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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Panoli

Panoli

Juan José Fernández Palomo

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Podemos encontrar con facilidad en los buzones, adheridos a las farolas o sujetos por los limpiaparabrisas de los coches anuncios del tipo “Se ofrece pintor de pisos, rápido y barato. Presupuesto sin compromiso” o “Todo tipo de reparaciones del hogar”.

O “Fontanero y jardinero a domicilio, interiores, terrazas”. También “Multiservicios del hogar: reparaciones de electrodomésticos, electricidad, albañilería…”

Los inquietantes “Cerrajeros 24 horas” (si los llamas en día festivo y de madrugada, ruina inminente).

E incluso: “Payasos, animadores. Fiestas infantiles, cumpleaños”.

Sin embargo, no se encuentran anuncios del tipo: “Se traducen sonetos de Shakespeare a domicilio” o “Comentarios de poesía del Siglo de Oro en el hogar”. Ni siquiera “Se imparten conferencias sobre Madame Bovary a domicilio. De fácil comprensión y económicas”.

El otro día tuve que llamar a una empresa de esas de multiservicios. Mi viejo horno eléctrico y la vetusta y descatalogada vitrocerámica que está sobre él se quedaron sin suministro eléctrico. Les eché un vistazo y diagnostiqué que alguna conexión se habría fastidiado o alguna pieza interior (a la que llamé muy libremente “condensador” o “transistor” o “pequeño transformador”) se habría jodido por mera y simple obsolescencia.

Llegó a casa un electricista que movió el aparato encajonado entre el mobiliario de la cocina y dio el veredicto correcto: “Es que está desenchufado”.

Con prestancia y profesionalidad, lo enchufó. A continuación dijo: “Ya está. Son solo treinta euros por el desplazamiento”.

Le pagué y me dije: “Tengo que salir a tomarme una caña y contar en el bar lo que me acaba de pasar; merece ser contado”.

Pensé que si me diera por buzonear en los bloques del barrio un anuncio del tipo “Se ofrece filólogo y lexicógrafo en casa. Define y explica cualquier término del idioma”. Es posible que alguien me llamara para que le explicase la palabra panoli.

Y yo, con gran profesionalidad, le diría: “Panoli; dicho de una persona: simple y fácil de engañar”. A continuación me señalaría la cara a modo de ejemplo palmario, cobraría mis emolumentos y me marcharía.

A veces creo que me equivoqué al elegir mi formación académica.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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