Una noche más
“Qué gran día el que hoy ha sido, no recuerdo qué hice ayer”. Es fascinante cómo una canción puede provocar un flashback de 15 años y recuperar sensaciones en estado de hibernación desde entonces. La mente hizo ‘click’, me dio el punto, tuve un cómplice, me puse la chupa vaquera, salió el sol en Madrid. ¡¡¡Dichosos 90’s… quién los pillara!!!
Pudieron ser Los Enemigos, o Doctor Explosión, o Los Planetas, pero fueron Los Hermanos Dalton quienes me movieron del sillón y despertaron al veinteañero salvaje que, según parece, todavía llevo dentro. Cantamos, bailamos, tomamos alguna que otra copa y sentimos los latidos de siempre, recuperando el pulso a una vida que parecía olvidada.
Dicen que el rock&roll, entendido como forma de vida sin dirección, alocada e irresponsable, no es compatible con la alopecia, con las canas y mucho menos con los hijos. Dicen. Llega un día en que la sensatez llama a tu puerta, o te encuentras con ella por la calle justo cuando los espejos ya no devuelven las miradas.
Madurez cuentan que se llama esa etapa en la que piensas con la cabeza, cuando ya te pareces más a tus padres que a tus hijos y te conformas con contar batallitas a los compañeros en el trabajo, aunque no sea el mejor lugar, para que no piensen que siempre has sido así.
Entonces la nostalgia se disfraza de canción para traernos una segunda oportunidad. Y aunque nada suena igual, ni puede ser como antes, uno disfruta la noche de autos perdiendo el tiempo y recordando que el pasado aún puede ser verdad, aunque sólo sea durante una noche más.
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