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La Vera Cruz de Almodóvar del Río y una historia de sufrimiento y orgullo

Cristo de la Vera cruz de Almodóvar del Río

Rafael Ávalos

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La estampa es una de las más emblemáticas de la provincia de Córdoba. Y se puede contemplar desde diferentes puntos. El castillo de origen andalusí corona la peña y de esta forma la localidad. Pero Almodóvar del Río tiene otras importantes riquezas. Una de ellas es la que probablemente sea su mayor devoción popular. Se trata del Cristo de la Vera Cruz, cuya hermandad es la más antigua del municipio. También con una historia marcada por las llamas, que es tanto de sufrimiento como de orgullo.

Desde 1561 existe constancia de la existencia de la corporación gracias a documentos en los archivos del Obispado. Aun con muchísimos avatares, incluidas las decisiones de distintos prelados como Pedro de Trevilla, nunca desapareció. Como tampoco se olvidó el sentir de los cucos por la advocación que le daba título y sentido. Hoy en día sigue completamente vigente, a pesar de que la imagen del Cristo de la Vera Cruz es la tercera conocida. No sólo en sus más de 450 años sino en menos de un siglo.

El fuego es el antagonista de la hermandad e incluso de Almodóvar del Río en lo que a ella se refiere. Fue este elemento el que acabó con hasta dos tallas entre 1936 y 1991. La primera vez el incendio se desarrolló premeditadamente, la segunda tuvo lugar por un infortunio. Ahora el pueblo venera, con idéntica intensidad, un Crucificado realizado por Miguel Arjona en 1993. Ejecutado en madera, el actual Cristo de la Vera Cruz tiene curiosamente los clavos de la considerada imagen primitiva.

Las llamas de la Guerra Civil

Pocos datos hay acerca de la imagen a la que se profesó devoción hasta la década de los treinta del siglo XX. Se desconoce la autoría y la fecha de su hechura. Ni siquiera es sencillo encontrar fotografías que atestigüen su existencia. De aquel primitivo Cristo de la Vera Cruz sólo queda el recuerdo, más emocional que real. La Guerra Civil trajo consigo, además de una cruda confrontación y numerosas muertes -también una dura represión posterior-, la desaparición de la talla.

Al igual que sucedió en muchas otras partes de España se produjo durante esos años la quema de templos y arte sacro. En la provincia, los ataques a la Iglesia dejaron un rastro de enorme pérdidas de imágenes góticas, por ejemplo, como apunta Alberto Villar, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba (UCO). Y en Almodóvar del Río significó la del Cristo de la Vera Cruz. Con todo, la hermandad no abandonó su menester. En pocos años volvería a tener un titular.

Fue el 24 de marzo de 1943 cuando la corporación adquirió un nuevo Crucificado, que salió de la escuela gerundense de la época. En concreto, procedió de Olot. La cofradía abonó una cantidad, entonces elevada, de 1.185 pesetas. Se realizó con un material denominado pasta-madera y comenzó a presidir enseguida todos los cultos en honor a la advocación que no quemaron las llamas en los años treinta. Además, la hermandad sumó a su veneración a Nuestra Señora de los Dolores.

El voraz incendio de 1991

La Virgen había realizado estación hasta 1941 con Nuestro Padre Jesús Nazareno, un titular que también debe aparecer en este relato. Todo siguió con normalidad, más allá de las vicisitudes propias de cualquier entidad longeva en centurias. Sin embargo, otra tragedia sacudiría hasta los cimientos a la corporación y a la localidad en general. La madrugada del 21 de mayo de 1991 un cortocircuito, según el peritaje, causó un voraz incendio que arrasó la parroquia de la Inmaculada Concepción.

Tal templo era y es la sede canónica de la cofradía. El fuego arrasó la mayor parte del inmueble, lo que provocó que se perdieran elementos de gran valor artístico, como un retablo del siglo XVIII. Y también las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno y el Cristo de la Vera Cruz, de nuevo en ese caso. Por segunda vez en menos de 60 años la hermandad perdió a su titular, que acabó calcinado. Almodóvar del Río se volcó y en un año fue posible la recuperación de la iglesia.

Por supuesto, la población ayudó en la realización de un nuevo Crucificado. Fue el 6 de marzo de 1993 cuando se bendijo al actual Cristo de la Vera Cruz, que cuenta con los clavos de la primera de las tallas. Estos los adquirió la corporación por 45 pesetas el 23 de diciembre de 1951. Lo cierto es que 463 años después y no pocas y grandes adversidades mediante la hermandad sigue en pie. No sólo eso sino que es una seña de identidad de la Semana Santa de su municipio, que recorre en Miércoles Santo.

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