Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Joaquín Dobladez: “Dudo que haya un sector crítico en el PSOE”

.

Manuel J. Albert

0

No siempre hay puertas giratorias para los políticos que dejan su actividad pública. Cuando Joaquín Dobladez (Córdoba, 1971) fue cesado de su cargo de delegado de Cultura en Córdoba, lo único que giró fue el pomo del Servicio Andaluz de Empleo. Corría el verano de 2011 y nuestro entrevistado había formado parte de un grupo que trataba de cambiar el rumbo al PSOE de Córdoba, controlado por el todavía secretario provincial y presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán. Aquel conato frustrado terminó costándole el cargo a Dobladez y ni su puesto como delegado ni el histórico papel que jugó su padre en el partido ni su reconocido pasado como coordinador del Instituto Andaluz de Empleo, le protegieron.

Un lustro después, el exdelegado se ha reinventado. Ahora forma parte de un proyecto empresarial ligado a la cultura y ve desde la barrera los vaivenes de su partido de toda la vida. Unas idas y venidas protagonizadas, en muchos casos, por aquellos con los que él y unos pocos chocaron políticamente y que en este corto periodo de tiempo han ascendido hasta lo más alto, como Susana Díaz, presidenta de la Junta. Sobre ella, pero también sobre el arte de reinventarse tras una ruptura como la que él sufrió hablamos con Dobladez.

Sentados en un rincón del restaurante Gran Capitán, 37, Dobladez se asoma desde la barrera para hablar del panorama político actual, de sus circunstancias personales y de su partido. Sin ápice de rencor y sí con unas leves gotas de tristeza -más apreciables en el plano corto y gestual que en su discurso verbal- nuestro invitado brinda una hora de charla a CORDÓPOLIS.

PREGUNTA. Empezaste pronto en política.

RESPUESTA. Comencé muy joven en cargos de administración vinculados al movimiento estudiantil y luego es cierto que por muchísimas razones entré a militar primero en las Juventudes Socialistas y luego en el Partido Socialista. Estuve aproximadamente diez años en el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) si contamos la etapa en la que estuve como coordinador provincial. Y después, estuve dos años como delegado provincial de la Consejería de Cultura en Córdoba. Así que son 12 años que suponen una etapa muy importante de mi vida en cargos de representación política dentro de instituciones públicas.

P. Y cuando se termina, ¿cómo haces para reinventarte? No existen manuales para casos como el tuyo.

R. (Risas) No, no existen manuales. Por otro lado, tampoco creo que sea muy distinto a otros procesos de reciclaje que tenga que acometer cualquier persona que lleve trabajando una década en un mismo sitio para, de pronto, dejar de estar en ese puesto. En mi caso particular, creo que fue importante el momento en el que ocurrió porque había ciertas dificultades en el ámbito laboral.

P. Hablamos de 2011. El país caía a plomo.

R. La crisis era total y yo me encontraba en una situación muy parecida a la que sufría otra mucha gente. Reinventarse, aunque no es fácil, es muy sano. Sería recomendable el que en una misma vida se puedan vivir varias. Tal vez eso es más común en culturas de otros países que en la nuestra, pero es algo que a mí al menos me ha permitido reencontrarme con ciertos aspectos de mi vida y explorar nuevos caminos que a veces han salido bien y otros mal. Sin duda, hay que explorar más de uno hasta dar con la tecla.

Tras ser delegado de Cultura me fui al paro

P. En tu caso diste un paso al lado y dejaste la carrera política para emprender otra. ¿Crees que existe un problema con quien concibe la carrera política como una profesión en sí misma?

R. En nuestro país es habitual ver que alguien que alcanza una cierta relevancia en un partido político la acaba desarrollando a lo largo de toda su vida laboral. Pero cuando antes hablábamos de las reinvenciones personales después de cambios profesionales, tengo que decirte que en el caso de la política tiene unas particularidades. El hecho de salir de la política en este país y en este momento es más un peso a la hora de reorientar tu vida laboral que una ventaja. Nos encontramos que hay mucha gente que por el hecho de que tú has estado en política recela de ti por diferentes razones. Y eso se agudiza cuando tu reorientación personal sigue vinculada de alguna forma con lo público; entonces es como si tuvieses una pistola en la cabeza. Sin duda es un proceso complicado. Creo que sería saludable naturalizar esa relación de entrada y salida entre lo público y lo privado. De la misma forma que pienso que es muy interesante que en la política y las instituciones públicas entre gente que pueda llevar el conocimiento y la experiencia del trabajo que haya desarrollado en el ámbito privado. Creo que, igualmente, es interesante también que el conocimiento y la experiencia adquirida en la actividad pública se puedan aprovechar en la privada.

P. Pero los políticos no solo os lleváis experiencia sino también una buena cartera de contactos. Por eso tenéis una moratoria de dos años antes de volver a trabajar en el sector donde hayáis tenido esa responsabilidad.

R. En mi caso fue así. Cuando salí de la política me encontré con que, si quería iniciar un proyecto, tenía que esperar dos años. Es cierto que estaba relacionado con el mundo de la cultura, pero es que la experiencia que había acumulado era esa.

P. ¿Y a qué dedicar esos dos años?

R. Es muy complicado y es un ejemplo de lo que te decía antes. Entiendo que se intente poner freno a ese mal uso que comentas de la lista de contactos o lo que sea. Pero también creo que el que sale de la política tiene derecho a desarrollar una vida profesional. En mi caso, me dediqué a pensar y explorar ideas sobre qué iba a hacer después. Sin más prestación que el desempleo.

P. ¿Tras ser delegado de Cultura fuiste directamente a la cola del paro?

R. Por supuesto.

P. No solemos imaginarnos a un delegado de la Junta que un día deja de serlo y al día siguiente va a una oficina del Servicio Andaluz de Empleo.

R. Pero es así. Terminas una relación laboral y si no encuentras a nadie que te quiera contratar, lo que haces es ir al SAE. Lo que uno tiene que hacer e ese periodo es desarrollar la idea de cómo reorientarse y reinventarse con algo que sepas hacer y que te guste. Yo, al menos, tuve esa suerte.

P. Queda claro que un político, si quiere, pude reinventarse. ¿Y todo un partido puede hacerlo?

R. (Silencio) Todas las personas tenemos la capacidad de reinventarnos. En el caso de los partidos creo que van desarrollando ciclos que empiezan y terminan, adaptándose a la realidad social o a las propias necesidades internas de reinvención o de actualización. Ocurre tanto con los liderazgos como con las ofertas que se hacen a la sociedad. En el caso del PSOE, por ejemplo, hablamos de un partido con 130 años de historia que pasó por la escisión de la Tercera Internacional que llevó a la creación del Partido Comunista; el PSOE tuvo grandísimos problemas durante la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República; fue ilegalizado con Franco y al regresar la Democracia, tuvo que hacer un proceso nuevo para encontrar una oferta a la sociedad actualizada. Y creo que el PSOE, sin duda, fue el partido que mejor supo leer el escenario político en la Transición.

P. ¿Y ahora?

R. Probablemente estemos asistiendo a un momento en el que de nuevo se ha acabado un ciclo y comienza otro. Siempre digo que de peores situaciones hemos salido en el PSOE. Ahora que lo veo con una cierta distancia, creo que hay mimbres suficientes para que se pueda salir reforzado.

P. ¿Esos mimbres están plantados en Andalucía?

R. El PSOE es un gran partido en todo el país pero en Andalucía tiene un peso específico muy importante dentro del socialismo español y por tanto es lógico pensar que sea fundamental en la nueva etapa que se va abrir en los próximos meses.

Todas las personas tenemos la capacidad de reinventarnos

P. ¿Cuál es la clave del éxito del PSOE andaluz que lleva cuatro décadas gobernando?

R. En un momento determinado, el PSOE fue quien mejor defendió los intereses de Andalucía y los andaluces bajo sus dos grandes principios: la autonomía y garantizar ciertos niveles de justicia social. En el momento en el que se construía el Estado de las Autonomías, el PSOE consiguió por méritos propios y demérito de algún otro partido, ser identificado como un partido andaluz. A pesar de que el andalucismo ha tenido representación parlamentaria y en Gobiernos de coalición, no ha tenido una fuerza como la de otros partidos regionalistas de España ya que aquí se ha identificado al PSOE como la formación que mejor defiende los intereses de Andalucía. Para mucha gente, la identidad andaluza está reconocida dentro del PSOE de Andalucía.

P. Son muchos años gobernando sin cambios.

R. Sí, probablemente se han cometido errores, seguro, pero también se han logrado muchas cosas. Y esa evolución está también en la memoria de toda la ciudadanía andaluza y hay mucha gente que sigue relacionando la modernidad y las libertades con el Partido Socialista, a pesar de los momentos difíciles que haya podido tener.

P. ¿Y tú lo sigues viendo así?

R. Me moriré siendo socialista y esa es una conclusión a la que llegué hace ya mucho tiempo, más allá de que mi militancia sea más o menos activa. Pero sí, pienso que el PSOE es el partido que puede seguir modernizando este país siempre y cuando trabaje por las libertades y la justicia social. Si lo hace, el PSOE será más necesario que nunca. También pienso que su propuesta, si no se está reinventando -volviendo al principio de la entrevista-, si que se está actualizando. En ese sentido, el partido tiene que hacer esfuerzos para volver a conectar con distintos sectores de la sociedad. El PSOE tiene un gran peso en zonas rurales y en determinados tramos de edad, pero probablemente deba conectar de nuevo con los jóvenes y las clases medias urbanas. Es verdad que ambos grupos, ahora mismo, pueden sentirse más cómodos e identificados con otras opciones.

P. En los últimos mítines en los que he estado del PSOE la media de edad era bastante mayor.

R. Tampoco es negativo que una generación mayor -que ha visto pasar tantas cosas en este país- siga reconociendo al PSOE como su gran referencia ideológica, pero sí creo que tenemos que hacer ese esfuerzo por plantear una oferta que logre conectar con determinados sectores con los que hemos tenido más problemas de identificación en los últimos tiempos.

P. No sé si en ese distanciamiento influye también la Junta. Pero existe la queja de una burocratización y una politización enorme que llega

afectar a la propia autonomía de los servicios y los trabajadores del sistema público. ¿Estás de acuerdo con esta apreciación?

R. No creo que sea tanto como la gente percibe. Cuando asumes unas responsabilidades de representación política en cargos, siempre vas a contar con un equipo de gente que desarrolla su trabajo en la Administración. Y en general, lo hacen bastante bien. Yo soy un defensor de la profesionalidad de los funcionarios porque en mis distintas responsabilidades me he encontrado con equipos donde, a pesar de no tener demasiada coincidencia ideológica, he trabajado con ellos fenomenalmente. Porque con ellos encuentras una vocación de servicio público muy interiorizada. En esos casos, a la parte política le toca plantear una serie de directrices donde hay que saber conjugar la complicidad de ese equipo que, normalmente, funciona bien.

P. ¿Y en el conjunto de la estructura pública?

R. No creo que en la estructura pública pueda estar, entre comillas, contaminada por la politización. De hecho, si hiciésemos una encuesta sobre la orientación del voto del funcionariado andaluz, no sabría decirte realmente cuál es su primera opción.

P. Tú fuiste designado como delegado y luego te cesaron, tras un cambio en la Consejería de Cultura. ¿De qué depende el hecho de que tu nombre esté el primero de la lista y, a los meses, ya no lo esté?

R. En un momento determinado se entendió que podía ser la persona idónea para desarrollar esa labor. Y de la misma forma que no pregunté el porqué cuando entré, tampoco lo hice cuando salí. Lo que sí es cierto es que tu continuidad en política no depende de tu calidad en la gestión. Hay otros elementos que están encima de la mesa y que condicionan los movimientos que hay a la hora de designar o cesar a aquellos que representan al partido dentro del Gobierno. En mi caso, estuve mucho tiempo en el IAJ y creo que se hizo una buena gestión. Luego, me incorporé a la Delegación Provincial de Cultura pero en un momento determinado arriesgué a la hora de plantear una alternativa interna en el partido. Cuando estás en política, sabes que estás jugando en un terreno que, aunque sea interno, probablemente pueda tener sus consecuencias fuera. Pero ocurre no solo en el PSOE, sino en todos los partidos. La política es así.

P. ¿Estas decisiones de nombramientos y ceses las adopta el secretario provincial?

R. Existe un punto de acuerdo y coordinación entre el gobierno y la formación política que quiera incorporar a quien ella proponga. Aunque al final, la última palabra la tiene el Gobierno. En ese ámbito pesa todo. Por un lado, tenemos la gestión pero no es la única cuestión que pesa en esa toma de decisiones. Hay otros factores que forman parte de la vida interna de los partidos. Y bueno, no hay que olvidar que yo en su momento planteé una alternativa a la dirección del PSOE en un congreso provincial. Y fue en el inicio de ese camino, cuando se tomó la decisión de dejar de contar conmigo en la delegación de Cultura.

Tu continuidad en política no depende de tu calidad en la gestión

P. Aquella alternativa no prosperó. ¿Te sorprendió el cese?

R. No. El que está en política es consciente de que estas propuestas pueden tener consecuencias pero, insisto, es algo común a todos los partidos políticos. Tenemos un sistema representativo y cada partido tiene su cultura de cómo hacer las cosas. Y además, pienso que ocurre tanto en los viejos partidos como en los nuevos.

P. ¿Qué diferenciaba tu propuesta en aquel congreso provincial del PSOE de Córdoba de la que finalmente se impuso?

R. Si lo tuviese que resumir, y mirándolo desde la distancia, se trataba de una convicción de que el PSOE tenía que abrir sus puertas a la ciudadanía para ser instrumento de ella.

P. Ahora se dice la gente (risas).

R. (Risas) Es verdad, ciudadanía tal vez es un término demasiado Zapatero (risas). Pero es verdad que he crecido viendo cómo en la modernización de este país el PSOE terminaba siendo la articulación de muchísima gente. En los años ochenta, aquel que quisiera cambiar este país o aportar su grano de arena, viniese de donde viniese -profesionales, sindicalistas, estudiantes o funcionarios- encontraba en el PSOE a la fuerza transformadora que necesitaba.

P. ¿Te olías entonces que algo estaba cambiando? ¿Algo como lo que se terminó cuajando en Podemos tres años después?

R. Claro, por supuesto. Habíamos tenido el precedente del 15M y ya resultó evidente que había un sector de la población con mucha gente joven y universitaria con un discurso fundamentalmente de izquierdas que no se sentía identificada con el PSOE ni encontraba en él una referencia. Y eso, a pesar de que el PSOE es un partido cuya ambición debe ser la hegemonía y la referencia de una izquierda que articule todo el movimiento progresista a través de la participación política de todo el mundo. Es lógico que si eso no se ve así y se considera que no se da respuesta a un sector, surjan otros movimientos políticos.

P. ¿Os visteis solos en aquel momento? Porque había quien consideraba que en Andalucía no erais suficientes ni estabais suficientemente cohesionados para consideraros un sector crítico dentro del PSOE...

R. Realmente, en aquello que llegó a denominarse por algunos como sector crítico no había un espíritu común en cuanto a las demandas.

P. ¿Y abía algo que os uniese?

R. Se mezclaban diferentes cosas: había quien no tenía afinidad con su dirección provincial, quienes tenían ideas distintas de cómo debía ser el partido... Era una especie de confluencia pero tampoco podías decir que existiese un movimiento claro que hiciese una defensa de las listas abiertas, la limitación de mandatos, las primarias abiertas... A muchos nos parecía que esas ideas eran pasos adelante y necesarios en la calidad democrática, de la misma forma que había gente en el sector oficial que también lo pensaría.

P. ¿Cómo recuerdas ese momento? Porque para ti supuso, al final, ese cierre radical de etapa del que hablábamos antes.

R. Pues viéndolo con distancia, lo recuerdo con mucho cariño. Me lo tomé con muchísima deportividad y, pasado el tiempo, al final lo que te preocupa es cómo va el partido en su conjunto y que logre volver a ser la gran alternativa de Gobierno de este país.

P. ¿Por qué crees que el aparato del PSOE os ganó?

R. Ganaron porque obtuvieron la mayoría, objetivamente. Al final, todo se decide en un congreso y necesitas un porcentaje para poder exponer tu proyecto y así hicimos. Pero luego hay que votarlo y es cierto que hubo otra propuesta que sacó la mayoría. La gente ya sabe cómo funcionan las propias estructuras de los partidos y al final es un resultado democrático. En ese momento lo acepté y deseé lo mejor a la otra propuesta. De hecho, recuerdo con mucho cariño a compañeros de viaje que tuve en ese momento y que muchos de ellos siguen desempeñando su trabajo en el partido, a pesar de haber estado con nosotros. Y también le guardo cariño a quienes me ganaron. Fueron mis compañeros, su propuesta ganó y hoy están trabajando en ella.

Esta legislatura se abre un escenario más complejo pero muy interesante

P. Y en cargos muy relevantes. Juan Pablo Durán es presidente del Parlamento.

R. Sí. Y le felicito porque también es presidente de la CALRE [Conferencia de Asambleas Legislativas Regionales Europeas].

P. ¿Ves compatible ser presidente del Parlamento y secretario provincial del PSOE?

R. No hay ninguna incompatibilidad ni estatutaria ni jurídica. Creo que ha intentado llevar las dos responsabilidades, cosa que no es fácil. Entiendo que se abrirán procesos en los que él irá cubriendo etapas. Supongo que será así. Imagino que hace lo que considera mejor para el PSOE en Córdoba.

P. Cuando viste la salida de Pedro Sánchez de la Secretaría General con un aparato del partido en su contra... ¿Te recordó en algo a lo que viviste?

R. En absoluto (Risas). Te lo digo de verdad (Más risas).

P. Bueno, ¿y qué pensaste?

R. Fue un día doloroso para todos los militantes socialistas, los votantes y para los propios protagonistas. Fue un momento difícil. Y pensé que terminaba una etapa para que comenzase otra. Eso ocurre siempre en los partidos. Tal vez, el modo en que se produjo fue excesivamente violento para todos pero es verdad que probablemente había que abrir un proceso para saber en qué momento estamos y hacia dónde queremos ir.

El PSOE tiene mimbres suficientes para que salir reforzado

P. Pedro Sánchez dijo -a posteriori- que le echaron porque planteaba un gobierno con Podemos y el apoyo de nacionalistas e independentistas para salir del bloqueo político.

R. Tengo la duda de si ese relato no está concebido, en realidad, a posteriori. Y creo que es una duda razonable. Hace un año tuvimos elecciones y la fuerza más votada volvió a ser el PP, aunque sin obtener mayoría suficiente y abriendo la puerta a una coalición de partidos. El PSOE dio un paso adelante y lo intentó con absoluta sinceridad sobre propuestas concretas que hubiesen generado un escenario de oportunidades políticas nuevas. Pero aquello no fructificó y nos obligó a ir a unas segundas elecciones que, de nuevo, ganó el PP pero esta vez con más diferencia de votos.

Para muchos, la identidad andaluza está en el PSOE de Andalucía

Así que tenemos por un lado a la ciudadanía hablando y por otro una posibilidad que no parece viable de construir un gobierno alternativo al PP. Por lo tanto, creo que tenemos que acostumbrarnos a vivir en modelos distintos a los de hace una década. Antes, ganaba el PP o el PSOE y si no se tenía mayoría, se pactaba con Convergencia, que era más moderado que ahora. Hoy ya no es así y las formaciones políticas pueden estar de acuerdo en temas muy concretos pero en otros va a ser imposible lograr pactos. Eso va a hacer que las mayorías parlamentarias fluctúen en función de los temas. Se abre un escenario más complejo pero muy interesante. Tenemos que cambiar el chip y demostrar que nos movemos en una realidad política distinta donde el poder Legislativo no tiene por qué ser controlado por el Ejecutivo.

P. Volvemos una vez más a la reinvención del principio de la charla...

R. Las circunstancias son esas... ¿Qué creo yo que va a pasar con el PSOE? Lo que viene por delante depende del buen trabajo que haga en el Congreso de los Diputados y de la oferta reconocible que haga a la ciudadanía. Tal vez en los últimos tiempos esa propuesta se haya quedado desdibujada y creo que el PSOE tiene que luchar por ser la gran alternativa de Gobierno de este país.

P. ¿Y el PSOE puede ser esa gran alternativa de Gobierno si está dirigido ahora por una gestora?

R. Bueno, tiene que haber un congreso.

P. Hay quien lo pide ya. Y hay quien pide que el sistema de votación en ese congreso sea más abierto y que no se presente solo una candidatura como ocurrió al final en Andalucía con Susana Díaz.

R. No creo que haya una sola candidatura. (Silencio) La militancia del PSOE es la que es. Y cualquier militante tiene una serie de derechos para presentarse. Es cierto que los estatutos marcan unas condiciones para poder llevar esa propuesta a la elección final. También es evidente que cada candidatura pelea por tener el mayor apoyo posible y eso es verdad que ha ocurrido en diferentes ocasiones. Y para el próximo congreso, sí tengo la sensación de que puede haber más de una candidatura. No lo vería descabellado.

P. Esta semana ha venido a Andalucía Odón Elorza, vinculado a una posible candidatura de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE. Pero no ha estado Pedro Sánchez.

R. (Silencio).

P. ¿Es ahora Pedro Sánchez el sector crítico?

R. Dudo que haya un sector crítico en el PSOE. No sé... Mira, en un momento como el actual, es normal que se produzcan ciertas tensiones y que cada candidatura o cada idea busque espacios para convencer a los militantes. Nuestras primarias no son abiertas, sino cerradas y ahora no se celebrarían unas primarias sino unas elecciones a secretario general, por tanto, es lógico que sean internas. Y creo que en ese contexto vamos a seguir viendo cosas hasta que se celebre el congreso y todas van a ser legítimas. Y la militancia será la que vote.

P. Antes hablábamos de la profesionalización de la carrera política. Todos conocemos caso de protagonistas actuales cuya carrera se ha centrado en sus partidos. Tenemos el caso de Susana Díaz que no ha hecho más que trabajar en su partido o en cargos de representación hasta llegar a la presidencia de la Junta. Tú mismo has formado parte de ese engranaje.

R. A Susana la conozco desde hace muchísimos años y como yo, entró a militar muy joven. A partir de ahí, ha ido desarrollando un trabajo en el que no hemos coincidido en muchas ocasiones. Pero también tengo que decir que su capacidad está fuera de toda duda. Y tampoco tengo muy claro que todas las críticas que se le hacen se diesen en el caso de ser un hombre. Al final, mucha gente -y los medios- dan por hecho el paso adelante de Susana -que tendrá que decirdir ella si toma esa decisión o no- pero también hay apreciaciones hacia ella que me chirrían. Se le critican aspectos como un liderazgo fuerte o una determinada ambición que no se le harían de la misma manera a un hombre. En cualquier caso, de lo que no hay duda es que Susana díaz tiene todo el derecho a presentarse como Secretaria General.

P. La gran duda con ella -y una de las críticas que se le hacen- es que no diga claramente que quiere presentarse y dirigir y cambiar el PSOE. Parece que esté esperando a una ovación generalizada.

R. Va a depender de ella. No tengo información suficiente pero si ella da el paso va a tener un nivel de apoyos muy importante dentro del partido. Pero al final será la militancia la que decida. De la misma forma que me chirría que alguien se erija como portavoz de la gente, también veo complicado que alguien se haga con la representación de la militancia. Creo que esta es heterogénea y en tipo de procesos así, uno tiene que encontrar los máximos apoyos posibles en esa pluralidad de militantes. Eso es sano. Desde mi perspectiva actual, más que el problema de la dirección del partido, lo que me preocupa es que el partido sepa leer el momento en el que se está, qué trabajo político tiene que hacer...

P. Te sigue preocupando lo mismo que hace cinco años...

R. Probablemente, sí... (risas) Aunque ahora lo hago con más distancia. Y volviendo al principio de la conversación, todos somos políticos y luego hay gente que durante un tiempo puede ejercerlo más y convertirlo en su ocupación. Pero nadie deja de ser político. Nunca.

Si Susana Díaz da el paso a la Secretaría General, tendrá un apoyo muy importante

Etiquetas
stats