Nancho Novo: “Los hombres somos gilipollas y el que lo niegue es más gilipollas que los demás”
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia hasta que se demuestre lo contrario. Algo así podría decirse de la trama de Trigo Sucio, la última obra del cineasta (Casa de juegos, Homicidio), guionista (dos veces nominado al Oscar) y dramaturgo estadounidense (ganador del Pulitzer por Glengarry Glen Ross) David Mamet, que sigue las andanzas de un carismático magnate de la industria del cine -en un país donde el cine es industria, o sea, EE. UU.-, pasado de kilos y con las manos más largas que el montaje original de Gangs of New York.
Y aunque su olfato le diga Harvey Weinstein, es probable que el personaje que ha compuesto para Trigo Sucio el actor Nancho Novo (A Coruña, 1958) se parezca bastante más a Jesús Gil que al productor norteamericano, que estos días afronta un mediático juicio acusado de violación y agresión sexual depredadora, pero que durante años fue el perejil de cualquier salsa en Hollywood -menos en la sala de montaje de Martin Scorsese-.
Como en cualquier obra de Mamet, las luces y las sombras de la psicología se mezclan con el ritmo vertiginoso de los diálogos. Trigo Sucio tiene mucho de todo esto y también mucho de Nancho Novo, convertido en los últimos años en un actor “de teatro”, cuando decidió alejarse del cine y la tele para meterse en una cueva (El Cavernícola) en la que entran cada semana cientos de personas. Este fin de semana, Novo sale de su cueva y viene a Córdoba. Pasará el fin de semana en el Gran Teatro.
PREGUNTA. Vienes a Córdoba con una adaptación de David Mamet que afronta un tema que está bastante candente. Cuéntame un poco la génesis de este proyecto y cómo entras en él.
RESPUESTA. Pues yo entro porque hace unos cuantos meses se me acercó Juan Carlos Rubio. Estaba yo haciendo El Cavernícola y me dijo que me quería para este proyecto. Básicamente me dijo: “Vas a ser el segundo actor que lo haga en el mundo. El primero va a ser John Malkovich y el segundo vas a ser tú”.
P. El segundo en interpretar a Harvey Weinstein, que es un…
R. Bueno, no. Interpreto a un personaje que se llama Barney Fein.
P. Vale, inspirado en Harvey Weinstein.
R. Bueno, el mismo Mamet dice que no está inspirado en Harvey Weinstein, aunque obviamente los paralelismos son bastante notorios. Mamet decía que Barney Fein es el estereotipo de muchos productores norteamericanos de cine. Y digamos que la punta del iceberg puede ser Harvey Weinstein, sí.
P. ¿Cómo afrontas la interpretación de una persona que moralmente es tan compleja como ésta?
R. Pues yo he intentado llevármelo a mi terreno y defender el personaje. Y desde ese punto de vista he intentando hacer un personaje muy cachondo, muy simpático, que cae muy bien… muy extrovertido. Ese tipo de personaje populista cuya referencia hispana más notoria sería Jesús Gil. Un tipo con don de gentes. A mí me lo dicen los espectadores: “A pesar mío, yo no quiero, pero me cae bien”, me dicen. Entonces, yo he intentado hacer un personaje súper simpático, súper cercano con todo el mundo y tal. Eso sí, luego están las acciones y las cosas que hace que lo ponen en la picota. Pero yo he intentado hacer un tipo entrañable para el espectador y para los que le rodean.
P. Un antihéroe simpático escrito por David Mamet.
R. Sí. El caso es que es una comedia. El texto da mucho pie para ello, porque el tío tiene muchas ocurrencias y es muy ingenioso. Y es gracioso a la hora de decir las cosas.
P. Bueno, los diálogos de Mamet suelen ser dinamita. ¿Es la primera vez que afrontas un texto de Mamet o ya habías hecho otros?
R. No no. No había hecho nunca ningún Mamet. Es el primero que hago y además tengo el placer y el honor de que sea un estreno. No es mundial, pero sí nacional.
P. ¿Qué has encontrado tú en este dramaturgo?
R. Pues sobre todo para mí la clave es que no es nada maniqueo. No intenta hacer un juicio de buenos y malos. Coloca a los personajes en unas situaciones e intenta hacerlo lo más creíble posible. Y además, Mamet defiende al personaje en el sentido de que le da argumentos. Mi personaje expresa argumentos durante la función que te hacen decir: “Este tío hasta tiene su corazoncito y sus razones para hacer estas cosas tan depravadas que hace”. Esto, unido a que es un tío francamente simpático, pone en contradicción al espectador. Y eso es lo que más me gusta de Mamet, la ausencia de juicios de valor.
P. Esa cualidad de que te caiga simpático un canalla, un timador, un mafioso o el vendedor más salvaje, que está en sus otros trabajos.
R. Sí, la literatura y el cine y el teatro están llenos de personajes así. Si miras fríamente a personajes icónicos, que llevamos camisetas de ellos, como El Padrino, dices: “Era un asesino que encima encargaba a otros que hicieran el trabajo sucio”. Yo me acuerdo de hace unos años cuando Bruno Ganz hizo de Hitler en El Hundimiento, que tuvo unas críticas feroces en Alemania porque había defendido el personaje. Yo vi la película y hace un Hitler que te cae bien. Y claro, es que la labor de un actor está en defender su personaje. Nadie piensa de sí mismo que es malo. Y bajo esa premisa, pues uno trabaja.
P. Me has dicho que no es Harvey Weinstein y yo te iba a preguntar si alguna vez te lo cruzaste en algún festival en los 90, cuando él todavía era un joven distribuidor de películas con Miramax.
R. No, no. Lo he conocido a través de la prensa. Nunca había oído hablar de él y no conocía ni su existencia.
P. ¿Has pasado a este personaje desde el de El Cavernícola, que es como un salto muy curioso, casi extremo.
R. Sí, la verdad es que El Cavernícola es un personaje muy divertido. Muy cachondo de hacer. Y una de las cosas que me dijo Juan Carlos Rubio cuando me llamó fue que quería un personaje que cayera bien a pesar de todo. Así que tanto Juan Carlos como yo buscábamos ese punto amable y simpático para el personaje y creo que lo hemos conseguido.
P. ¿Con El Cavernícola vas a seguir?
R. Pues mira, he hecho casi 2.100 representaciones de El Cavernícola a lo largo de 13 años. Son tela de funciones. Me queda una en Valdemorillo el día 7 de febrero y ese día cuelgo la lanza y se acabó. Ha sido una parte fundamental de mi vida. Los últimos diez años concretamente ha sido mi vida.
P. Es curioso, porque es también una obra que aborda de alguna manera la guerra de sexos desde una perspectiva muy divertida y que, quizá si la empezaras ahora, podría incluso generar alguna crítica.
R. Pues sí que ha habido un vuelco muy importante en el tratamiento de las diferencias de sexos, digamos. Por todo lo que ocurre, claro. Y fíjate, yo la obra la he ido adaptando durante todos estos años. Y sigue estando de actualidad absolutamente. Igual que cuando la estrené el texto norteamericano me resultaba obsoleto en algunas cosas y tenía un tufillo, no machista ni sexista, pero sí anticuado. Y eso lo fui cambiando a lo largo del tiempo y lo he ido actualizando. Y me precio de haber conseguido un espectáculo que no habla de guerra de sexos, sino de todo lo contrario: del armisticio entre los sexos, de la paz entre los sexos, de tender puentes. Y eso es lo que más he potenciado. Y creo, de verdad, que es una obra en la que salen las mujeres más contentas que los hombres. Porque he intentado acoplarme a estos tiempos que vivimos y a la realidad de que hay que hacer esa labor de concienciación en todos los niveles, y eso ha significado cargar las tintas sobre el comportamiento masculino.
P. Vamos que la obra todavía empieza diciendo que “todos los hombres somos gilipollas”.
R. Exactamente. Los hombres somos gilipollas y el que lo niegue es más gilipollas que los demás. jajajaja
P. El cine lo tienes un poco aparcado.
R. Bueno, El Cavernícola me ha hecho aparcar muchas cosas. Porque estar atado de lunes a domingo… Durante muchos años he tenido que rechazar muchas cosas porque no podía moverme del teatro y no quería dejarlo. Ahora estoy volviendo. Acabo de hacer una película en Málaga con un director que se llama Ezequiel Montes, que se llama Hombre muerto no sabe vivir. He hecho la serie de Néboa y estoy intentando meterme a hacer otra vez cosas audiovisuales. Porque El Cavernícola me ha tenido… Es que he estado encerrado en una Caverna prácticamente durante diez años en los que no he querido saber prácticamente de nada porque me iba muy bien. Y ahora ya necesito otras cosas.
P. Quizá te sientas un poco como tu personaje en Astronautas.
R. Sí, exactamente. Sí señor, tengo que volver al planeta después de mucho tiempo dando vueltas por ahí.
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