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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

La Estrella de la Navidad

Estrella de Belén en la instalación de la Fundación Cajasol.

Julio Díaz Sánchez

31 de diciembre de 2024 18:43 h

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Desde que la de Belén guiara los caminos de los sabios de Oriente hacia los montes de Judea, en Palestina, según la versión evangélica de Mateo de la natividad, la Estrella de la Navidad es un premio honorífico y simbólico que se disputan cada año las celebrities televisivas desde que nos comemos las uvas. Algunos de ellos tienen más candidaturas al galardón que Murakami al Nobel, pero con el mismo balance de preseas. 0. Otros tienen más premios que Ben-Hur: desde la Pedroche hasta Lalachús, de la guitarra de las Tendillas por Canal Sur hasta la capa de Ramón García. O el cuñado de tu cuñado llegando piripi a las cenas familiares.

Aunque si nos ponemos serios, la estrella indiscutible de la navidad de los hogares de medio mundo desde que se estableció el fin de la historia ha sido otra. Por muchas “playstations” o “smartphones” que se vendan ahora, a nivel cuantitativo ningún regalo puede rivalizar con el impacto emocional y la carga simbólica que recibir una bicicleta tiene en la infancia o la adolescencia. Más allá de que te guste la barbie o la guitarra. Casi tod@s hemos sentido la emoción pristina de ver nuestro velocípedo soñado en el salón de casa por primera vez.

Sin embargo, fruto del trabajo desarrollado en varios centros educativos en los últimos dos años, hemos comprobado como en muchos hogares la bicicleta ha cedido el protagonismo como estrella inconfundible de la navidad. Y más allá de ésta y no solo como regalo. Resulta que muchos adolescentes ya no tienen bicicleta. Algunos apenas saben manejarla porque nunca han tenido el hábito de usarla, ni siquiera de manera ocasional de fin de semana.

Al observar esta circunstancia al contacto con adolescentes de diferentes procedencias sociales, culturales y económicas, con los que trabajábamos varios contenidos curriculares usando la movilidad en bicicleta como referencia, nos saltó la señal de alarma. Por lo que nos pusimos a indagar de manera minuciosa. Y las sospechas se confirmaron. 

La inmensa mayoría de jóvenes, desde la preadolescencia hasta el final de ESO (11-16 años, sin repetir) manifiestan haber tenido uno o varios smartphones, videoconsolas o patinetes eléctricos. Los más James Deans incluso ya disponen de una moto. Artilugios que superan con creces el precio medio de un velocípedo. Algunos de ellos tienen un protagonismo capital en su día a día, hasta equiparar o incluso superar en la población adolescente la adicción generalizada al teléfono que sufrimos toda la sociedad.

Sin embargo, y aquí radica la gravedad del asunto, en no todos los hogares se dispone de una bicicleta. En muchos de ellos, quizá existe alguna en desuso y en mal estado. Por lo tanto, pocos alumnos poseen una bicicleta propia y en buen estado. Que esté disponible para su uso cotidiano o la monten de manera periódica.

Este dato puede parecer una puerilidad pero tiene unas consecuencias enormes en el desarrollo de la psicomotricidad en la infancia. Lo que, a su vez, tiene una relevancia capital en el desarrollo cognitivo y social posterior. Un escenario que puede no llamar la atención, o argüirse que hoy en día hay otros muchos estímulos (los niños van al basket o a las piscinas de bolas). Sin embargo, la movilidad es un universal y escindir el desarrollo humano de algo tan ingenuo y primario como regalar e incorporar el uso de la bicicleta en la infancia es un proceso involutivo social, educativo, urbano o medioambiental de primer orden.

No es una exageración decir que el uso cotidiano de la bicicleta genera en un estudiante beneficios cognitivos globales y a largo plazo superiores a los que, por ejemplo, se obtiene del hecho de apuntarse por las tardes a una academia de idiomas.

De manera resumida, que un joven en edad de crecimiento monte en bicicleta, va a producirle mejoras en la coordinación motora y el equilibrio, habilidades esenciales que involucran la conexión entre el cerebro y el cuerpo. Además, al requerir atención al entorno, planificación de rutas y toma de decisiones rápidas, va a provocar que estimule, por el simple hecho de desplazarse a otro lugar, funciones ejecutivas como la concentración, la memoria de trabajo y la resolución de problemas.

Podemos seguir con el fomento de la percepción espacial y la capacidad para anticipar y adaptarse a cambios en el entorno. Sin contar el hecho que la actividad física reduce el estrés y mejora el estado de ánimo al liberar endorfinas, lo que optimiza las condiciones para el aprendizaje y la creatividad. O que el ejercicio regular favorece el desarrollo de nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo así la plasticidad cerebral en etapas cruciales del crecimiento.

En síntesis, un adolescente que se desplaza en bicicleta recibe y maneja infinidad de estímulos (ruidos, obstáculos, señales, imprevistos, etc.); debe procesar toda la información y gestionar una gran cantidad de decisiones casi siempre por anticipación (ahí hay un agujero, pero viene alguien por detrás, el coche… ¿frenará?) y traducirlas en generar otro sinfín de respuestas (reducir, frenar, girar, advertir, subir, bajar, levantar la mano). Todo ello de manera simultánea, en un abrir y cerrar de ojos, mientras saludas a tu amiga o le haces un guiño a esa persona por la que bebes los vientos. Ventajas imbatibles a nivel social en comparación a otras maneras de desplazamiento, mucho más sedentarias, contaminantes y anti comunitarias. Y casi, casi gratis. El sueño húmedo de cualquier Piaget que se precie.

Toda esa compleja red de estimulación cognitiva al alcance de cualquier familia por un precio muy inferior al de un smartphone. Y sin obsolescencia programada. Pues una bicicleta bien mantenida puede durar décadas, y heredarse entre hermanos. No es de extrañar que la habilidad de desplazarse en bicicleta sea un aprendizaje obligatorio en los curriculums de Primaria y Secundaria. 

Concluyendo con la alegoría de la estrella de la navidad, es de justicia destacar que no tenemos datos fiables sobre el medio en que se desplazaban los Sabios Magos de Oriente. Ni siquiera sabemos cuáles eran sus nombres reales, o si eran 3, 4 o 12. Sí que tenemos datos empíricos sobre el hecho de que los indígenas de la ciudad de Belén actual, donde ocurrió la natividad cristiana hace 2025 años, a 9km de Jerusalén, está rodeada por 43 puestos de control israelíes y que sus habitantes se están muriendo literalmente, de hambre por la falta de turismo y de violencia. 

Y que, en este segundo cuarto de siglo que comienza, la verdadera y más iluminadora epifanía que puede ofrecerse a un infante de cualquier religión, etnia o clase social, ya existe desde principios del s. XIX. Y puede adquirirse nueva o de segunda mano, tomarse prestada, heredada o rescatar la que está comida de polvo en el trastero. Es trasversal y conecta al abuelo con la nieta, al urbanismo con la estimulación neuronal, a la ONU con la LOMLOE, a Baltasar con la libertad; o la ayuda de la DANA con la justicia social. 

En otro orden de cosas, deberíamos hacer mención de las ventajas globales que como sociedad se generan siguiendo la única y verdadera estrella de la navidad posible (reducir el consumismo, combatir la obsolescencia programada, liberar espacio urbano, luchar contra el cambio climático, generación de riqueza, mejorar el tejido empresarial…), pero no es menester que se nos atraganten los últimos “mantecaos” de las fiestas. Ya hablaremos de estas otras cuestiones después de la cuesta abajo de febrero.

Por lo tanto, en estas navidades: regala salud (personal, mental, social, medioambiental, planetaria). Recurre a la vieja e imperecedera fórmula del éxito: regala bici.

Una bici propia, o de mi vecina, que dijera Virginia Woolf.

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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.

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