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Ahí os quedáis

Javi Lara pugna con un rival en el encuentro ante el Girona | LARREA

Paco Merino

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Esto es todo, señores. En las próximas horas empezará el tradicional baile de movimientos en el plantel, con el anuncio de algún fichaje que incentive la alicaída moral del cordobesismo. En los despachos ya piensan en el próximo eslógan de la campaña de abonados. Es lo que tiene el fútbol. Que las heridas cicatrizan pronto. La despedida del curso fue pobre de espíritu y cortita de fútbol. La noche se resolvió con un triunfo merecido especialmente por quienes lo firmaron: Piovaccari, que pudo festejar un gol -¿el último?- en El Arcángel, y Carlos Caballero, que después de otro año difícil en lo personal elevó sus dedos al cielo para dedicar su bello tanto. Y el Córdoba, por cierto, termina en mitad de la tabla. Habrá quien lo interprete como un éxito. Bendito sea.

Minutos después del evento, se confirmó por boca del propio protagonista la identidad del ocupante del banquillo del Córdoba para el curso 17-18: Luis Miguel Carrión. El catalán lo reveló en la sala de prensa, en la que esbozó los primeros trazos del equipo del futuro. ¿Quiénes estarán? Pues mucha gente del filial y un hombre clave: Javi Lara. Carrión pidió al club un esfuerzo para conseguir que el montoreño continúe en El Arcángel como uno de los estandartes.

Había menos seguidores que de costumbre y acudieron bastante avinagrados. Iban con la batería de los reproches cargada y soltaron lastre en cuanto pudieron. Al dueño, Carlos González, le dijeron de todo menos bonito y en el campo se vio la verdad de este Córdoba que terminó la Liga en el sitio que se ganó. Salvado del descenso en la penúltima jornada y viviendo como figurante la alegría de otros. El Girona, resacoso de la fiesta de su ascenso a Primera, compareció en El Arcángel sin tensión ni planes preparados. Para qué. Se trataba de decir adiós a Segunda en un escenario que hace exactamente un año y un día visitaron -algunos protagonistas lo vivieron- con el cuchillo en la boca y padeciendo la presión de una grada ilusionada por regresar a la élite. Esta vez, la gente les miraba con envidia por su logro y estupefacción por el desempeño de los propios. Hubo en El Arcángel mucha rabia contenida, sí, pero también ese ambiente de tibia resignación de quienes sospechan -seguramente con sus motivos- que todo podría ir aún peor.

Carrión recurrió a un clásico de los últimos partidos del Córdoba en cada temporada. De aquellos en los que el equipo no se jugaba ya nada, hay que puntualizar. Hizo debutar a un chico de la cantera. Le tocó el premio a Mena, cuya renovación anunció el club apenas unas horas antes. Un detallito para este sevillano que llegó el verano pasado procedente del San Roque de Lepe y al que apodan El Porra en el vestuario. Ocupó el carril izquierdo de la defensa, un puesto propiedad de Tano Bíttolo durante la segunda vuelta. El argentino no estuvo en el césped ni en el banquillo. Acaba contrato. Quién sabe dónde terminará. También actuaron como titulares dos recién renovados: el serbio Sasa Markovic y el onubense Alejandro Alfaro. Y así, con gente que tiene asegurado el puesto laboral, otros que están en el filo de la navaja y otros que tienen la maleta hecha, combatió el Córdoba a un Girona que ya mira hacia otro sitio. En las filas rojiblancas había unos cuantos excordobesistas, pero la gente no estaba para sentimentalismos. A Borja García, antiguo ídolo de El Arcángel en la gran temporada de Paco Jémez, lo vieron en el banquillo. Al lado estaba el central Richy, un pelotero apañado que jugó a las órdenes de Lucas Alcaraz, y en el once apareció Kiko Olivas, de quien nadie se acordaba.

Lo que sucedía sobre el césped era intrascendente. El Girona la tocaba bien y el Córdoba corría más. Los locales se emplearon con más entusiasmo que un adversario que iba a lo suyo, a cumplir el trámite y a seguir su fiesta. En la grada empezaron pronto los cánticos de reprobación a González, que esta vez decidió que era un buen momento para estar en el palco.

Hubo momentos realmente delirantes. A los 27 minutos, Felipe Sanchón vio adelantado a Razak y le lanzó un globo que se fue ligeramente desviado. En el fondo se iniciaron cánticos a favor de Pawel Kieszek con la exhibición de una pancarta escrita en polaco. De inmediato le llegó al turno a Lara. “Nosotros te queremos, Javi quédate”, le decían al montoreño, que se encontraba cómodo en un partido de poca presión para practicar sus estéticos controles orientados, ruletas y pases al lado opuesto. El partido, mayormente, era un pestiño. La sensación de pesadez se acentuaba con ese reloj en permanente 00:00 en el marcador, gracias a esa normativa de horarios unificados en la última jornada que oculta al publico y a los jugadores el tiempo real de juego. Quienes la inventaron sabrán para qué sirve o qué mensaje lleva implícita la medida.

Entre el calor, la desgana y los arreones críticos de la grada, el único que puso algo de chispa a un plomizo partido fue Javi Galán, que lo intentó todo por su banda cada vez que tuvo ocasión. Y fueron muchas, pues sus compañeros se dieron cuenta de que iba sobrado de ímpetu y le surtieron de balones. El interior extremeño anteriormente conocido como Rooney ofreció en la última jornada una ración final de este fútbol vertiginoso y visceral que le llevó a ganarse el respeto del cordobesismo. Con el pitido que señaló el descenso se acentuaron los gritos de “¡Directiva, dimisión!”, rápidamente acallados por la potente voz de Raphael cantando Mi gran noche.

En la reanudación, el tema se complicó para los locales. Felipe Sanchón se marcó un golazo en vaselina a los cuatro minutos y los aficionados gerundenses, ebrios de satisfacción, se arrancaron con sus mejores tonadas. Tres minutos después, De la Fuente señaló penalti en el área catalana por falta de Alex Granell a Alfaro. Lo lanzó Piovaccari y lo festejó como si no hubiera un mañana. Haciéndose querer para que quizá lo haya. Era el minuto 53. Unos segundos después, aunque no apareciera en el marcador, había quienes llevaban el cronómetro bien engrasado. El “¡González, vete ya!” retumbó en todo el estadio. Luego se repitió más veces, mientras los técnicos trataban de dar a aquello una apariencia distinta con una batería de cambios al alimón. No hubo modo de que aquello rompiera a hervir. Hasta que llegó Carlos Caballero. El madrileño marcó un golazo por la escuadra que llevó el delirio a la grada, que le reconoció la factura del tanto, la oportunidad del momento y, sobre todo, las circunstancias que un año más han golpeado al único futbolista que queda del primer proyecto de Carlos González. El único superviviente.

“Le hemos ganado a un equipo de Primera”, decían unos seguidores a la salida mientras pasaban por delante de la tienda del club, donde se vendieron equipaciones a mitad de precio.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 2: Razak, Antoñito, Caro, Deivid, Víctor Mena (Rodri, 65'), Edu Ramos, Markovic (Carlos Caballero, 57'), Javi Lara, Javi Galán, Alfaro y Piovaccari (Jordi Ortega, 67').

GIRONA, 1: René Román, Kiko Olivas, Ramalho, Alcalá, Eloi Amagat (Portu, 75'), Aday, Cifu (Mojika, 65'), Granell, Cámara, Felipe Sanchón y Fran Sandaza (Longo, 68').

ÁRBITRO: Oliver de la Fuente Ramos (Comité Castellano Leonés). Sin amonestaciones.

GOLES: 0-1 (49') Felipe Sanchón. 1-1 (53') Piovaccari, de penalti. 2-1 (72') Carlos Caballero.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 42, última del campeonato nacional de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 8.977 espectadores. En los prolegómenos del partido desfilaron por el estadio los componentes de los equipos de cantera del Córdoba CF.

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