Eutopía comienza con el dardo de 'La Piel'
El festival de creación joven arranca su décima edición con una ácida reflexión sobre la sociedad tecnológica a cargo de Maltrago Teatro y La Cabra Cia
“Hola Siri”. Ahora podemos hablar con nuestros móviles. Tal vez no todos nosotros. Tal vez no con todos los móviles. Pero algún día lo haremos. “Hola Siri”. “Hola sistema operativo”. “Hola inteligencia artificial”. Maltrago Teatro y La Cabra Cia nos cuentan en La Piel que Siri es una prueba –como lo son las hamburguesas de McDonald's– de que el ser humano está abocado al suicidio.
Siri es una prueba –como lo es el Big Mac y la huella de sudor 100% anabolizado que nos deja el comerlo– de que la tecnología y la industria nos idiotizan y envenenan a partes iguales. Y ambas las consumimos gustosos, a sabiendas de lo que nos supone. Por eso, la protagonista de La Piel ha decidido allanarnos el camino abriendo un centro suicida perfectamente equipado para que nos tomemos el tiempo que queramos en la modalidad de suicidio que deseemos.
La Piel abrió anoche la décima edición del Festival de creación joven Eutopía. Una cifra que muchos consideran un milagro para un evento que se diseñó a la sombra del proyecto de capitalidad cultural de Córdoba 2016 y que ha sobrevivido a pesar de aquel fracaso. En este caso, Eutopía no ha decidido suicidarse a pesar de los infinitos recortes presupuestarios que ha soportado en estos años. Y ahí sigue, para asombro de muchos. Tirando de más imaginación y la respiración asistida de la Diputación de Córdoba. Un nuevo patrono que anoche se sumó al obligado –y algo prolongado– desfile de autoridades (Junta, Ayuntamiento...) que hicieron de teloneros a las estrellas reales de la noche: los creadores; los artistas. Como Teresa Rivera, sobre cuya piel descansa La Piel.
Ideada e interpretada por Rivera, La Piel es un monólogo implacable y divertido. Casi hierática en el escenario, con una escenografía mínima y un vestuario que por momentos recordaba a Matrix o Blade Runner, la actriz destila ironía, mala baba y un crudo sentido común escondido en eslóganes provocativos. “Las madres que llevan a sus hijos a comer mierda a McDonald's son unos genios”. “De las condiciones de trabajo que tienen en el Congo para extraer el coltán [mineral necesario para los dispositivos móviles] hablaremos otro día”.
Pinceladas de un mundo inmerso en multitud de crisis. Un mundo habitado por seres que empiezan a dudar de su inteligencia, que prefieren aislarse y no salir de casa, mirar sus recuerdos en pantallas antes que en su imaginación y que parecen luchar únicamente para reservar el mejor asiento en el espectáculo de la extinción. Por cierto, que anoche no quedó ni uno para ver la obra de teatro en la Sala Polifemo. Y la cola que había en la puerta dio fe de que el aforo se quedó más que pequeño.
Y sin duda, muchos de los que se quedaron sin entrar, acordaron por WhatsApp ir a cenar una hamburguesa. O dos.
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