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Sobre este blog

Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

Ronda Norte de Gala (I)

Catas arqueológicas en la ronda Norte

Julio Díaz Sánchez

27 de junio de 2025 20:00 h

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Pocas personas han amado la idea de Córdoba, con todos sus brillos, matices y aristas, como lo hizo Antonio Gala hasta hace apenas un puñado de meses. No cejó Gala durante su vida y su obra en esculpir una oda prístina, enhebrando con su verbo riguroso y una mirada integradora e indulgente, hacia todas las maneras de entender la ciudad.

Decía Antonio Gala que Córdoba, como toda ciudad con progenie histórica, es un concepto cultural que ha de ser mantenido por encima de todo. Añadía que la cultura resume la paciente consecuencia de la Historia y que es el único concepto en que puede apoyarse y crecer el de ciudad. La cultura, remataba con maestría, se adquiere por vías respiratorias y por vías lácteas. Esto es, respirando y mamando.

Estaría maravillado don Antonio con el hallazgo de la edificación mozárabe en la zona norte de la ciudad, junto a la avenida Arruzafilla. Lo que vendría a confirmar la excepcionalidad de su Córdoba y que se une a la larga lista de espectaculares descubrimientos arqueológicos que se suceden cada cierto tiempo para sacudirnos la modorra. Que nos obligan a detenernos, en contra de nuestra propia voluntad, y a tomarnos un tiempo muerto con respecto a la idea de futuro que se impone.

Es fácil imaginarlo, a Gala, asintiendo a todo esto por dentro. Observando desde su altivez intelectual como diciendo, ¿veis cómo no exagero? Ser de Córdoba es de las pocas cosas importantes… Y salivaría como alguno de sus chuchos —perdón, de sus criaturas— a los que tanta estima profesaba, ante la enésima variante que se abre en la interpretación del ubérrimo pasado andalusí.

El hecho de que durante el periodo de expansión musulmana, en el siglo VIII, se date la construcción de templos cristianos, como sugiere este hallazgo, sólo puede interpretarse como la constatación de la enorme complejidad del periodo inicial de al-Andalus, muy alejado del tópico. De esa idea de una “conquista” monolítica y uniformemente represiva con que se martillea insistentemente desde la historia oficial.

Pero este evento tiene un matiz especial, ya que existen poquísimas fuentes primarias de la época de Abderramán I, más allá de algunas inscripciones epigráficas y un puñado de monedas. El resto de la información sobre su figura y gobierno proviene casi exclusivamente de crónicas tardías o de fuentes indirectas, gestadas por la maquinaria del estado en época califal.

Es decir, casi dos siglos más tarde se hacía necesaria la construcción de un pasado glorioso para reafirmar la legitimidad y exaltar la grandiosidad del Califato Omeya frente a las tensiones internas y externas. Para ello se construye una biografía moralizada, moralizante y heroica. Una hagiografía adaptada a los ideales políticos del nuevo régimen y trufada de anécdotas fundacionales, de la que en muchas ocasiones no sabemos distinguir la verdad histórica de la leyenda.

Los historiadores del siglo X comienzan a usar la obra y figura de Abderramán I como un marco simbólico sobre el que construir una identidad común y un pasado épico (ej.: el único Omeya que se salva de la matanza abasí, origen noble…), que sirviera de piedra angular para garantizar la estabilidad institucional del Califato. En este sentido, es una acción propagandística que no difiere mucho del mito fundacional de Pelayo o los Reyes Católicos utilizado por la historia de España en los siglos XIX y XX.

Cruce hacia el porvenir

Pero volvamos al subsuelo. Porque estos vestigios que ahora ven la luz nos recuerdan la magnitud y complejidad de una Córdoba que parecía incontenible en su época de máximo esplendor, pero que hoy enfrenta decisiones urbanísticas que la ponen en duda. Y que puede suponer un dolor de cabeza para alguno pero que, sobre todo, no puede pillar por sorpresa a nadie. Ni a políticos, urbanistas, ni arqueólogos, arquitectos o periodistas. Puesto que no ha habido ni un solo intento de expansión urbanística de Córdoba en el último siglo que no se haya topado con la realidad de su grandiosa imagen pasada.

La Córdoba superlativa vuelve a reclamar su pasado, su presente y su futuro en un ejercicio de constricción autoimpuesta que obliga a sus vástagos del siglo XXI a sentarse en el diván y meditar una respuesta salomónica a un asunto mayúsculo. Decía Gala que las ciudades son nuestro recordatorio y también el diario sobre el que escribimos. Y en ocasiones, a algunos les aterra comprobar que el glorioso invento de la ciudad se vuelva con tanta virulencia en contra nuestra, de esta idea unidimensional del desarrollo. Y cuya única escapatoria posible, desde esta concepción lineal del tiempo y del progreso, es la autofagia.

Hay bifurcaciones en la historia que marcan para siempre el devenir de las ciudades y que, por ende, modelan también la cultura y las gentes que la habitan. De nuevo Córdoba se encuentra en la encrucijada.

Hay que recordar que el paradigma de Córdoba nunca fue el del consenso sin fisuras, sino el de la convivencia frágil, a menudo contradictoria, entre memorias superpuestas, lenguajes distintos y herencias enfrentadas. Esto lo tenía clarísimo Gala y se palpa en cada piedra y cada una de las personas que componen esta ciudad. Porque este paradigma de Córdoba podría describirse como una forma de habitar el tiempo desde la densidad y la memoria, frente al vaciamiento acelerado del presente que impone la modernidad.

Frente a esa cultura lentamente respirada y mamada, que actúa de abajo arriba como todo lo que crece. Desde el subsuelo, donde se guarda la información genética, hasta la rama más alta. Los árboles más viejos comienzan a morir por la copa. Frente a esta idea, surge la noción arrolladora por el culto al automóvil privado, que también se erige como una corriente de pensamiento con marcado legado en nuestra ciudad y en todo el globo. Una cultura esta, inmediata, irreflexiva, difícilmente respirable y mamable (ni cultural ni biológicamente) que homogeniza nuestras ciudades y que, probablemente, haya incidido en la planificación urbanística mundial de una manera más acelerada y determinante que ningún otro fenómeno en la historia de la humanidad. Y este dato, aunque matizable, no es una exageración en absoluto.

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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

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