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El gran calambre

Eusebio Borrajo

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A lo tonto a lo tonto, nos plantamos en el 21 de diciembre de 2012 sin darnos cuenta. Tanto trabajo, tantas ocupaciones familiares, tanto ordenar armarios poner lavadoras, tanto discutir de Mourinho y llega el fin del mundo sin darnos cuenta. Lo malo no es que me dé el punto y escriba del posible fin del mundo, lo malo es que tengo una curiosidad supina por saber si Los Mayas tenían razón o no.

Porque no me diréis que no es suerte tener entrada para el fin del mundo. No pudimos ver el Big Bang, ni el entierro de Cleopatra, ni el Descubrimiento de América, pero poder asistir al fin del mundo debe ser como si te regalan dos entradas de palco para la final del Mundial de Sudáfrica.

Y luego está el cómo. ¿Qué habrán preparado Los Mayas? ¿Será una explosión cósmica, o un apagón de luz, o nos tragará un agujero negro? Aunque, puestos a elegir, prefiero ver luz, oír truenos, que se abra el cielo azul y nos volvamos todos buenos, plagiando la mítica canción de Los Enemigos (guiño, sí, he dicho plagio, guiño, guiño).

El caso es que este fin del mundo me viene mal, tengo comida de empresa y pensaba tomarme unas copas con los compañeros, amén de los garbanzos de mi amigo Quino Fayos, que este año son el sábado y que por culpa de una profecía a destiempo me voy a quedar sin probar.

Fastidia también no volver ver al Córdoba en Primera, ni el Palacio de Congresos, ni saber si Sandokán acabará pagando la multa o lo hará su prima ‘la pelá’. Cómo diría Gila, “que digo yo” que Los Mayas podrían haberlo puesto después de Reyes, para al menos comernos el turrón y luego evitar la cuesta de enero y las rebajas. Las rebajas… eso si que es el fin del mundo…

En fin, que siguiendo las recomendaciones de los expertos en ‘findelmundología’ maya, y por lo que pudiera pasar, con estas líneas me despido de los lectores, le digo a la Agente Lázaro que la quiero, pido perdón por todas las tonterías que he escrito en los últimos cuatro meses y esta noche me agarraré una cogorza con los compañeros de Blogópolis brindando por un medio llamado a grandes cotas pero que, por culpa de los puñeteros Mayas, nunca recibirá el Premio Ciudad de Córdoba de Periodismo.

Y digan lo que digan Los Mayas, ¡¡¡feliz Navidad por adelantado!!!

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