El espíritu del 15M
Tiro de memoria, y en estos dos años en Córdoba, ordeno algunas secuencias que se han registrado después de aquellos días donde la primavera germinó miles de esperanzas al socaire de la proclama “otro mundo es posible”. Los indignados, formaron grandes corrillos de opinión, decenas de asambleas, miles de horas debatiendo cómo se hace una Revolución no violenta. Interminables debates sobre todos y cada uno de los rincones de nuestra vida política y también personal.
De aquellas palabras, de aplausos mudos y voces callejeras, brotaron nuevas experiencias que hoy pasados los meses se mantienen con desigual resultado.
Sin duda, la creación de la Plataforma Stop Desahucios ha sido la consecuencia más directa de toda aquella movida. Acción directa, apoyo y solidaridad con las víctimas más visibles de la burbuja inmobiliaria, detonante, dicen, de la gran crisis del 2008.
Una desobediencia civil pacífica que hunde sus planteamientos ideológicos en las entrañas mismas del despiadado sistema capitalista-globalizado que nos gobierna. Estos activistas, son los herederos más palpables en Córdoba de aquellos días de ilusión y rebeldía. Hoy sin embargo, la plataforma vive momentos de crisis interna debido a la personalidad de sus dirigentes y a la inevitable contaminación política que toda actividad social suscita.
Acción directa que retomó el antiguo Sindicato de Obreros del Campo, reconvertido en Sindicato Andaluz de Trabajadores, que recuperó sus antiguos fueros y ocupó Somonte, al histórico grito de la “tierra para quien la trabaja”. Un nuevo impulso a la lucha campesina y social que tuvo también su verano de movilizaciones protagonizadas por los que nunca se fueron, Cañamero y Gordillo. El matrimonio de conveniencia andaluz entre PSOE e IU mantiene a día de hoy la ocupación que se consolida, en un escaparate más internacional que local de otra manera diferente de ofrecer alternativas al agotamiento sistémico del capital y de la gran crisis ecológica en la que nos hallamos.
Los ecologistas, por cierto, se sumaron a la fiesta y crearon Equo en una apuesta oportunista que no caló en la dimensión deseada debido a la precipitación con la que concurrieron a las elecciones, sin tiempo para ir construyendo una base social amplia en línea, precisamente, con los postulados del 15 M, del que sus impulsores creyeron saldrían beneficiados al ser una fuerza política muy en sintonía con los acampados. Pero los indignados recelaban y mucho del juego parlamentario y democrático y no secundaron la llamada al voto verde.
Anguita regresó a la arena política reclamando la honestidad para sí que los indignados exigían en el tiempo de la desafección. Encabezó un Frente Cívico al que acudieron antiguos compañeros de carrera, en un proyecto político contradictorio que propone una acción política, que, sin embargo nadie lidera. Anguita referente, Anguita maestro, pero Anguita no como cabeza de cartel. Sólo marca la tarea; una tabla de 10 puntos, pero no concurre a las elecciones. Una plataforma de opinión y debate. Como el 15 M, pero mucho más mayores sus integrantes y con más maletas políticas. La segunda “convocatoria” del califa rojo y tal vez la última.
En ese vendaval, IU volvió a fracturarse y surgió, para mayor abundamiento en el lío, Izquierda Abierta. Otras siglas que inciden en la marca que no despega merced a tantas rémoras como arrastra, la mezquindad de sus aparatos y el eterno conflicto entre los del Pce y los demás. Mucho descrédito que suma y la condenan, en el galimatías de tantos disensos que empañan sus discursos ante su electorado natural, desaparecida la izquierda socialista.
El Psoe, no se enteró de lo que pasaba en la Puerta del Sol y en tantas otras plazas y, como si nada hubiera pasado, llegó a Sevilla y mantuvo el enrocamiento, ajeno a la indignación general. Achicharrados por la gestión que ZP y Rubalcaba hicieron de la incipiente crisis, no tomaron nota del clamor social, despreciando “las bases en red”, una expresión interna que pedía abrir las ventanas a los nuevos aires que recorrían la spanish revolution.
Y en esas estamos, con un gobierno que trata de criminalizar la expresión de la calle, en una espiral represiva que desacredita a los movimientos sociales, descendientes de aquella marea que inundó de futuro un país que parece estar resignado a la pobreza diseñada en los centros de poder europeos; y con una izquierda que mantiene presupuestos desfasados, que no empatiza del todo en el calado que los tiempos exigen, ni se gana la confianza de la gente.
Un apresurado vistazo a la efeméride que hoy coincide en el calendario periodístico en el que me dejaré en el tintero otras pinceladas de esta reciente historia que hilvano, aun cuando el 15M sigue siendo presente, porque urgentes son las respuestas que las personas tienen que dar a la brutalidad de los tiempos de los que damos fe los medios de comunicación cada día en pequeños retazos de una realidad tan compleja como poliédrica.
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