Las pastillas de caldo concentrado
¿Cueces o enriqueces? Nos suena, ¿verdad? Es más, hasta nos hemos imaginado la olla de acero inoxidable puesta al fuego mientras una mano añade un par de pastillas de caldo al agua hirviendo. Esa frase taladradora se ha ido incorporando a nuestras vidas y todos conocemos, hemos usado, o usamos habitualmente las pastillas de caldo para darle a nuestros platos el sabor óptimo que los de las marcas quieren que tenga, porque créanme, no es necesario añadir este tipo de productos a la comida, que ya está rica por sí sola.
Y… ¿de qué están hechas?
Las listas de ingredientes están escritas en orden decreciente, y si leemos la composición de la mayoría de ellas nos encontramos:
Sal, potenciador del sabor (Glutamato monosódico o E-621), almidón de maíz, grasa vegetal de palma, pollo de corral 5%, aromas, salsa de soja, cebolla, grasa de pollo 1%, extracto de levadura, hortalizas en proporción variable, especias y aceite de oliva virgen extra.
Es decir, sal manufacturada (refinada) en una ¡cantidad ingente!; glutamato monosódico o potenciador del sabor, un aditivo cuyo objetivo es mejorar la palatabilidad o sabor de las comidas, y que no está exento de controversia ya que puede generar más ganitas de comer; después le sigue la grasa de palma, es decir, una grasa nada beneficiosa para nuestra salud y que está presente en muchos procesados; ¡pollo al 5%! Por favor, le han enseñado el muslito al concentrado. Me recuerda a un sketch de Los Morancos donde subían y bajaban la pata de jamón al caldo para darle gustito; verduras deshidratadas en forma de muestra y, como colofón, aceite de oliva virgen extra (una gotica), pero no olvidemos que el de palma va antes.
Entonces y concluyendo, es un producto que no es saludable, es un procesado alto en sal y glutamato monosódico que no reporta ningún beneficio para tu salud. Así que mejor que hagamos nuestro caldito en casa, utilicemos sal marina yodada sin refinar y verduras de verdad.
Hacer un caldo en casa es de lo más sencillo, no tenemos que estar delante de la cacerola mirando cómo se hace y si usamos la olla exprés este proceso se reduce en el tiempo. Para ello facilito la receta que mi santa madre me ha enseñado y que ponemos en práctica habitualmente:
Ingredientes
Una bandeja de verduras para cocido (suele venir zanahoria, apio, puerro, nabo, judías verdes, col…); un contramuslo de pavo o dos muslos de pollo o media gallina (según cada cual); carcasas de pollo o pavo (opcional); un trozo de jamón serrano (opcional); y como en Andalucía estamos acostumbrados al hueso de canilla, si queréis usarlo es buena opción pero que sean naturales y enjuagarlos bien para quitarle los restos de sal; y una patata pelada (también opcional). Además, si nos gustan las especias, un clavo de olor o unas bolas de pimienta le dan un saborcito muy particular.
Preparación
Ponemos todos los ingredientes en una olla hasta que lleguen a ebullición, dejamos un rato hasta que el caldo tome color y si lo hacemos en la exprés lo tapamos y dejamos una horita a fuego muy lento. Si lo hacemos en olla normal, el procedimiento es el mismo pero necesita más tiempo de cocción. Por cierto, las verduras que hemos usado están riquísimas en una crema con un huevo duro troceadito (por ejemplo).
Esto es todo, sin más. El mismo procedimiento lo podemos emplear para hacer un caldo de verduras o de pescado, y alejar de nuestra salud productos ultraprocesados generadores de hipertensión, diabetes, obesidad, etc.
Os dejo una frase de Mafalda dirigida a su madre cada vez que le pone sopa:
"A todo aquel que deliberadamente se rebelare y no tomare, comiere, engullere, y/o sorbiere esta porquería, ¿vos le pegares?". Mafalda y la sopa.
¡Buen fin de semana!
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