Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
El Papa, el obispo y la Mezquita

Extra omnes. Cuando se encierren los cardenales en el cónclave vaticano, se pronunciará una de las frases más míticas de toda la liturgia: todos fuera. Dentro se quedarán los que tendrán que elegir si continuar con un Papa parecido a Francisco o volver atrás, a otro Juan Pablo II o Benedicto XVI.
A pesar de la enorme literatura vaticana que se ha generado en 2.000 años de historia, es raro encontrar en el último siglo un debate tan encarnizado dentro de la Iglesia Católica como el provocado por Francisco. Ni Juan XXIII y su famoso Concilio Vaticano II, cuando revolucionó la liturgia y la propia Iglesia, provocó un movimiento telúrico tan enorme como que haya sacerdotes españoles que en un programa de Youtube le hayan deseado públicamente su desaparición. Francisco, de hecho, no viajó de forma oficial a España por su enorme enfrentamiento con los obispos locales, algo que jamás se ocultó.
Una de sus últimas decisiones en vida fue precisamente la de elegir el nombre del nuevo obispo de Córdoba, un lugar muy simbólico, con una sede en el corazón de una antigua mezquita y un espacio de encuentro de religiones, más que de enfrentamiento entre ellas. El sucesor de Demetrio Fernández, protagonista de agrias polémicas a nivel nacional, es un obispo muy próximo a las tesis de Francisco, precisamente en un contexto en el que todo está girando hacia una zona mucho más conservadora.
Gran parte del planeta, católicos o no, creyentes o no, miran estos días hacia Roma y andarán pendientes de la decisión de ese puñado de cardenales que tiene que elegir al próximo Papa. Si se opta por una línea mucho más conservadora, al menos en Córdoba en apenas un par de meses habremos dado uno de esos giros tan singulares y locales a los que acostumbra esta ciudad: un obispo progresista frente a un Papa conservador; cuando venimos justo de lo contrario.
Córdoba, insisto, no es un lugar cualquiera. A diferencia de otras diócesis españolas, aquí no hay estrecheces económicas gracias a todo lo que aporta la Mezquita Catedral. Y el templo principal siempre fue un símbolo. El propio Demetrio Fernández así lo entendió, aunque con su particular visión de las cosas. Llegó a cambiarle el nombre al monumento y a decir públicamente que los que construyeron la mezquita fueron los bizantinos y que los musulmanes se limitaron a poner el dinero. Como ha hecho Erdogan con Santa Sofía, en Córdoba se intentó ensalzar el triunfo de una religión sobre otra, la conquista del cristianismo sobre los infieles. En Turquía, Santa Sofía ha dejado de ser una catedral y una mezquita, y ya es solo mezquita.
Sea quien sea el próximo Papa, en Córdoba tiene una oportunidad mundial de apostar por el acercamiento, más que por el distanciamiento. Por el único monumento del mundo que resume a las dos grandes religiones monoteístas del planeta, esa luz vertical del cristianismo con la horizontal del islam. Ese edificio considerado como uno de los más espectaculares del mundo para los mejores arquitectos. Una oportunidad de poner a Córdoba, de nuevo, en el mundo.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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