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Antonio Reyes: “Ser tolerante cuesta, pero tenemos que poner de nuestra parte”

El actor Antonio Reyes, en el camerino del Gran Teatro. | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Aunque reside en Madrid desde hace no pocos años, sus orígenes están más al sur. Su actual acento no permite adivinarlo, pero así es. Nació en Baena, allá por 1975, y fue en ese municipio del Guadajoz y Campiña Este donde dios sus primeros pasos en el mundo de la interpretación. Se inició cuando era un adolescente y después avanzó desde el teatro amateur. A sus espaldas, si se cuenta su etapa no profesional -y a él le gusta hacerlo-, tiene más de dos décadas de tablas. En ese recorrido, Antonio Reyes jamás cerró la puerta a ninguna aventura. Por ese motivo es en la actualidad uno de los miembros del elenco de Dirty Dancing, el musical que pone en escena la historia de la mítica película homónima de los ochenta del siglo pasado.

El actor baenense se adentró en un nuevo género debido a la inquietud, pero también a las vicisitudes de su profesión. Ésas que quedan ocultas tras el papel maché o los paseos de la fama. Así lo confiesa un hombre cuya trayectoria en televisión también es notable. Participó en numerosas series, de todos los colores, de gran éxito en España. Desde la producción andaluza, como Arrayán, a otras nacionales de menor o mayor duración pero con notable respuesta de audiencia: Hospital Central, Amar es para siempre, La que se avecina o El ministerio del tiempo. Si bien fue Gran Hotel la que le permitió gozar de un papel con continuidad.

Ahora encarna a un tipo clasista que por el público puede ser visto como antagonista, pero que él logra convertir en un hombre mucho más cercano. Es lo que le toca en Dirty Dancing, musical con el que está de gira a la espera de que el 20 de octubre se estrene la película Red de libertad, con Assumpta Serna como protagonista. Mientras llega ese día, pasa unos cuantos en su tierra natal. Y en su camerino del Gran Teatro, Antonio Reyes responde con absoluta amabilidad a cada pregunta. Incluso a las que pueden resultar menos agradables.

PREGUNTA. Con los tiempos que corren, buena falta nos hace un Dirty Dancing a todos…

RESPUESTA. Hace falta mucho Dirty Dancing. (Ríe). Y un poco de alegría y de buen rollo, que está muy bien ahora mismo.

P. La historia se ambienta en comienzos de los sesenta del pasado siglo, pero quizá, y dada la situación actual, sigue muy vigente.

R. Sí, yo creo que la Historia siempre es vigente. Creo que es parte de la Humanidad, buscar siempre el intentar avanzar. Se intenta. Tenemos que ponernos siempre de acuerdo y debatir, y además que las nuevas generaciones siempre tienen qué decir. Esta historia va de las nuevas generaciones, que van avanzando, y la lucha entre los padres y los hijos, que se te escapan de las manos, porque les llega ya una edad que ellos quieren una cosa y tú no puedes retenerlos.

P. Pero además, el musical trata la diferencia de las clases sociales.

R. Hacemos también un poco de hincapié en la lucha de la clase negra. Cuando estaba Luther King y empieza a revolucionarse todo un poco más, y a intentar encontrar su espacio. Hacemos más hincapié que en la película diría yo.

P. ¿No es también es un canto de libertad contra la intransigencia?

R. Creo que, sobre todo el mensaje de Dirty Dancing, es el cambio generacional, que hay que admitirlo y que es inevitable. El cambio generacional es así: pasamos de bailar como los padres, el baile de salón, a un baile mucho más sucio, más carnal. Y hay que aceptarlo, no significa que sea mejor o peor. Significa que las nuevas generaciones piden un poco más de acercamiento.

P. ¿Y esa idea de superación de la intransigencia le podría servir a la España actual?

R. ¡Toma ya! (Ríe). Para mí hay una palabra base, en general, en el mundo, que es tolerancia. Y respeto y debate. Creo que si respetamos esa palabra, si tuviéramos constancia en esas palabras, todo nos iría mejor. Lo que pasa es que ser tolerante, ser respetuoso y ampliar las ideas, y viajar por el mundo, ver que las culturas son diferentes y aceptarse cómo es cada cultura, cuesta. Pero creo que tenemos que poner todos de nuestra parte. Y tolerancia es la palabra base, en general, para todo.

P. De repente, te adentras en el mundo del musical con un casting al que acudes por iniciativa propia. ¿Por qué?

R. Pues lo primero porque no tengo trabajo. (Ríe). Porque es un casting abierto. Es decir, todos no son abiertos. Veo en Internet que buscan un actor, que no hacía falta que cantara, y tenían mi perfil. Nunca había hecho un musical tampoco y me parecía muy interesante, sobre todo en una gran producción como ésta. Ahí que me presenté y he pasado tres castings para estar aquí y ser el padre de Baby.

P. ¿Qué supone para ti ese cambio de género? ¿Resulta difícil?

R. Muy interesante, porque nunca había entrado en el mundo musical y ha sido muy interesante. También porque es un musical distinto, donde se mezcla el teatro, el baile, las canciones, y porque es una historia muy conocida que a una generación muy concreta nos marcó. Era muy bonito hacer Dirty Dancing.

P. En el espectáculo te toca hacer un papel un poco desagradable, como es el padre de Baby…

R. ¿Por qué es desagradable? (Interrumpe y ríe). Ser padre siempre es una postura difícil y lo importante es llegar a eso, llegar a entenderse con los hijos y los hijos con los padres. Pero siempre va a haber un choque generacional, eso existe. Yo no lo veo un personaje desagradable, incluso intento darle un matiz empático. Pero cuando pasa algo grave y tus hijos están en riesgo, hay que ponerse duro. Es lo que le pasa a él, que es un padre que es muy empático pero se tiene que poner duro en un momento dado: no es tan bonito todo, te voy a tener que decir dos palabritas.

P. Llevas en esto de la interpretación desde la adolescencia. ¿Cómo te picó ese gusanillo?

R. Empecé a hacer teatro en la escuela, como muchos, y después conseguimos hacer una compañía entre los que nos gustaba mucho. Salimos ya de la escuela y seguimos con una compañía amateur, pero a mí me gustaba mucho y quise intentarlo. Entonces me presenté a las pruebas de Arte Dramático, aprobé la primera prueba y dejé el trabajo que tenía, me presenté a la segunda y dije, vamos a intentarlo, porque vida sólo hay una. Con 25 años tenía ya una edad bastante avanzada para esto.

P. Y después de tantos años, ¿la ilusión es la misma que el primer día?

R. Esto va como todo en la vida. Te vas minando con algunas cosas, pero cuando se quiere de verdad algo, cuando se ama esta profesión, todo lo suple. Es inevitable, estás enganchado ya. El teatro, la interpretación, es algo que te engancha mucho si verdaderamente estás en ello porque lo amas. Es vocacional. No estamos hablando de fama, de una imagen, del aplauso, vamos más allá, a querer contar algo, ser otra persona… Cuando lo amas sigues luchando, yo voy a seguir haciéndolo.

P. Por cierto, el 20 de octubre se estrena Red de libertad, ambientada en la Francia de inicios de la Segunda Guerra Mundial. ¿Es un buen ejemplo para evitar que ciertos temores actuales se cumplan?

R. Es una película, que no es una gran producción, que la protagonista es Assumpta Serna, que llevaba mucho tiempo sin trabajar en el cine español, en la que me han dado un personaje pequeño, pero que se ha hecho grande. Tengo un personaje muy interesante de un nazi, y sí es un ejemplo de cómo volvemos otra vez, en este mundo cíclico que tenemos, a los malos entendidos, a tropezar con la misma piedra y es una pena. Es una muestra de cine de una historia real y así a ver si nos enseña algo para el futuro, que no hay manera. Espero que tenga éxito.

P. Volvamos a Dirty Dancing. Su canción principal habla del “momento de mi vida”. ¿Cuál puede ser ése, cualquiera?

R. Creo que hay muchos momentos de la vida. Voy a contar una cosa. Recuerdo que estaba grabando Gran Hotel, estaba vestido de época y me encontraba en Patones de Arriba, que es un pueblo de Madrid, eran las tres de la madrugada y teníamos que hacer una persecución, porque hacía de detective, y me sentí en el momento de mi vida. Porque, fíjate toda la carrera que llevo y me siento totalmente este señor que va a las tres de la madrugada por las calles de un pueblo precioso. Trabajando, vestido de época, me pareció maravilloso. Me parece que hay muchos momentos que pueden ser el mejor de tu vida, no hay uno solo concreto.

P. ¿Cuál es el mensaje de Dirty Dancing, qué transmite?

R. El mensaje es un subidón de alegría y, sobre todo, esa nostalgia y ese volver a rejuvenecer por recordar esa época que se vivió. El recuerdo de juventud que va a tener muchísima gente. Y para los nuevos, el descubrimiento de aquella época y el ver a sus padres, por ejemplo, con esa inyección que le va a dar Dirty Dancing.

P. Por cierto, me aventuro a pensar que llevas tiempo sin venir a Córdoba. Supongo que esta oportunidad la vas a intentar aprovechar al máximo.

R. Lo voy a intentar, porque además es feria en mi pueblo y me encantaría ir a Baena. No sé si voy a poder, pero me encantaría aprovecharlo. Sí, llevaba muchísimo tiempo sin venir a Córdoba y además en el Gran Teatro nunca había actuado… Ha sido un subidón llegar a Córdoba. En cuanto he bajado en la estación he dicho, esto sí me lo conozco, sí sé dónde estoy. Me he comido un salmorejo y un flamenquín. ¡Por fin! Como estamos de gira tanto tiempo, cuando llegas a los sitios te sientes perdido. Estoy descubriendo muchísimas ciudades de España que me están encantando, pero venir a tu tierra te da un subidón, te sientes en casa. Está siendo muy bonito. Quiero aprovecharlo al máximo. (Ríe).

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