Sólo dos líneas
Pues a mí me gusta mi ciudad y estoy dispuesto a seguir trabajando para que mejore. Y hasta aquí el post de esta semana.
PD: Lo que pasa es que escribir dos líneas en siete días no es precisamente predicar con el ejemplo en una ciudad que necesita combinar esfuerzo y buenas intenciones, y me ha dado el punto de escribir unos párrafos más para explicarme.
Mi vaso se colmó después de la Cabalgata de Reyes Magos. Habiendo motivos para poner pie en pared desde hace tiempo, ha tenido que ser algo tan simple como el desfile de carrozas de los Magos de Oriente el que me haga decir “basta ya”. Basta ya de sectarismo, de críticas o elogios en función del color, de encumbrar la obra propia y echar tierra a la del vecino, de enaltecer lo que hacen los de ahora y vilipendiar lo de los de antes. Y viceversa.
Tomar el ejemplo de la Cabalgata de Reyes Magos no es un recurso estilístico baladí, más bien es la muestra más clara de lo que quiero decir. Que la Cabalgata de Córdoba es un desastre histórico lo sabemos todos los que llevamos a nuestras criaturitas a ver a sus Majestades de Oriente. Lo es, lo era y lo será si la única alternativa es decir “la nuestra es la buena, los otros la hacían peor’, cuando lo más fácil y realmente productivo es visitar las ciudades donde se hace bien y preguntar.
En ese círculo vicioso estamos con todo, desde el carril bici, los Patios, el Parque Joyero, Agrópolis, el C4, la reforma del Puente Romano o cualquier iniciativa económica, cultural o social. Y no estoy hablando sólo de políticos: periodistas, abogados, médicos, empresarios, arquitectos, escritores, taxistas, músicos, blogueros, tuiteros y hasta yo mismo me meto en el saco del sectarismo inútil.
Afortunadamente, en ese desierto de negatividad hay algunos oasis de mentalidad constructiva que animan a pensar que entre todos podemos transformar Córdoba en una ciudad en la que todos estemos contentos de vivir. Los hay, de verdad, aunque les cuesta transmitir todo su positivismo y corren el riesgo de que sus propuestas, buenas o malas, acaben sepultadas sin argumentos por quienes prefieren mantener prietas las filas.
Me bastaban dos líneas, pero ahí llevan cinco párrafo. Entenderé que no les guste y me critiquen, pero agradeceré mucho más que me expliquen cómo hacerlo mejor.
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