Los cuatro jinetes del Apocalipsis simbolizan los males que vendrán al fin del mundo. A veces pienso si no estaremos llegando a una suerte de Apocalipsis político, esa palabra griega que significa en realidad “revelación” ¿llegará la revelación final de este culebrón?
Aquellos cuatro jinetes no iban en peugeot, sino en caballos. Uno blanco, la conquista. La gloria de los que se creen intocables en el poder; el segundo en el rojo, símbolo de la guerra y el conflicto, a lo que estamos tan acostumbrados; y, el tercero, el caballo negro, que representa la hambruna. La escasez de valores y principios. Sí, queda el cuarto jinete. Es pálido, macilento, color cadaver. Se llama muerte. Ya me dirán a qué suena todo esto.
Premonitorio es lo de X-Men Legends II, Rise of Apocalypse, cuando los cuatro Jinetes eran mutantes poderosos que se llamaban Abismo-Abalos, Mikhail Rasputin-Koldo, Holocausto-Cerdan y, el último, Arcángel. No, no el Arcángel de Córdoba. El otro. Es broma. Ya saben.
El caso es que mientras llega el desenlace, la revelación, advierto con total preocupación (añadida a la que ya tengo ante esta apocalíptica situación) la perdida de objetividad del cuarto poder. La prensa. Y es que es alucinante como el tratamiento periodístico de las noticias es totalmente distinto en según qué medio.
Es verdad que la prensa nunca fue objetiva al cien por cien. La línea editorial existe y parece lógico. Pero de ahí, a lo que hoy está ocurriendo, va un tremendo abismo. El abismo de pérdida de valores y radicalización que nos está arrastrando a todos como sociedad.
Desde los grandes titulares del mundo, a las noticias más cercanas, desde lo remoto, a lo próximo, la realidad es que la información que nos llega es diferente en según qué medio escuches, veas, o leas. Siento que muchos medios han dejado de informar para tratar de adoctrinar. O, al menos, lo intentan. Amén de despreciar otras opiniones distintas a las que le vienen impuestas por quienes financian.
La otra mañana dos amigos me contaban sus nefastas experiencias con la prensa, quejándose de lo mismo. Titulares sensacionalistas que no se ajustaban a lo que habían declarado. Tergiversación de sus palabras y conclusiones inexactas. Según qué prensa sea y según qué interese, así es el tratamiento de la información. No es lo que diga el personaje, es como se traslada lo que ha dicho. No es lo que explique, es el titular que colocan. La objetividad está demodé.
Esa misma mañana, a las puertas de un Juzgado, lo experimente yo misma. Al llegar, cierta prensa me pidió información de un asunto judicial al que iba y que copaba los titulares. A la salida del acto judicial, me presté a darles la información requerida. Les ofrecí los datos de lo actuado y les hice ver que el titular que habían sacado el día anterior era, como mínimo, incompleto. Tal vez tendencioso. Eso sí, periodísticamente efectivo. Si efectividad es llamar la atención de “sus” lectores y dar gusto a sus patrocinadores. Escucharon y tomaron nota de todas mis respuestas con interés … ¿y saben que ocurrió? Nada. Silencio. Al revés, contraprogramación… ¿prensa objetiva? No. Fontanería. Otro tipo, pero fontanería también.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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