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Siete años

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Marian Castro

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Dicen que los ciclos vitales van agrupados por periodos de siete años, ese número mágico que es el siete. En muchos compatriotas he escuchado muchas veces decir que pasado siete años en un lugar después no te quieres ir. Y de hecho, esos mismos que lo cuentan aquí siguen. ¿Saben? Yo ya llevo siete años en la Ciudad de México... como los siete años que se echó Brad Pitt en el Tíbet (la peli de Jean Jacques Annaud del año 97). Yo tengo un billete de tren como él... ¿Me subo?

Ahora acabo de conocer a un chico de Madrid que viene a pasar a México entre tres y cinco años. Al oírle hablar me recuerda tanto a mi... de todo se queja, del tráfico, del taxista (ya saben de mi idilio con los taxistas de esta ciudad), de la tranquilidad con la que se toman todo... Bueno, le ha subido la tensión y se está medicando. Pasarán los años y se irá acostumbrando (¿o no? y querrá volverse a cada minuto que pase) o le gustará tanto que querrá quedarse otros tres y otros tres años, sobrepasando su ciclo de siete.

Así es la vida de un expatriado, como quizás la de aquellos aventureros conquistadores que encima disponían de menos medios que los actuales españolitos En Tierra Extraña. El Nuevo Mundo es un lugar que enamora... acaba calando en la piel y estas playas, estas montañas, esta luz se queda tan dentro de ti que así pasen 7 como 15 años ya no eres la misma persona que puso un pie por primera vez aquí. Pasado un ciclo has dejado enterrado en esta orilla tantos recuerdos (buenos y malos pero sobre todo perdurarán los buenos), tanta nueva familia que tu ya tienes un pie aquí y otro en lo que siempre será tu patria. Pasan esos siete años y la tierra que antes te era extraña, ahora tiene un nombre y un mapa dentro de tu ser plagado de sensaciones y recuerdos. 

Foto: Marian Castro.

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