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Las salchichas

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Vanesa Cortés

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Producto súper mega hiper procesado que reina en algunos menús infantiles, y no falta en las neveras de casi todas las casas donde hay niños. ¿Me equivoco?

¿Qué les pongo a los niños para cenar que no me pare mucho y estén contentos? Pues unas salchichas y una tortillita que les encantan. ¡Claro que les gusta! Es más, les apasiona, pero muy adecuada nutricionalmente no es, y este tipo de cenas carecen de verduras (luego nos extrañamos de que haya cada vez más estreñimiento infantil).

Me ha dicho el pediatra que le vaya dando de todo para que así pruebe texturas diferentes. Este es otro argumento que he escuchado de padres que están muy orgullosos porque sus hijos se vuelven locos cuando se las ponen y dejan el plato impoluto. Además, en otras ocasiones estas salchichas están acompañadas de riquísima salsa industrial llena de azúcar (que también les encanta) y que como son niños y están creciendo al parecer no tiene impacto en su salud.

Resumiendo, si a los niños les damos una cena rica en azúcares, sal y productos procesados no estamos favoreciendo para nada su educación nutricional y mucho menos a su organismo.

Este regalo de la industria está compuesto por carne separada mecánicamente (es decir, un amasijo de todo lo que sobra de pollo, pavo, cerdo, tocino…), fécula o almidones (da cohesividad), sal (mejora el sabor), azúcar o jarabe de maíz (aporta más sabor), estabilizadores, conservantes, colorantes y varios E-, entre los que me paro en el E-621 o glutamato monosódico o también llamado potenciador del sabor. Es decir, un producto palatable que en raras ocasiones va a producir rechazo y que debido a sus componentes va a generarnos adicción.

Las salchichas poseen un apartado específico dentro de cada nevera de un supermercado. Las hay de pollo, pavo, cerdo, con queso, sin queso, con jamón, con leche, light, ahumadas etc., con reclamos publicitarios como “ricas en hierro” o “ricas en fósforo” o “bajas en sal”, argumentos que pretenden despistarnos para que olvidemos su inexistente salubridad.

Son de todo menos nutritivas y producen más mal que bien.

Son de todo menos saludables. En hacer un filete de pollo o pavo no se tarda nada y en este caso, sí que nos nutre.

Y por favor, no me digáis que de algo hay que morirse; o que de vez en cuando no hace daño; o que son niños y no pasa nada; que si lo ha dicho el pediatra va a misa; o que ya comerán bien cuando sean adultos, etc. Porque ese tipo de premisas no cuelan y tampoco tienen base ninguna. En este caso, lo que debe primar es el sentido común.

Como recordatorio, las salchichas están consideradas por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como un alimento cancerígeno al ser carne procesada.

Si queréis comer salchichas de vez en cuando, comprad las que hace vuestro carnicero y leed muy bien antes la lista de ingredientes y la composición nutricional, ya que las hay altamente industrializadas que por lo único que destacan es por su “frescura”.

Por lo demás, no es recomendable incluirlas en la dieta y menos en la de un niño.

Consejo nutricional: si queréis darle a vuestros hijos tomate frito como salsa de acompañamiento, probad a hacerlo casero con tomate rallado, cebolla y zanahoria que le aporta dulzor y evita ponerle azúcar para eliminar acidez.

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