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Dos faros, una devoción

Rafael Ávalos

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Córdoba vive una intensa noche, como cada 16 de julio con las salidas procesionales de la Virgen del Carmen de San Cayetano y Puerta Nueva

Cuando las puertas de los templos quedan abiertas de par en par el sol permanece, con toda su luminosidad, sobre Córdoba. La noche, en estas fechas, tarda en llegar. O quizá es el día el que se resiste a abandonar. Claridad existe todavía en el instante en el que tanto en Puerta Nueva como en San Cayetano se imagina, y siente, el Monte Carmelo. Una devoción intensa, desbordante por momentos a lo largo del caluroso final de sábado, impregna cada rincón de esos dos puntos de una ciudad que, por un día, tiene alma marinera. De repente, dos focos de luz infinita alcanzan centenares de corazones. La oscuridad es imposible ante Nuestra Señora del Carmen, allá donde estuviera. Como cualquier 16 de julio.

Después de una semana, unos días más, de culto Córdoba late con más fuerza y con un ritmo mejor. Si bien el cielo es claro aún, la luz es necesaria. Sobre todo en tiempos de desconcierto y, mucho más, de desasosiego y horror. Sobre todo tras una nueva demostración de insensibilidad. La que tuviera lugar el pasado jueves en Niza, donde el castigo que el ser humano acostumbra a propinarse a sí mismo muy de vez en cuando cobró forma aterradora una vez más. Es indispensable un faro. Y en Córdoba hubo dos este sábado. Dos faros que alumbraron el viaje por el mar de la vida de numerosas personas, fieles y cofrades, también turistas, que quisieron estar junto a Nuestra Señora del Carmen. Como cualquier 16 de julio.

En primer lugar comenzó el camino de la Virgen en Puerta Nueva. A las ocho y media, cuando todavía era más tarde que noche y con el calor muy presente, dicho templo acogió el inicio de unas horas cargadas de sentimiento. El cortejo de la que ya es una nueva hermandad de pleno derecho recorrió a plena luz, que también fue, más si cabe, la de su titular, el barrio de San Pedro rumbo a la Mezquita-Catedral. Tuvo este sábado un significado, por doble razón, para los fieles de Nuestra Señora del Carmen en la parroquia ubicada junto a la Ronda de Andújar. La corporación dirigió sus pasos hasta el primer templo de la Diócesis con motivo del Año Jubilar de la Misericordia. Lo hizo con los sones de la Banda de Música Santa María de la Merced, que dedicó sus oraciones musicales a María a lo largo de una procesión que se prolongó más allá de la medianoche.

Superado el 16 de julio e iniciado el 17 concluyó también el recorrido por las calles de Nuestra Señora del Carmen Coronada, Madre en San Cayetano. La archicofradía radicada en la iglesia conventual de San José comenzó su trayecto por Córdoba después de un último acto de culto en el interior del templo -la salida también lo es, de manera pública-. Tras la Fiesta Principal de la hermandad, la comitiva de ésta inició su trayecto a las nueve. La Virgen, al igual que el Niño, presentó importantes estrenos. También Santa Teresa de Jesús, que de nuevo, como titular que es de la corporación de Gloria, completó una procesión que alcanzó uno de los lugares más emblemáticos -y especiales en los últimos meses, en torno a Nuestra Señora de los Dolores- de la ciudad, como lo es la plaza de Capuchinos. Tras su bajada de la Cuesta del Bailío, el otro faro alumbró hasta el regreso a su templo.

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