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La beca de Japón y la de Errejón

Rafa Japón

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Esta semana hemos sido bombardeados por numerosas opiniones y algunas informaciones sobre la beca que disfruta Íñigo Errejón, uno de los cabecillas del nuevo Podemos. Con el PSOE a la cabeza, los partidos políticos tradicionales se echaron al cuello del politólogo de las gafitas, acusándole de estar llevándoselo calentito, es decir de cobrar la beca sin trabajar. La propia Susana Díaz, todopoderosa presidenta de la Junta de Andalucía (mi jefa), llegó a insinuar que se la habían regalado cuando dijo que “llama la atención que para una plaza de celador se presenten miles de licenciados y que para un contrato de este tipo sólo se haya presentado una persona”. El que escribe consiguió doctorarse en Química Analítica con becas muy similares a las de Errejón, y me gustaría explicar algunos protocolos y actuaciones que se hacen en este tipo de casos.

Yo era un estudiante bueno, pero no excepcional. Cuando entré a la Universidad, mi objetivo principal era incorporarme al mundo laboral cuanto antes. De este modo, terminé la carrera de Química en solo cinco años (la media es casi siete) pero con una nota media muy mediocre: 6,1. Un año después, Manuel Chaves decidió no sacar plazas de oposición a profesor, a las que yo aspiraba, por lo que me encontraba en el paro. De ello se enteró mi antigua profesora de Química Instrumental, que pensó, la muy loca, que yo tenía talento y que podía serle muy útil a la Universidad de Córdoba. Debido a mi baja nota, yo no podía acceder a las magníficas becas que otorgaba el MEC y la Junta de Andalucía. Mi profesora, entonces, solo pudo ofrecerme una beca de departamento de seis meses, en la que yo trabajaría las mismas horas que mis compañeros, cobrando la mitad, sin cotizar a la Seguridad Social y teniendo que pagar la matrícula del doctorado (1000 € al año, los dos primeros años). Esta beca se sacaba a concurso PÚBLICO y era publicada en el Boletín Oficial de la provincia de Córdoba. A pesar de que mi jefa me avisó de que, si alguien me competía, iba a elegir al mejor, nunca nadie me disputó la beca. Cuando llegaba la hora de “renovar” (es decir, volver a sacar la beca a concurso público), mi jefa evaluaba mi trabajo y aprovechaba para apretarme aún más las clavijas.

Gracias a que mi jefa confió en un licenciado con una nota mediocre, yo conseguí mi título de Doctor y ella mejorar aún más su extensísimo currículum. Por ende, la Universidad de Córdoba consiguió una tesis doctoral con 13 publicaciones en las revistas de Química Analítica más importantes del mundo, una patente y un premio externo. La UCO me lo “agradeció” concediéndome el premio extraordinario de doctorado.

¿Estoy defendiendo a Errejón? Pues no. Pero puedo tener una opinión muy clara sobre el tema, ya que algo sé del mundo universitario y, además, la beca de Errejón es muy similar a las mías (Errejón tampoco cobra lo que le corresponde como post-doctoral. Las “buenas” becas postdoctorales están cerca de los 3000 €). Me resulta imposible pensar que un investigador jefe regale y renueve becas. Si este hombre no hubiera confiado en que Errejón podría beneficiar a la Universidad, y sobre todo, a su propio currículum, en absoluto lo hubiera informado sobre el proyecto. ¿Por qué solo se presentó Errejón? Yo voy a responder con otra pregunta: ¿Alguien mira todos los días el BOP de Córdoba? Ni la prensa, ni las academias dan publicidad a las ofertas de beca para una sola persona. Además, si hubo alguien que miró ese día el BOP de Málaga, las posibilidades de que hubiera cumplido los requisitos serían muy pocas. Un investigador, con todos los respetos, no es un cartero ni un barrendero, ya que muy pocas personas están capacitadas para ejercer el trabajo. La única sombra sobre el caso es la baja asistencia de Errejón a la Universidad de Málaga. Según ha explicado el jefe del proyecto, no era necesaria la presencia diaria de Errejón en el departamento. No sé cómo se trabaja en las Ciencias Sociales, por que lo no puedo opinar sobre este hecho. Sí puedo decir que yo tenía que asistir diariamente al laboratorio, porque yo no tenía cromatógrafos millonarios en mi casa. Una manera muy sencilla de demostrar que Errejón se ganaba el sueldo, es mostrando las publicaciones en las que participó. Si Errejón publicó, o publica en los próximos meses (una publicación puede estar un año en mano de los revisores hasta que sale a la luz), su trabajo estaría justificado. Sin embargo, si Errejón no publicó nada tampoco se puede afirmar con rotundidad que no estaba realizando sus funciones, porque solo los investigadores saben que no siempre la investigación es productiva en forma de publicación. De todas formas, en este último caso, la duda sobre el trabajo de Errejón estaría justificada.

Sería muy sencillo para Errejón y Podemos demostrar que lo que ha sucedido esta semana ha sido una caza de brujas. No solo golpearía entre ceja y ceja a adversarios políticos tan importantes (e indocumentados) como Susana Díaz, sino que mantendría limpio su honor. Los ilusionados con el proyecto de Podemos se sentirían más tranquilos, esperanzados y orgullosos.

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