El aumento del gasto en Defensa en Europa pone en jaque el futuro del campo en Andalucía
Por primera vez en más de una década, Bruselas ha puesto de acuerdo a todas las administraciones, a todos los agricultores, ganaderos y trabajadores del campo andaluz. La propuesta de presupuesto de la UE para el periodo 2028-2034 que presentó hace una semana la Comisión Europea prevé quintuplicar el gasto militar. Pero aunque hay un leve incremento presupuestario, ese dinero tiene que salir de algún sitio. El equipo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha decidido que el recorte será financiado a costa de la Política Agraria Común (PAC), uno de los pilares europeos que ha garantizado que el medio rural no se hundiera.
A pesar de que el campo ha sido uno de los quebraderos de cabeza de la UE en los últimos años, con movilizaciones que paralizaron varias capitales, el presupuesto recoge un recorte para la emblemática PAC, que hasta ahora tenía una cuantía total de 378.000 millones de euros que ahora se quedan en 300.000 millones de euros. El hachazo supone una caída de entre el 20 y el 22% de lo que perciben los agricultores y ganaderos europeos, y tendrá una especial incidencia en Andalucía.
Andalucía es la región que más depende de la PAC. El 25% de las ayudas que recibe España acaban en Andalucía, por un histórico sector agrícola y ganadero muy fuerte, que adquirió unos históricos derechos. En total, se calcula que hay 250.000 explotaciones agroganaderas en Andalucía que perciben una ayuda anual media de 6.050 euros (la media nacional es de 7.750 euros).
La subvención
La “subvención”, como popularmente se conoce a la PAC en el campo andaluz, es una ayuda que garantiza la viabilidad de las explotaciones y que ha sostenido a la población rural. Un recorte del 20 al 22% supone que a partir del año 2028 cada explotación perciba unos 1.210 euros menos. La ayuda quedaría, de media, en 4.840 euros, algo que convertiría en inviable a miles de explotaciones agroganaderas andaluzas.
La PAC ha garantizado, de forma histórica, que en Andalucía se siga cultivando el campo. El cereal, el algodón e incluso el olivar menos productivo (el de la sierra) ha dependido de las ayudas europeas para sobrevivir. Ahora se teme que ese recorte sea la puntilla definitiva a algo que ya está ocurriendo: el abandono masivo de explotaciones agroganaderas y, por tanto, un nuevo éxodo del campo a la ciudad.
El recorte de la PAC llega en un momento especialmente delicado para el sector. La inflación y la guerra en Ucrania ha disparado los gastos de producción. Cada vez es más caro sembrar, con unos productos fitosanitarios con precios por las nubes. Pero también es cada vez más difícil vender. La volatilidad de los precios afecta a un sector que para acudir al mercado sigue dependiendo de grandes fondos de inversión y está afectado por una especulación que siempre se ceba con el productor. Los precios que pagan los consumidores en los supermercados distan mucho a los que perciben los productores. En algunos casos se documentan diferencias superiores al 500%.
A esta falta de perspectivas se suma otro problema añadido: el relevo generacional. En pocos años, el campo perderá por edad a miles de agricultores y ganaderos que carecen de relevo. Sus hijos o herederos han optado por otras profesiones más rentables y prósperas, que una que depende en exceso de variables que no pueden controlar. El cambio climático también se está cebando con un sector en el que cuando no hay una sequía extrema que tumba las producciones está afectado por unas lluvias torrenciales o el pedrisco.
Éxodo rural
La PAC se creó en 1962 para garantizar la viabilidad de las explotaciones agroganaderas en Europa. Tras años de dependencia de Estados Unidos y la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, la PAC contribuyó eficazmente a que Europa lograse su soberanía agrícola. Este enorme gasto de fondos públicos logró que los agricultores y ganaderos europeos pudieran vender a precios de mercado sin tener que sufrir fuertes pérdidas en un contexto mundial en el que ya era más barato producir en países pobres.
España se incorporó a la UE en 1986 y la PAC llegó para salvar a un sector en crisis, que durante décadas se mantuvo con vida. En Andalucía, la PAC ha evitado un enorme éxodo rural y ha sostenido la población en las agrociudades de interior, muy azotadas por la crisis de los años setenta.
Ahora, la propuesta de la Comisión Europea ha logrado algo impensable hace poco tiempo: la unidad. El ministro de Agricultura, Luis Planas, el consejero de Agricultura, Ramón Fernández Pacheco, las organizaciones agrarias y los sindicatos han anunciado un frente común para oponerse a un recorte que saben que ataca directamente a la línea de flotación del interior de Andalucía.
La propuesta ha llegado en pleno verano, en un periodo en el que finalizan muchas campañas agrícolas y los productores descansan tras un año de duro trabajo. Pero el sector ya ha anunciado que volverán las protestas y que en breve los tractores tomarán las carreteras, las ciudades y Bruselas.
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