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Gracias, profesor

Ángel Munárriz

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Allá por 1998 un profesor de instituto me anticipó que, gracias a la revolución tecnológica en ciernes, el periodismo se iba a convertir en el oficio más demandado del mundo. Supongo que tras parir semejante pronóstico el hombre se retiraría a descansar. No sé dónde andará hoy, seguramente lo ficharía Goldman Sachs. Lo que sí sé es que yo me matriculé en Ciencias de la Información y hoy soy periodista por su culpa. O sea, gracias a él.

 

Como el lector sabrá, tal revolución tecnológica efectivamente se produjo, pero no ha tenido exactamente los efectos benéficos sobre el artesanal oficio de informar que vaticinó el infalible augur. Al contrario. Internet ha contribuido a acelerar la caída de ventas y publicidad en la prensa de papel, castigada por la irresponsabilidad y la miopía de los editores y rematada por la crisis general. El resultado es que a mis 31 años, con apenas diez en esto, he oído las palabras “ERE”, “despido”, “cierre” y “recorte” más de lo recomendable en toda una vida profesional. Demasiados de mis colegas están la calle. Falta pluralismo y sobra trinchera. Casi no hay curro. El poco curro que hay es malo. Ese es el panorama. Por cierto: siempre gracias, profesor.

 

He vivido dos años en Córdoba, un año en la Judería y otro cerca de El Corte Inglés, mientras trabajaba, y muy a gusto, en la agencia Bolpress. Durante aquellos dos años me hice amigo de Alfonso Alba y Rafa Madero, impulsores de Cordópolis y plumilla y fotero, respectivamente. Profesionales inquietos, ambiciosos y vocacionales, de los que conciben la noticia como un fustazo y no como una caricia. En un oficio tan poco dado al emprendimiento como el periodismo escrito, que Rafa, Alfonso y algunos inconformistas más se lancen con un medio local en Internet a desafiar un clima consolidado de precariedad y adormecimiento es una noticia cojonuda para Córdoba y diría que hasta para el periodismo, que últimamente recibe bien pocas. Me siento honrado de participar en el proyecto y agradecido de la libertad que se me da.

 

Libertad que, por cierto, voy a aprovechar para un experimento. Lo explico. Yo no escribiré aquí en calidad de periodista, porque ahora estoy apartado de las redacciones y no tengo ni el tiempo ni las condiciones apropiadas para hacerlo. Mi humilde contribución al proyecto, mucho más frívola y personal, consistirá en actualizar semanalmente este blog, Listas listas, así bautizado porque presentaré los textos siempre en forma de lista. Y eso por la muy elaborada razón de que me gusta escribir listas, extraña suerte de parafilia cultural a la que pienso dar rienda suelta. Eso les pasa por llamarme para colaborar. Si querían análisis sesudos y certeros, que hubieran llamado a mi profesor de instituto.

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