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Sombras de verde y manganeso sobre el estanque califal

La obra 'Kuchu no Hako /
Caja en el aire' en una recreación virtual realizada por Rafael Alamillo y Juan Pablo Lucena

Manuel J. Albert

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La asociación Amigos de Medina Azahara impulsa una instalación de arte contemporáneo realizada con una técnica usada en la ciudad de Abderramán III que parecerá flotar en el patio del Museo del yacimiento

Hubo un tiempo en el que el gran lujo no era solo dorado, sino también verde. Y blanco. Y negro. Era una cerámica delicada y elegante que tenía a la Córdoba califal del siglo X como gran capital. Platos, vasos, vasijas y jarras de verde y manganeso, una técnica que maravillaba los ojos de hace mil años y que se convirtió en sinónimo de alto estatus, gran capacidad económica y poder. Una cerámica que, desde luego, estaba presente en las estancias de la ciudad palatina más importante de la época: Medina Azahara.

Aquello fue hace diez siglos pero un grupo de amigos está impulsando un proyecto que va a inspirarse en aquella técnica para crear un efecto de luces y sombras de aroma andalusí en el Museo de Medina Azahara. Se trata de la obra Kuchu no Hako / Caja en el aire, ideada por el arquitecto cordobés Pedro Caro e impulsada por la asociación Amigos de Medina Azahara. Se trata de un cubo compuesto por 2.000 piezas de cerámica, facturado en verde y manganeso por la artista japonesa Hisae Yanase. Una vez instalado, parecerá flotar en el aire sobre del estanque del patio principal que articula el museo.

Y si edificio de los arquitectos Nieto y Sobejano es en sí una paradoja arquitectónica -un inmueble invisible en el paisaje, construido casi bajo tierra como el yacimiento arqueológico que interpreta-, también Kuchu no Hako tendrá mucho de agradable contradicción: una obra contemporánea instalada en el corazón de una colección de arte milenario y que respira y refleja todo su legado.

Para su colocación en el patio de Medina Azahara se prevé tender cuatro cables de acero trenzado galvanizado (de seis milímetros de diámetro) que se cruzarán sobre el estanque del patio en un cuadrado perfecto de 240×240 centímetros. El anclaje de los cables se realizará en los muros de hormigón visto blanco que cierran el espacio. Las piezas cerámicas, perforadas en cuatro puntos, se irán engarzando en tiras que mantengan la distancia especificada de manera que finalmente se construya un cubo de 240 centímetros de lado con la suma de piezas discretas.

Pero Kuchu no Hako todavía no existe. Sigue siendo una idea. Un proyecto. Un sueño con la forma de una caja que levita. Los Amigos de Medina Azahara han decidido que la obra, cuyo coste suma unos 5.000 euros, no tenga financiación pública. Para sufragarlo, se busca la aportación colectiva. Una forma de ayudar al proyecto es adquirir una edición limitada y numerada de alguna de las 250 piezas iguales a las que integrarán la escultura Kuchu no Hako. Las cerámicas, realizadas en el taller de cerámica de Yanase, están firmados por la artista y ya se venden a 15 euros cada una. Además, se entregan envueltas en una exclusiva caja de regalo. Para adquirir una pieza y ayudar y participar en el proyecto, puede escribir a info@amigosdemedinaazahara. com

Kuchu no Hako espera completar así su financiación. Mientras tanto, le aguarda una empresa que no es más fácil: lograr todos los permisos administrativos necesarios. La obra cuenta con todo el apoyo del director del Museo, José Escudero, al que le fascina la idea y ese paso más del diálogo entre lo contemporáneo y lo histórico en un espacio que ya ha recibido todos los parabienes arquitectónicos posibles, como el premio Aga Khan.

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