Ulpiano ya lo dijo: la justicia es “dar a cada uno lo suyo”. A veces tenemos sentimiento de culpa cuando le damos a uno de nuestros hijos más que a otro. Más atención, más recursos en los estudios, más tiempo, olvidando que la definición de la justicia más exacta es precisamente la del jurista romano. Dar a cada uno lo suyo, a lo que añadió otros dos principios: no dañar a nadie y vivir honestamente. Piensen en lo que les rodea en el actual estado de la política y reflexionen. Ahí lo dejo.
Pero a donde iba es que existe una zona de Córdoba que desde hace tiempo está sufriendo una oleada de robos salvajes a manos de auténticos depredadores de la propiedad ajena. El colmo es que su impunidad los lleva a preferir entrar en las viviendas con moradores dentro para esquivar los saltos de las alarmas instaladas, lo que les “obliga” a agredir violentamente a los que se encuentran.
No, estos robos en la zona de El Brillante de Córdoba no son puntuales, ni anecdóticos. Esta zona, donde los medios anuncian a bombo y platillo que tiene una renta per cápita superior a la media de la ciudad -no sé qué noticia de calado es esa-, está siendo objeto de un robo cada nueve días según fuentes policiales que, eso sí, solo lo dicen en petit comité.
Se ha creado un chat de vecinos de la zona que ya va por 492 miembros y solo con la confesión de los afectados de haber sido víctimas de algún robo, o intento de ello, les puedo decir que además de ser escalofriante lo que explican, el número de afectados hace completa justicia a la estadística policial. Un robo cada nueve días. Hagan las cuentas…¿Y esto no se dice?
Puedo entender que en temas de seguridad la claridad meridiana no sea la norma, pero cuando la seguridad se torna inseguridad manifiesta, no sirve el silencio, ni el oscurantismo, ni mirar a otro lado o echarse el muerto de unos a otros. Da igual no saber los detalles mientras se ofrezcan las soluciones necesarias y se empleen los recursos adecuados para combatir un problema evidente de ciudad, por más que esa zona de la ciudad parezca que no “necesita” nada.
Es como el que tiene dos hijos y el más guapo, con más éxito social y divertido, de pronto suspende hasta el recreo. ¿Clases particulares? ¿Refuerzo en el colegio? No. Ni hablar. Que, además, su hermano, un pelín menos agraciado y quisquilloso, pero con notas de diez, puede quejarse y decir “aquí los recursos para todos igual. Que se aguante”.
Tenemos un problema de ciudad. De una zona de la ciudad tan cordobesa como cualquier otra que, en este momento, está sufriendo robos salvajes y violentos de bandas organizadas, o sin organizar, que se plantan en tu casa, hasta cuando estás dentro, y te pegan con un machete en la cabeza o te espetan detrás del pasamontañas, empuñando un arma, que si te mueves un milímetro “te vamos a pegar un tiro”. Y si no te lo pegan, te dejan como mínimo con una soberana paliza encima.
La justicia de Ulpiano exige dar a cada uno lo suyo, lo que necesita en cada momento. Y, ahora, El Brillante de Córdoba (el nombre algo significa) necesita que se focalice el problema, que se ponga sobre la mesa (de las distintas administraciones) y se destinen todos los medios que sean necesarios para cortar de raíz una situación que está suponiendo una auténtica lacra para la ciudad y mucha angustia, estrés y miedo generalizado, porque están atacando impunemente lo más sagrado del ser humano. Su casa y su familia.
Nos roban, pero ahora de verdad.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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