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El alcalde que no quería serlo

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Alfonso Alba

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Manuel Pérez, regidor en los primeros meses de 1995 tras la dimisión de Herminio Trigo, recordó ayer su gobierno en el ciclo de conferencias organizado en el Círculo de la Amistad

1995 fue el año de “los tres alcaldes”, como ha escrito Manuel García Parody. Empezó Herminio Trito, que dimitió antes de que acabase enero. Le sucedió Manuel Pérez Pérez, que en julio le entregó el bastón de la Alcaldía a Rafael Merino, el primer alcalde del PP que ponía punto y aparte “a un ciclo político”, el de que Córdoba fuese la única capital de provincia gobernada por un alcalde del PCE, primero, y de Izquierda Unida, después.

Ayer, el segundo de esos tres alcaldes de 1995, Manuel Pérez Pérez, intervino en el XXI ciclo de conferencias que organiza el Aula de Historia de la Asociación Arte, Arqueología e Historia en el Círculo de la Amistad. “Yo no quería ser alcalde”, confesó Manuel Pérez, que en enero de 1995, cuando Herminio Trigo se vio obligado a dimitir tras una sentencia judicial que lo inhabilitaba, asumió el gobierno de la ciudad.

“Yo no quería ser alcalde. Fue a mi pesar”, repitió ayer en la conferencia. Pero lo fue, en un periodo de transición, en una especie de fin de ciclo tras 16 años de gobiernos de izquierdas en Córdoba. Manuel Pérez, que empezó siendo concejal de Cultura en su pueblo, Baena, en las primeras elecciones tras el franquismo, aseguró ayer que lo fácil “y lo irresponsable” habría sido “esperar”. No iba a ser el candidato de IU a la Alcaldía y el momento político era más que convulso, con la “injusta sentencia” contra Herminio Trigo. Además, acababa de sufrir una “tragedia personal” que empeña todos los recuerdos de una etapa que para un político (ser alcalde de su ciudad) es uno de sus cénits.

Con el paso de los años, Manuel Pérez recordó con nostalgia aquellos años. Y defendió la gestión que hizo la izquierda hasta 1995. “El 31 de diciembre de 1994 el Diario Córdoba publicó un editorial titulado 'El año de Córdoba'”, recordó. Así, dijo, un año antes de esa tremenda crisis política que supuso un cambio de gobierno en Córdoba se había inaugurado la estación del AVE, el nuevo estadio del Arcángel, se trasladó la feria al Arenal, se fusionaron las dos cajas de ahorros de la ciudad, el casco histórico fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco...

Manuel Pérez, no obstante, recordó la intensidad con la que tuvo que vivir sus apenas siete meses en el gobierno municipal. La más importante, el plan Renfe. Se había construido la estación, se habían liberado los suelos, que eran del Ayuntamiento, pero el plan parcial que permitía su urbanización estaba pendiente de aprobación. También, recordó, el proyecto de urbanización de Miraflores y el entorno del río.

Pero más allá de las grandes obras, de la política de grandes proyectos, Manuel Pérez defendió ayer la política de las pequeñas cosas. “Un alcalde tiene que ser también de lo pequeño, de lo cotidiano, de la farola que no funciona”, defendió Pérez, el hombre que no quiso ser alcalde.

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