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Alamin, el niño saharaui que este verano no ha viajado a Córdoba tras perder a su madre y su hermano recién nacido

Alamin, el año pasado.

Alejandra Luque

11 de julio de 2025 20:05 h

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Alamin tiene diez años. Nació en el campo de refugiados de Tinduf, donde vive junto a su familia. Desde hace tres años participa en el programa Vacaciones en paz, que permite que menores que viven en esta zona de Argelia pasen el verano en Córdoba, alejados de la realidad tan dura que afrontan día a día. Hoy, sus madres de acogida -Beatriz y Rocío- sobrellevan su ausencia mientras que el resto de familias disfrutan de los niños a los que han acogido. Pese a su temprana edad, Alamin comunicó a esta pareja cordobesa que no viajaría este año a Córdoba para intentar ser de apoyo a su familia tras los repentinos fallecimientos de su madre y de su hermano recién nacido.

La historia de Alamin es la de la pobreza; la de miles de niños que nacen en los márgenes del mundo, donde la pobreza no solo significa la falta de recursos, sino también la negación de derechos como la salud. Lo que para muchos es rutina —como tener una revisión médica, una incubadora para cuando tu hijo nace en condiciones desfavorables o una red de apoyo—, para su familia es inalcanzable.

No fue hasta un día antes de partir de Tinduf a España cuando Alamin comunicó a sus madres de acogida que no viajaría a España. La tragedia sacudió a su familia el pasado mes de enero. Mientras estaban en los campamentos, su madre -embarazada de más de ocho meses- sufrió una subida de tensión y fue trasladada al hospital. Allí entró en coma, falleciendo una semana después. El bebé, nacido muy pequeño y sin los recursos necesarios para una atención médica adecuada, murió a los pocos días en la jaima familiar, ya de vuelta en el campamento.

Alamin, a la derecha, junto a sus madres de acogida, la bebé Sáhara y otros dos menores.

“Nos enteramos la misma noche de lo ocurrido. La madre falleció en el hospital de Tinduf y el bebé, tras pasar dos días en una incubadora casera, murió poco después. Todo fue desgarrador”, relata con emoción Beatriz, la madre de acogida de Alamin. “Desde entonces, él se ha hecho cargo de su otro hermano pequeño. La vida le ha quitado la niñez de golpe”.

Beatriz y Rocío llevan siete años vinculadas a la familia de Alamin. Antes que él, Rocío acogió durante cuatro años a su hermano mayor, Mohamed, que hoy tiene 18 años. Ahora, esta familia de acogida ha tenido que afrontar un verano sin él. “Siempre ha sido un niño risueño, agradecido, disfrutón… Representaba todo lo bonito que es Vacaciones en Paz. Y todo el mundo ha sentido que este verano le han arrebatado la infancia”. Alamin tiene dos hermanos mayores y uno más pequeño. Su madre nunca pasó reconocimientos médicos debido a esa falta de recursos. Jamás pasó nada, pero la pobreza hace a cualquier persona vivir siempre al límite.

Con su padre en el frente, tal y como explica Beatriz, el menor ha optado este año por no viajar a Córdoba para cuidar de su hermano pequeño. Su hermana mayor, con 28 años, ha dado a luz recientemente y su hermano mayor se busca la vida para poder ayudar económicamente a la familia. Aunque la decisión ha dolido sobremanera a la pareja, que tiene una niña de dos años llamada Sahara, la ha entendido y respetado. “Sabemos que ahora lo importante es que estén juntos y sobrevivan este duelo

“Anímicamente estamos regular”, reconoce Beatriz, “pero entendemos y respetamos su decisión. Lo importante ahora es que estén juntos y sobrevivan a este duelo. Volveremos a abrazarnos pronto porque nuestra intención es viajar hasta los campamentos”, afirma esperanzaba quien es también una de las principales caras de la Asociación Cordobesa de Amistad con los niños y niñas saharauis (Acansa), que hace posible este proyecto.

Alamin, a la izquierda, junto a Sáhara y otros dos niños de acogida.
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