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Sergio León, el goleador paciente

Sergio León celebra un gol con el Elche | LFP

Paco Merino

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Trajeado, sonriente y feliz, Sergio León vivió en la noche del martes, en la sede de la LFP, uno de los episodios que recordará dentro de muchos años en las tertulias con amigos. El día en el que fue el mejor. Y, además, se lo reconocieron en público y con los focos apuntándole directamente, lo que no está nada mal en una profesión que tiene en la imagen uno de sus alimentos básicos. En Palma del Río, el pueblo cordobés en el que nació en 1989, le profesan una devoción especial. “Yo jugué con él”, han dicho en las últimas horas a través de las redes sociales muchos paisanos suyos. Sergio León es el mejor delantero de Segunda División. Messi, el mejor de Primera.

El palmeño también ha conseguido este año situarse en la élite del fútbol después de una carrera peculiar, plagada de obstáculos y sinsabores. Muchas veces ha tenido que escuchar que no era lo que buscaban, que su trayectoria se había estancado o, directamente, que no servía. Nunca llegó a creérselo. El premio a los 22 goles que marcó con el Elche ha ido más allá de una copa que colocará en algún lugar destacado de su domicilio: ha sido la llave de su entrada en Primera División. Osasuna pagó 1'7 millones de euros por él a finales del verano y ahora es una de las piezas más relevantes en el ataque del conjunto navarro. El momento le llegó al final y ahora, al borde de los 28 años, ha encontrado la madurez deportiva y personal para decir que sí, que lo ha conseguido. Sergio sale en las portadas y es profesional en la que -según insisten- es la mejor liga del mundo. “Dedico este premio a mis ex compañeros del Elche a mi mujer, a mi hijo y en especial a mi padre, que es quien me empuja desde arriba”, dijo con emoción el futbolista sobre el escenario de la LFP.

Los 22 goles del palmeño en el Elche le permitieron alcanzar un rango estelar en un curso de lo más competido. Peleó hasta el final por el pichichi con el cordobesista Florin Andone, un adversario temible. El rumano firmó un gol menos -aunque jugó también menos partidos- y las normas del premio dicen que el mejor es el que tiene más goles. Ese premio lleva aparejado, de hecho, la nominación al mejor delantero de Segunda. La LFP lo tiene fijado así desde que el 2008-09 instauró esta Gala del Fútbol Profesional. Sergio León ha sumado su nombre a los de afamados puntas como Nino, Jorge Molina, Rubén Castro, Iago Aspas, Charles o Borja Viguera. Todos ellos terminaron subiendo a Primera, ya fuera con sus equipos -casi siempre sucedió así- o con un contrato mejorado para ellos. Ése ha sido el caso tanto de Florin Andone -ahora en el Deportivo- y Sergio León, que aguantó hasta el último momento entrenando con el Elche, en Segunda, hasta que llegó desde Osasuna la oferta que le rescató para la máxima categoría.

Sergio León ha seguido una carrera compleja desde que salió de las categorías inferiores del Atlético Palma del Río. Tras un destacado campeonato de Andalucía cadete le reclutó el Betis, donde pulió su formación pasando por el equipo C, el B, una cesión al Mairena y, finalmente, una irrupción en el primer equipo verdiblanco. Víctor Fernández le hizo debutar en el Benito Villamarín en Segunda en la Liga 10-11, con el Betis en Segunda. El equipo ascendíó y él salió cedido hasta que decidieron que ya no convenía repescarle. Reus, Murcia, Elche Ilicitano, Llagostera y, finalmente, el primer equipo del Elche fueron las escalas de Sergio, que llegó a debutar en Primera con los franjiverdes en la Liga 13-14. Fran Escribá le sacó en los minutos finales de un Valencia-Elche en Mestalla para sustituir a Fidel Chaves, que luego acabaría de blanquiverde. Sergio, que es cordobés, nunca llegó a jugar un partido con el club de su tierra. Este verano hubo rumores, pero de ahí no pasó. En todo caso, el palmeño quería ir a Primera División a toda costa. Si uno es el máximo goleador y el mejor delantero de Segunda no le queda más remedio que aspirar a dar el último salto. Sergio León es ahora un futbolista de Primera. Sudor, paciencia y goles. La receta funcionó.

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