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Universitarios a escena: el Grupo de Teatro de la UCO ante la pérdida de la vergüenza

Grupo de teatro de la UCO

Juan Velasco / Vídeo y Fotos: Alex Gallegos

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Por los pasillos del rectorado de la Universidad de Córdoba andaban este viernes un bufón, un militar, un cura y un ladrón con capa (no pregunten por qué, es absurdo). Eran poco antes de las 17:00 y, mientras en algunos baños corría la sombra de ojos y el maquillaje, en una sala de reuniones, dos jóvenes memorizaban sus líneas.

Faltaba entonces una hora y media para que el Grupo de Teatro de la UCO pusiera en escena Los árboles mueren de pie, una obra de Alejandro Casona, aderezada por esta compañía escénica amateur impulsada hace algo más de un lustro en el seno de la institución académica cordobesa.

Sus directores, Rosa Muñoz, filóloga, y Javier Morales, físico. Los dos están ultimando los últimos detalles de la representación que ha tenido lugar este viernes en el salón de actos del Rectorado, aunque sacan tiempo, y aparcan el nerviosismo, para atender a Cordópolis.

Muñoz explica que el Grupo de Teatro de la UCO ha llegado a sumar hasta 56 componentes, y en él se han integrado profesores y personal de la universidad. Fue Rafi Bujalance la que, en 2017, decidió impulsar esta compañía, primero en Filosofía y Letras y después desde el Rectorado. Aunque pronto supo que ya se había desarrollado de forma intermitente, la compañía teatral de Filosofía y Letras llevaba años sin estar activa, por lo que aquel fue el germen del actual Grupo de Teatro de la UCO.

Tras la marcha de Bujalance, el testigo lo tomaron Muñoz y Morales, que hoy codirigen al grupo de actores, que ensaya viernes y domingos y que trabaja en cinco obras solo para este curso 2020-2021. Una de ellas es Los árboles mueren de pie, de cuya dirección se ha encargado el propio Javier Morales.

El director explica que la obra que van a llevar a cabo parte del teatro cómico y del absurdo para acabar siendo una pura tragedia. No obstante, aclara que es una obra muy entretenida y con un punto único aportado por la compañía. “Sin duda, la profundidad del papel de Julia como la abuela, que en esta representación muestra una increíble gama de emociones: borracha, triste, emocionada...”, explica Morales, que también actúa en la obra, ya que, a falta de un mes para el estreno, se cayó uno de los actores principales, y él tuvo que coger el papel.

Para el joven director y para su compañera, este vértigo ensayístico y escénico es parte de la tarea que viene con el grupo. Como lo es también la dificultad para encontrar actores, que siempre son minoría frente a las actrices. “A los chicos les cuesta más”, asegura Muñoz. Este viernes la cosa está equilibrada, aunque sigue habiendo más chicas en el escenario dentro de un plantel de 13 actores y actrices, todos ellos vinculados a la UCO y que han dado su tiempo por llevar a escena la obra.

En este ámbito, Morales reconoce su entusiasmo por el grupo. “Yo soy de ciencias puras y estar en el teatro me ha ayudado en muchos aspectos” -afirma-. Entre ellos, más allá de los lazos y amistades que ha podido hacer en estos años, enumera algunos: “Te ayuda a expresarte, a comunicarte en público y, sobre todo, a perder la vergüenza”.

Cuando queda poco menos de una hora para que se abra el telón, el grupo coincide en el salón de actos del Rectorado con la actriz Irene Lázaro, que ha estado haciendo uso de este espacio un poco antes. Lázaro charla con un grupo de actrices y escucha todos los proyectos que se traen entre manos y se reconoce impresionada por el ímpetu y la energía del grupo. Además, recomienda que estemos atentos a la próxima función, que es todo un clásico: La casa de Bernarda Alba, dirigida en este caso por Rosa Muñoz.

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