Desde mi propia identidad laical
En serio: vivimos un momento único en la historia del cada día. Nos enfrentamos a realidades que desconocíamos hasta ahora pero, no nos engañemos, siempre han estado ahí. Unas nos enorgullecen como raza; otras, así es, nos avergüenzan. Dicho está.
Y siendo, precisamente, este instante el que te ha tocado vivir, y no de mala manera como a otros, también es verdad, siento comunicarte, padre, que no se aprueba con un 5. No. Ahora y siempre creo, dada la profesión, todo lo que esté por debajo de un 10 me temo que es suspenso.
De manera que: a rozarse, a bregar, a traer y a llevar, a ir y a volver, todas las veces que hagan falta, a saludar (mi hija de cuatro años lo hace con tal naturalidad...) y a perdonar, aunque esté de más el decirlo, y a hincar la rodilla, y a querer, y a amar hasta que duela... ¿No era así?
En serio: los curas mediocres que sigan pescando peces; para eso ya estamos los cristianos de a pie.
— El primer paso para afirmar nuestra identidad sacerdotal es aceptar que hemos sido llamados “no por nuestros méritos, sino por su gran misericordia.”identidad Pues nada: a Dios rogando... (El rotulador)
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