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En otra vida quizás...

Rakel Winchester

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-Por tremenda consideración que confieso tenerle... sólo le pido que me deje amarle  esta noche desde  el aire y la distancia sin que huya de mí... 

...Y el caballero elegante sonrió. Y ella percibió el brillo mágico de su mirada a través de los cristales de aquellas gafas de sol que nunca se quitaba. Y de aquella dentadura de dibujos animados.

Tenía frente a sí a una bella mujer tiritando en la bañera, rebozada en lencería fina y, aunque pensaba que también un señor con su edad  y herido de bala tenía derecho a morir con una preciosidad joven entre sus piernas, la lealtad profunda hacia su hogar, la suya, que era la verdaderamente importante, le impedía sentir algo que no fuese etéreo. Caminó hacia atrás hasta salir de aquella estancia, dejando la puerta abierta y acomodándose en una silla bajo el marco de madera  desde el cual tenía un campo de visión que parecía escogido por el ojo de un director de cine.

Ella tampoco hubiera sido capaz de tocar su cuerpo.  Era tal su admiración y respeto por aquel varón enchaquetado que ni podía tutearle. Y aunque deseaba con todas sus fuerzas que el baile de sus caderas danzara al ritmo del débil retal de corazón escondido en aquel hombre,  se hubiera ahorcado con su sonda si al finalizar el baile  sus vísceras hubieran dejado de bombear al caer rendida doblando su espalda hacia atrás.

Ni siquiera podía contárselo a nadie. Porque nadie entendería aquel querer repentino.

Hubiera amado a ese tipo con cualquier edad. Un alma sabia vivía dentro de ese cuerpo desde su nacimiento y ella lo sabía. El envase era lo de menos. Invisible.  Ella amaba al alma.

Se colocó bajo la ducha esperando calmar tanto alcohol en su sangre y cerró los ojos. El anís nunca fue buen compañero, pero para ella era agradable aquel efecto como de alucinógeno. Le hacía perder la vergüenza y, en ese caso, hasta olvidar que llevaba aún las braguitas y las medias puestas.

“No puedo creer que es verdad

que tanta felicidad

haya llegado hasta a mí

y simplemente aprendí

que el cielo siento alcanzar

pensando que voy a amar

por eso no puedo así

quitar mis ojos de ti...“

...Ella tarareaba una canción ajena a su mirada.

-Le agradezco que haya sabido torearme con tanto cariño y sin hacerme sentir mal. Menuda noche que le he dado... Como ve usted, igual que me emborracho, me desemborracho... -gritaba desde la bañera intuyendo lejanía -si no llega aparecer no habría podido llegar nunca...- Aquel agua hirviendo comenzaba a sonrosar su cuerpo desnudo del que salía tanto vapor que él sintió un impulso por desprenderse de sus lentes empañadas. Pero no...  eso le convertiría en vulnerable y no quería provocar malentendidos.

Estaba acostumbrado a frenar sus impulsos.  Era un mecanismo de defensa que la vida había tallado en él. Tres veces sintió ahogarse. Tres veces sintió no poder escapar. Tres veces entregó tanto amor, de manera tan salvaje y con tan tremenda devoción, que su corazón extenuado dejó de regar. “El corazón es la bomba y la sangre es la alegría”. Y la ausencia de alegría secó sus entrañas por tres veces.

-A mí la vida me la chufla, ¿sabe usted?. Se me está haciendo larguísima. No quisiera asustarle, pero es así.  Y cuando bebo la entretengo. De hecho, en cuanto tenga la seguridad de que hay fiesta al otro lado, pegaré el salto...  pero no consigo recibir ninguna pista... Cuando escucho un ruido miro hacia el techo y grito a mis colegas que volaron: “si eres tú haz otro ruido igual”...pero nada... no hay señal... - charlaba como una cotorra a un volumen que denotaba no calcular la distancia a la que aquel caballero se encontraba. Y reía entremedias, aún chispada,  para restar importancia a sus palabras.

-A lo mejor les es muy complicado volver... o sólo les dejan hacer una llamada desde allá, como en el trullo...-ella sonrió y se le llenó la boca de jabón.  Le fascinaba escuchar cómo traducía las cosas.

-¿Le parezco a usted una majareta?- cortó el agua, cruzó los dedos y deseó con todas sus fuerzas que su respuesta la hiciera feliz.

-Sólo le digo que usted es así y así es bella- ella sintió alegría y la primera lágrima de la noche brotó de su ojo izquierdo, el de las emociones...

Se asomó por la mampara de la bañera y, al verlo tan cerca, templó su voz...

-Nada más quería que supiera...que no he podido evitar decirle todo lo que le he dicho esta noche... que es mi desapego a la vida quien me hace decir todo lo que siento cuando lo siento, sin importarme recibir algo a cambio. Sé todo sobre usted. Todo lo que necesito saber para darme cuenta que no debería... pero es que... no sé controlar ahora mismo mis impulsos... -se echó gran chorreón de gel en su mano sin dejar de observarlo. Fíjamente. Sin poder dejar de observarlo....

“...Tú tienes que perdonar

mi insolencia al mirar

toda mi culpa no es

me he enamorado esta vez

difícil es insistir

sin ti no puedo vivir

por eso no puedo así

quitar mis ojos de ti... “

-Por mí no se preocupe. Admiro a las mujeres libres; librepensantes, libreactuantes...-Yo me quedé en anís-actuante... -

ahora fue él quien sonrió... y el reflejo luminoso de sus dientes se fundió con las estrellitas de colores de Candy-Candy-feliz que brotaron de la bañera como fuegos artificiales.

No podía comprender cómo la presencia de aquel hombre al que sabía no iba nunca a poseer le turbaba tanto los sentidos.  Su mano había dejado de enjabonar su vientre  para acariciarse por tan sólo tenerlo enfrente. Algo en él había borrado de un soplido su educación, su compostura... Y aunque en ningún momento alimentó la posibilidad, en un acto de cariño y generosidad le estaba permitiendo sacar a la albañila que llevaba dentro sin incomodarla. Porque él ya sintió por tres veces el ser vulnerable y el miedo a abrirse a lo que amaba. Tres veces se olvidó de sí mismo colocando en el plano más importante a los demás... que tres veces se ahogó y creyó no poder salir.

-Anoche quería morir, hoy ya no... -susurró  mientras abría sus braguitas y se echaba agua con la alcachofa de la ducha. Agua para apagar el fuego que.... bufff...  le quemaba... Ya no sonreía... ahora temblaba... El caballero elegante había desaparecido. El filtro de su confusión nada más que percibía al bruto, al macho,  al neardenthal... Esa ceja ancha, esa melena, esas manos, ese cuerpo... Su nariz respiraba sexo, gruñidos, tirones de pelo...

-Cualquiera lo diría... es usted un tiovivo de colores y de vida... aunque yo sé lo que es eso y la comprendo. Siempre buscando...

El chorrito de agua no calmó su deseo, más bien lo avivó... No necesitaba follar con él físicamente. Su voz era el ingrediente. Su estampa. Su existencia.

-Siga hablando, por favor... cierre los ojos, tape sus oídos, pero no deje de hablarme...

Y a la misma vez que él colocaba las palmas de sus manos a ambos lados de su cabeza, ella se quitó las bragas y se colocó en cuclillas en la bañera con las piernas abiertas, sin perderle ni un segundo de vista esa cara preciosa,  dirigiendo aquel surtidor hacia su sexo...

-Pasé muchos años como usted, matándome a pellizquitos... y cuando estaba a puntito de morirme, me rendí..  Y entonces me curaron el corazón. Cuando suene el timbre del fin del recreo, no tendré miedo porque habré disfrutado como un niño en el patio. Pero, mientras me llega la hora,  na más que le pido a la vida que me deje disfrutar de los momentos de magia...

Ella levantó sus labios con dos dedos cimbreando sus caderas para controlar su placer. Estaba odiosamente excitada y comenzó a jadear despacito, al compás de su respiración. No quería dejar de mirar a aquel hombre bello, pero sus párpados ya tenían la vida propia con la que te que dota el gozo. Quizás nunca más se cruzaran en esta vida. Y con certeza sabía que sus labios jamás besarían su nuca mientras la agarraba desde atrás, ni se frotarían por su cuello comiéndosela a bocaitos...  y a besos... Ni  sus manos  fuertes acariciarían su vientre con ternura, introduciéndose por entre sus piernas, ni tendría un escalofrío al percibir sus dedos adentrarse en su vagina... aaaahh...  aunque na más que imaginarlo sintiera aquella muerte ansiada... y mucha rabia...

- Guárdeme un huequito en lo que le queda de corazón... un huequito aparte ... un huequito  imperecedero para reconocerme en otra vida... - hablaba exhausta por tener todos sus sentidos y su sangre concentrados entre los muslos. Soltó la ducha... con una mano se estimulaba el clítoris y dos dedos de la otra se adentraron en el interior de su cuerpo con el ansia de que fueran los de él... - y perdóneme... porque no puedo evitarlo... no he podido controlarme... no he querido.... no sé... aaaahhhh.... - la puerta hacia el orgasmo acababa de abrirse... Sus lágrimas de gusto se mezclaban con las de emoción y sentimiento... Cerró los ojos e inclinó la cabeza sin poder cerrar la boca... Dejó de respirar para sentir más y más  y notó cómo una cuarta parte de su corazón se arrancaba de su pecho yendo a encajarse en el poquitito que le quedaba a él... para siempre...

“Te quiero muchoy bien compréndelo, te quiero muchocon toda intensidad, te necesitote digo la verdad......Que yo te quiero muchoy pido sin cesar que no me dejeshoy que ya te encontrépues quiero amarte, siempre, quiero amarte...”

Y en la silla, una nota con una caligrafía perfecta:

No pierda nunca ese desparpajo. Las caramazapán no las quiero ni en los pretéritos perfectos. Siga usted igual de guapa y corralera, que eso es un don. Y  por favor, quítese  ese pellizco del alma. ”

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