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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Bretón

José Bretón escuchando la sentencia del juicio

Alfonso Alba

29 de marzo de 2025 20:00 h

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En octubre de 2011, apenas unas horas después de que lo hubiesen detenido, nos chocamos con José Bretón y dos policías nacionales que lo llevaban esposado. Salía del estrecho ascensor que lo subía a una de las plantas de la antigua Audiencia Provincial. En los pasillos, muy estrechos también, coincidíamos periodistas con abogados, fiscales y acusados. Los jueces entraban por otra puerta. Bretón esperaba a que se abriese la puerta de Instrucción cuatro. Dentro lo aguardaba el juez José Luis Rodríguez Laínz.

Aquel fue el primer momento en el que vimos a Bretón cara a cara, sin gafas de sol y en una distancia corta. Tres días antes había denunciado la desaparición de sus dos hijos y desde entonces habíamos hecho guardia en su finca (donde los mató) y en la casa de sus padres, donde dormía. Hasta que la Policía decidió detenerle. Tenía pruebas suficientes de que era el culpable de la desaparición de sus hijos.

Todavía, en aquel viejo pasillo, solo estábamos periodistas de Córdoba. Todos acostumbrados a ese periodismo de sucesos de provincia, tan cercano, tan real. Y recuerdo que comentamos lo extrañamente normal que nos parecía el tipo. Y eso era algo bastante inquietante.

Minutos después de aquel encuentro, en el que nuestras miradas se cruzaron con las de Bretón, nos llegó la información. El juez había ordenado una reconstrucción de los hechos en el parque Cruz Conde, donde Bretón dijo que había perdido a sus hijos. Eso también era inaudito. Tardamos segundos en avisar a los fotógrafos y literalmente salimos corriendo. Ahí fue cuando toda España vio a Bretón. Ya habían llegado periodistas de Madrid y había señales de televisión emitiendo en directo.

Bretón era el hombre presuntamente normal que de repente se había convertido en una de las personas más conocidas de España. Y se notaba que era algo que le gustaba. Jugaba con la Policía Nacional, cuando una forense erró en la identificación de los huesos de sus hijos y tuvo la coartada perfecta para clamar su inocencia. Jugaba con el juez, que incluso llegó a escribir en un auto que la mente maquiavélica de Bretón había diseñado un plan perfecto para despistar a la Policía dejando pistas falsas por media Córdoba. Jugaba con los periodistas. Y jugaba con su exmujer, a la que literalmente destrozaba.

Aún no lo sabíamos, pero Bretón había cometido el peor crimen machista de todos: matar a sus hijos para mortificar durante el resto de sus días a su exmujer. Primero, asegurando que no, que los niños estaban vivos, y dejando un halo de esperanza en una mujer devastada. Después diciendo que no, que no los mató. Y ahora confesando un crimen pero echándole la culpa a ella.

Bretón, desde la cárcel, sigue queriendo jugar con los demás. Dice que se ha intentado suicidar, algo que los funcionarios de prisiones desmienten en plan “se ha hecho dos cortes que para desangrarse tenía que estar una semana chorreando sangre”. Desde el principio le escribió cartas a todos los periodistas que pudo. Algunos decidieron publicarlas y otros dejaron de estirar su historia, creada para lo que repetían los propios policías: prorrogar el dolor de su exmujer todo lo posible.

Y ahora lo ha vuelto a hacer. Bretón, un psicópata de libro, ha conquistado a un escritor que suponía que estaba ante su particular A sangre fría para hacerle llegar a su exmujer su mensaje: sigo vivo, maté a tus hijos y la culpa es tuya y de tu familia.

Aquel hombre normal escondía en sus ojos saltones y en su silencio una bestia, que no piensa descansar en toda su vida, según parece.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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