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La calle

Alberto Almansa

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El fundador de Alianza Popular, el ya fallecido Fraga Iribarne, ya dijo cuando era Ministro  franquista de la Gobernación “que la calle es mía”. Fraga, pasará a la Historia por esa frase, por otros cargos y por dirigir la represión en Vitoria que dejó cinco muertos y 150 heridos de bala en 1976. Sus sucesores, en los diferentes gobiernos que ha tenido el país desde la muerte del dictador, en mayor o menor medida, han seguido la consigna, aplicando la represión policial a la contestación social y política expresada sobre el asfalto de las ciudades o en las autovías mineras.

El control de la calle es recurrente para garantizar el orden público y la llamada paz social. Claro que ha habido excesos, y algunos han aprovechado las reuniones para estallar su ira contra lunas de bancos o contra los mismos agentes que las custodian. Como también es conocido el que se han infiltrado policías en algaradas provocando ellos mismos disturbios para justificar la consiguiente represión a porrazo  o tiro limpio de botes de humo y balas de goma que han causado no pocas víctimas desde la proclamación del Estado de Derecho. Las de goma, debieran estar ya prohibidas por su peligrosidad y porque en Abril, por no ir más lejos, una de ellas segó la vida de un chaval en Euskadi tras un partido de fútbol.

Siempre he pensado que es fácil distraer la atención mediática con la difusión de escenas violentas. Yo mismo grabé hace unos días una carga policial en Córdoba y las visitas en Youtube se dispararon por miles en horas. Sin embargo otro vídeo sobre la Jornada de Huelga General ese mismo día no tuvo la audiencia que los porrazos y las carreras. Los gobiernos así ponen el foco en los enfrentamientos y cargas, desviando el verdadero alcance de la convocatoria.

Días después del 14N, en Córdoba, como viene siendo “tradicional” desde 1975, el 20N-muerte de Franco, fue recordado por un puñado de nostálgicos al amparo de otro puñado de sacerdotes que ofrecen el templo de la Trinidad de Córdoba para ensalzar la figura del genocida. Tras la misa, un grupo de jóvenes de extrema derecha provocaron incidentes en la plaza anexa intimidando a los presentes y obligándolos a cobijarse en la Escuela de Arte Dramático del ataque de estos mozos. La policía, que estaba muy cerca de ese escenario no actúo, ni practicó detenciones ni identificaciones. Desconozco si el Subdelegado del Gobierno,  Juan José Primo Jurado -muy diligente para multar a los activistas de Stop Desahucios con sanciones de 300 euros por concentrarse ante los bancos del lucro-, conoció esta otra concentración donde se exhibieron símbolos franquistas y se entonaron viejas canciones guerreras. Ignoro si habrá abierto expedientes a estos otros concentrados y les pondrá una multa. Sólo ha dicho que la actuación policial fue la debida. Es decir se inhibió de proteger a los que estaban en la terraza, ajenos a los gritos  marciales. También la policía a su cargo, cargó contra un piquete en la jornada de huelga y detuvo a un militante de IU, que al parecer debe tener poderes sobrenaturales al ser acusado de provocar lesiones a cuatro fornidos agentes del orden, sin que quede acreditado que se violentara la calle esa mañana crispada por el dogal que el dinero está imponiendo a los trabajadores.

Pensé, cuando conocí este incidente tardo franquista, en el avance de la extrema derecha en nuestro entorno; como ya crece en Francia, Grecia o Rusia. Un vivero en época de crisis listo para intervenir en caso de que se ponga en peligro la propiedad y el beneficio, como se está cuestionando ahora.  Pero sobre todo, reflexioné sobre quienes alimentan con odio a estos chavales que no conocieron la crueldad del dictador ni aquella época miserable que mantuvo a España en la sima de la Historia durante cuarenta años. Lamenté que la Iglesia Católica mantenga aún sus templos para homenajear a este tipo de personajes que causaron tanto daño a tantas personas, y que en su regazo se críen estos chavales adoctrinados en la xenofobia , el rencor y el desprecio hacia otros jóvenes que gustan tocarse de rastas o piercing.

La jerarquía eclesiástica que permanece anclada en los tenebrosos tiempos del garrote vil, que de nuevo emprende beatificaciones de mártires del 36, propagando en estas nuevas generaciones ese odio que conduce al terror y  a la dictadura. Que resucita procesiones, ya olvidadas y saca santos a los que le piden agua y empleo. El milagro, para no decir la verdad del cambio climático ni del salvaje capitalismo que hunde en la miseria al pueblo. Ellos que llevan toda la vida enseñando valores...

La calle.

La calle en la que se detiene a cámaras de tv que graban la sobreactuación policial y no quiere el gobierno testigos del exceso, que daña la imagen de España, hecha trizas por el sadismo de los poderosos que arrojan a la calle a miles de familias que no tienen para mantener la vida millonaria de los que manejan el cotarro. La calle en la que caminan las gentes reclamando dignidad y derechos, nunca fue suya, Sr Fraga, que en paz descanse.

Enlaces relacionados

Vídeo Jornada Huelga General 14-N

Noticia sobre incidentes 20-N. El País

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