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Francisco y el nuevo escenario

Francisco, con sus colaboradores, en la pretemporada en Los Ángeles de San Rafael | CÓRDOBA CF

Paco Merino

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Ahora puede ser un buen momento para recordar el lema de la Segunda División. Ya saben. Se trata de una categoría en la que cualquiera puede ganar a cualquiera en cualquier campo y en cualquier situación. Normalmente se recurre a este aserto futbolístico cuando ya se ha iniciado la competición y, frecuentemente, cuando vienen mal dadas. Es un factor motivante de primer orden cuando las cosas se tuercen. En verano se tiende más a la venta de humo, pero esto es un lujo que no se puede permitir el Córdoba, un club cuyo sino parece ser el estar constantemente con los pies en la tierra. O directamente en el barro. Queda poco más de un mes para el inicio de la Liga y el club no ha realizado un solo fichaje. Es más, acaba de destituir a su director deportivo, Luis Oliver. Y no precisamente por sus errores en las decisiones deportivas, sino porque su presencia resulta nociva en otros aspectos. “Realidades interrelacionadas”, dijo, tratando de ser cortés, el presidente Jesús León cuando anunció este viernes su despido. ¿Y ahora qué?

Francisco Rodríguez mira a su alrededor y todos le miran a él. Desde la concentración de Los Ángeles de San Rafael, el nuevo entrenador cordobesista -el último en llegar de la nómina de 22 banquillos en Segunda- aguarda acontecimientos sin disimular su inquietud. Ya la expresó a punto de llegar a los andenes del AVE para iniciar el viaje hacia el stage. “A ver si vienen pronto los fichajes”, deseó el jefe de una expedición en la que la mitad de los citados pertenecen -en principio- al plantel del filial, que militará en Tercera División. Ya en Segovia se enteraron todos de la marcha de Oliver, lo que sembró una sensación de desconcierto generalizado.

“Hablo con él todos los días un par de veces. No se puede negar lo evidente. Por la crispación que se ha generado en torno al límite, tiene cierta inquietud”, admitió León a propósito del estado de ánimo del entrenador. Francisco tendrá que acoplarse a las circunstancias. León, muy desgastado en las últimas semanas, tratará de elevar el tono. “A mí me corresponde trabajar en eso y con resultados para que la gente coja y ilusión y vea que podemos tener un equipo decente para competir y lograr los 50 puntos cuanto antes”, explicó ante los medios de comunicación, apostillando que ese reto no significa abandonar “los objetivos ambiciosos” ya que, en las actuales circunstancias, una permanencia holgada lo sería sin duda. Así están las cosas.

El técnico almeriense trabaja con un grupo en el que faltan jugadores importantes. Algunos de ellos tendrán que llegar, especialmente en la zona de ataque. Ahí el club se ha quedado completamente esquilmado tras las salidas de Sergi Guardiola -cedido o traspasado, si se puede, al Getafe-, Jona -cedido al Lugo-, Narváez -volvió al Betis-, Reyes -fichó por el Xinjiang Tianshian chino- y Eneko -regresó al Cádiz-. Ahora Francisco trabaja con jugadores que se promocionan desde el B como Alberto Quiles o el renovado Sebas Moyano. Tambíén falta aún el jugador referencial en la portería, Pawel Kieszek, quien no se incorporó el día de los reconocimientos médicos. Algunas fuentes del club aludieron a problemas en los vuelos y el presidente expuso que son cuestiones “del visado”. A la vista de los acontecimientos se puede esperar cualquier desenlace.

El grupo está cargado de futbolistas del filial -prácticamente la mitad- y mantiene a algunos jugadores cuyo porvenir no estaba demasiado claro, como Jovanovic, Vallejo o Loureiro, aunque las nuevas circunstancias pueden hacer que se replanteen algunas situaciones. Ante la necesidad de ingresos, León dejó claro que escuchará ofertas por cualquier jugador. Lo de renegociar contratos a la baja ya se estaba realizando -con los capitanes Javi Lara y Fernández, en especial- y en el escaparate están puestos todos. Incluido Edu Ramos, que terminó el 30 de junio y que firmó por cuatro años la primera semana de julio. Pero, por encima de todos, está el nombre de Álvaro Aguado. El jiennense no está en Segovia. Fue confinado al filial de Tercera -con el que tiene contrato- a la espera de resolver una situación enquistada: quiere mejores condiciones y tiene ofertas. Si se va, otros podrán venir. O quedarse. Y en medio de todo, un Francisco al que le aguarda un desafío de magnitud bestial.

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