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Antonio, frutero de Valdeolleros: “El trato cercano de un comercio local no se encuentra en un centro comercial”

Frutas Antonio en Valdeolleros | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Siempre han estado ahí. Al pie del cañón y en cada esquina de nuestros barrios. Hemos sido nosotros, los clientes, los que hemos ido dejándoles ciertamente a un lado en favor de las grandes superficies. Pero la pandemia por el coronavirus ha puesto de manifiesto un servicio que siempre ha estado latente en los comercios locales: el trato cercano y amable que ha facilitado las compras durante tantos meses de confinamiento.

Un ejemplo de ello es el de Antonio González, que lleva 35 años en el sector de la frutería. Hace 25 decidió abrir su propio negocio y ya cuenta con dos tiendas, ambas en el barrio de Valdeolleros, con las que da trabajo a cuatro personas. Recuerda aquel 14 de marzo con muchísima incertidumbre. El decreto del estado de alarma puso en jaque a todo el país y llenó de dudas a miles de autónomos que veían peligrar sus empresas. “Al principio no sabía cómo iba a afectar al negocio pero conforme avanzaba la pandemia y nuestro sector permanecía abierto, se produjo un boom de ventas. A mí no me daba tiempo a pensar porque el tiempo pasaba muy rápido y ha sido un no parar de trabajar”.

Con sus dos negocios abiertos durante la pandemia al tratarse de productos de primera necesidad, González veía que su facturación se iba acercando a números que ya no recordaba. “Las grandes superficies te van restando clientela que, a su vez, se va dividiendo entre los comercios”. El servicio a domicilio, que ya ofrecía antes de la pandemia, también ha sido un plus que le ha permitido aumentar su beneficio. “He tenido mucha más afluencia de público, de llamadas y de mensajes de Whatsapp gracias al boca a boca de los vecinos”, cuenta este empresario, que ha visto cómo este servicio se ha multiplicado por tres durante estos meses.

La frutería de González ha sabido, así, ocupar un nicho de mercado que no ofrecían otros comercios en el barrio. “Los clientes estaban muy agradecidos porque veían que muchas tiendas les cerraban las puertas al no repartir a domicilio. Además, había otras que tampoco querían comprometerse. Sin embargo, en mi establecimiento veían que nos comprometíamos y que les dábamos todas las facilidades posibles”.

Esta es la esencia y el valor que van unidos al comercio local: el trato cercano que lleva al cliente a confiar en estos pequeños comerciantes: “Eso no se encuentra en un centro comercial”, afirma rotundo este frutero, que pone de ejemplo la confianza que depositan en él sus clientes a la hora de hacer cestas de fruta para regalar. “En esos momentos, tiran mucho de ti porque no se fían del centro comercial o porque quieren algo muy específico”. Sin embargo, la comodidad del cliente provoca el descenso de las ventas en estos comercios. “Cuando el consumidor están en una gran superficie haciendo su compra y pasa por el pasillo de la fruta dice: ”Bah, ya que estoy aquí, aprovecho y compro“. ”Lo que está claro es que si necesitan algo más personal acuden a nosotros“, concluye este empresario.

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