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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

¿Tiene la mayoría siempre la razón?

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Magdalena Entrenas

28 de diciembre de 2024 19:34 h

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Difícil respuesta en los tiempos que corren ¿No creen? Seamos sinceros, aunque sea en la soledad de la íntima reflexión de final de año. Un año de guinda, si de mayorías se trata y, más aún, si hablamos de mayorías formadas por extrañas y contradictorias minorías. Esa es otra … ¿es lo mismo una mayoría homogénea que una mayoría de muchos desiguales? Está claro que en términos aritméticos claro que sí. Ocho es igual a ocho. El problema surge cuando hay ocho verdes y nueve de tantos colores como el arco iris y se trata luego de decidir un color. 

El 2025 llega con la segunda parte de la sorprendente serie de Netflix, El Juego del Calamar. La serie más vista de la historia de la plataforma. Algo que ni se esperaba, ni la serie, en principio, era apta para cualquier sensibilidad. Pero resulta que ver a unos coreanos compitiendo en juegos infantiles, de manera cruel, macabra y sin humanidad, hasta incluso la muerte, por un suculento botín, nos resultó familiar a todos: competitividad extrema, injusta desigualdad y capitalismo salvaje. 

La pregunta que les hago hoy, cuando la reflexiono a solas y en carne viva, me la suelo contestar en sentido afirmativo, reconciliándome siempre con mis principios democráticos. Es el único camino - me digo-. Hoy, a punto de encarar el año 2025, el año de la serpiente de madera, según el ancestral zodíaco chino, el de los cambios profundos, aquella respuesta firme de otrora se torna en preocupante incertidumbre. 

Trump ha sido elegido por la mayoría. Trump será presidente de EEUU en 15 días y esa mayoría que lo votó, lo siento, no puede tener razón. No, si el resultado es que el loco más rico del mundo se dedique a jugar con la NASA, no para proteger el planeta, sino para conseguir su sueño personal de ir a Marte a jugar con otros millonarios. El bien social ni lo huelen. No, si se mofan de Europa y apoyan de ella a sus peores minorías. No, si aumentan con asfixia los aranceles a los productos europeos; no si anuncian deportaciones masivas e indiscriminadas de seres humanos y no, rotundo, si afirman - no es broma - que el objetivo es comprar Groenlandia, anexionar Canadá como Estado 51, o quedarse con el Canal de Panamá. Así, sin anestesia.

Premonitoriamente, el creador de la serie El juego del calamar, adelantó que, en esta segunda parte de la serie, que llega cuando Trump, hay nuevas pruebas y una tremenda novedad: los concursantes de los macabros juegos votan después de cada prueba si abandonan todos juntos la competición y se reparten el botín. El ingenioso creador adelantaba que lo hace porque cree que ha llegado el momento de poner sobre la mesa si la mayoría siempre tiene la razón. Ya ven. Estamos ahí los dos. 

Visto lo visto no puedo ser optimista a nivel global con algunas mayorías de consecuencias tan nefastas como aterradoras. Y, lo siento, tampoco me molan los resultados de la mayoría de minorías que de manera próxima aquí me toca. En fin, creo que voy a esperar a ver cómo Hwang Dong-hyuk ha resuelto la cuestión en la serie. A lo mejor me da alguna idea para recuperar mi confianza en la mayoría. La fe, a secas, ha dejado de bastarme.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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