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Urende es historia: el juzgado ordena la extinción de la sociedad

Local principal de Urende en la avenida del Aeropuerto, poco antes de cerrar | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Después de la Navidad de 2012, la histórica cadena cordobesa de electrodomésticos cerró la última tienda que mantenía abierta en la avenida del Aeropuerto. Incapaz de hacer frente a la deuda de sus acreedores, la empresa, propiedad de la familia Sánchez Ramade, no tuvo más remedio que cerrar. Entonces, el Juzgado de lo Mercantil de Córdoba estimó que el grupo ya no iba a poder frente a sus deudas, así que lo mejor para que pudiesen cobrar los acreedores era vender por lotes sus bienes. Es decir, liquidarlos. Ahora, seis años después, el mismo juzgado ha ordenado extinguir la sociedad. Se ha vendido lo que se ha podido y los acreedores han cobrado lo que se ha sacado por esas ventas. Ni más ni menos. Urende es historia, según el auto del juzgado al que ha tenido acceso este periódico.

Urende llegó a contar con 44 centros repartidos en ocho comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla-León, comunidad Valenciana, Extremadura, Murcia y Madrid. En sus años de expansión, impulsados sobre todo a partir del año 1999, llegó a abrir hasta tres tiendas por año. La expansión fue tan grande que llegó a emplear hasta a 1.100 empleados a la vez, según las cifras que manejaba a finales del año 2006 el Grupo Sánchez Ramade, el holging que gestiona la empresa. En febrero de 2012, los gestores de Urende aplicaron un ERE que afectó a más de 600 personas y que supuso el cierre de un total de 18 tiendas en toda España. En Navidad, llegó su cierre. Ahora, ha llegado su extinción.

El juzgado sacó a subasta varios bienes de Urende para tratar de saldar las deudas. Todos se han vendido, a un precio mayor o inferior. En algunos, de momento, no ha regresado la actividad, como en la sede principal de la avenida del Aeropuerto, pero es un local muy cotizado y valorado, justo entre los dos grandes hospitales de la ciudad, el público, Reina Sofía, y el nuevo privado, Quirón.

Urende ha seguido manteniendo una mínima actividad. Así, ha tenido que emplear a informáticos para mantener al día y accesibles todos sus sistemas. Pero el juzgado ha ordenado la extinción de la sociedad y de todos sus bienes. Urende, por tanto, forma parte ya de la historia empresarial de la ciudad.

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