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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Si tienes miedo a morir, tendrás miedo a vivir. Los excelentes

Templo de la literatura de Hanoi.

Magdalena Entrenas

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Debiera ser obligatorio viajar. Conocer otras culturas, otras formas de vida, otras perspectivas del mismo mundo. Asomarte a los ojos de otros. Quitarte esa caspa que asoma en los hombros senequistas de los que creen que todo lo saben, aunque jamás hayan ido más allá de la zona de confort cordobesa (por el sur a Fuengirola y por el norte a Madrid) para hacer siempre lo mismo, a la misma hora y con los mismos. Viajar ensancha el alma y nos hace adquirir la verdadera dimensión de lo que somos. O sea, nada.

Hay tantas vidas diferentes, que solo viajando descubres que apenas eres una gota que se escurre en el cristal de un océano de lluvia. Escribí esto justo cuando sobrevolaba Kolkata, en la India, mientras miraba el mar de nubes infinitas y comprendía, asomada al mundo, cuan ridículas es la posición y el estatus ficticio de muchos. 

Y es que estoy en un momento nada positivo con el futuro en esta Córdoba milenaria, que tanto se celebra desde fuera. Vivir aquí es otra cosa. Porque aquí estamos los cordobeses y últimamente los pillabichos, los gualtrapa, los simples, los blufs y los mediocres, sin otra aspiración que salvar su culo y colocarse… ¿Qué hemos hecho para merecer esto?  

Lo contrario es lo que he visto en el país fascinante al que he viajado recientemente. Si la resiliencia tuviera nombre, sería sin duda Vietnam. Resistir los envites de tantas guerras durante tantos siglos hasta hace tan poco y seguir en pie, no puede tener otro nombre. Pero de esa resiliencia les hablaré otro día, hoy lo haré del valor y la excelencia. 

La historia de Vietnam es una historia de excelentes. En el Templo de la Literatura de Hanoi, dedicado a Confucio y construido en el 1070, se ubicó la primera universidad. Aún quedaban 18 años para que se fundara en Europa la primera, en la ciudad italiana de Bolonia. Mientras, aquí, el Califato Omeya estaba ya muerto (creo que no nos hemos recuperado desde entonces) y nuestro declive servido en azafate. Como este blog. 

El caso es que, en ese templo de Hanoi, con ese nombre tan bello, se han formado los excelentes del país, cuyos nombres están esculpidos en estelas de piedra sostenidas por enormes tortugas, símbolo de la fuerza y la resistencia. Aún hoy van los estudiantes cuando tienen exámenes, a sentir esa fuerza y atraer la suerte y desde luego cuando terminan sus estudios para dar gracias a sus profesores por haberles enseñado lo que saben. Ahí lo dejo. 

Y es que la excelencia está presente en cada rincón de ese templo en el que aparecen los dos factores necesarios, la actitud y el conocimiento. De nada sirve saber mucho, si tu actitud no es la adecuada. En Vietnam los excelentes son los que han construido la vida y hasta la muerte, si de combatir se trataba y así es difícil perder. Ni contra China, ni contra Estados Unidos, ni contra nadie. La vida la construyen los excelentes y por ello la educación y el esfuerzo son la clave. 

Aquí perdimos hace mucho el valor de la excelencia, a lo que se unió algo aún peor. El miedo a la muerte. La muerte social, la moral, la política. Cualquier muerte. Y claro, tener miedo a morir, nos secuestra para vivir. Los que tienen miedo a morir, también lo tienen a vivir. De traca que nos manden los no excelentes, con miedo a morir, incapaces de arriesgar y de vivir. 

Siempre recordaré el Templo de la Literatura. Que la resiliencia nos proteja de las decisiones desafortunadas de hoy al depositar el voto. ¿Dónde estarán los excelentes?

Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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