí, la homeopatía es un fraude. Las dietas milagro son otro. Aquí El Comidista lo explica rematadamente bien:

https://www.youtube.com/watch?v=rbrw21UNtAo

Pero, si la comunidad científica coincide en este gigantesco fraude que está enriqueciendo a unos pocos sobre la ignorancia o credulidad de muchos, ¿porqué la administración no lo regula? Cada uno es libre de creer en lo que quiera. Es más, asumiendo los riesgos de fumar, fuma. Sabiendo que el alcohol en grandes cantidades es malo, pues bebe. Bien, alguien debería avisar que todo esto es un fraude, que es mentira, y que si de repente te da por beber leche de vaca cruda y hervirla en tu casa, pues lo mismo pillas una infección bacteriológica del copón. Vale, hazlo. Pero no nos pongas en riesgo a los demás. ¿Que no quieres vacunar a tus hijos? Pues o no los tengas o que actúen los servicios sociales. ¿Que quieres tomar pastillas con azúcar para curarte? Como tarde o temprano vas a acabar en el hospital, al igual que si fumas, pues que esas pastillitas cuesten una pasta, y el 70% de su precio sea en impuestos. Así financiaremos entre todos tu tratamiento sanitario futuro.

Pero hay algo más serio en lo que trabajar. Educar en ciencia. Divulgar en ciencia. Los políticos, presionados posiblemente por lobbys poderosísimos, están más empeñados en controlar la asignatura de historia, hacer que la religión tenga más fuerza o que los niños hablen diez idiomas salvo los oriundos de la Península. Y pasan totalmente de educar en ciencia, de fomentar una asignatura que debería ser obligatoria y comprensible durante toda la etapa escolar. Solo la ciencia nos salvará de la pseudociencia. Solo los científicos que abandonen sus laboratorios y sus incomprensibles escritos en revistas especializadas nos salvarán. Alabada sea la unidad de divulgación de la Universidad, su noche de los investigadores y su trabajo, a todas luces ingente pero insuficiente, para hacernos más sabios y libres. Y malditos sean todos aquellos que se esconden en estas pseudociencias que tienen conquistada principalmente a una izquierda en la que es difícil reconocer lo que siempre la definió: la racionalidad sobre la emotividad.

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