Cuando el amor existe nada puede ocultarlo, ni detenerlo. Es como en la película de “El diario de Noa” con la que me tope el viernes al filo de la media noche justo en la escena del Iago. Cuando tras la lluvia incontenible y sanadora, Noah y Allie se reencuentran para siempre.
Mi hijo se casó hace una semana y aún sigo colgada del momento mágico en el que los novios nos hablaron de su amor. Escuchar a mi hijo hacerle a María la declaración de amor más bonita y sincera que he oído en mi vida, llena de matices, sin palabras vanas y real, me despertó el alma y me encendió el corazón. Sentir que se aman libres me confirmó que no hay nada como la libertad... y de eso nosotros sabemos un rato.
Cuando tenía unos 6 años un día me preguntó angustiado si había algo peor en la vida que te tragara una ballena como a Pinocho. Ese cuento y el de los tres cerditos los tenía desgastados de mirarlos. Aquel dibujo de la ballena inmensa y monstruosa en lo más profundo del océano, que había engullido al pobre Pinocho buscando a su padre, era aterrador. Mientras pensaba qué decirle, me miró y dijo: “Si, quedarte para siempre en su barriga”.
Mucho más tarde descubrí que el cuento de Pinocho es la historia del alma humana en su viaje evolutivo y que hay almas para las que la libertad es lo primero. Debe ser genético. Cuando llegó a mi vida para ser irremplazable y único, a una edad a la que las mujeres de hoy están aún terminando másteres y antes de la edad que él tiene ahora, se convirtió en el confidente y compañero de camino. Y desde entonces hemos pasado muchas cosas juntos. Ha sido un viaje maravilloso de libertad hasta dejarlo con orgullo en el barco en el que el sábado zarpó feliz, enamorado y libre.
Cuando alguien abre su corazón y lo expone al sol ante el mundo, lloramos. Con películas de amor como “El Diario de Noa”, lloramos. Y escuchándole el sábado todos los que lo oímos lloramos. Y de repente me pregunté ¿por qué lloramos ante la felicidad y el amor de otros?
Creo que se llama empatía. Conectar con los sentimientos. Dar un salto en el tiempo y recordar lo que te sucedió. O tal vez sacar a la luz nuestro lado más idealista y romántico. Puede que incluso nostalgia. El anhelo de lo que no tenemos. Incluso de lo que nunca fuimos. Sentir que el amor ya no nos pertenece. ¿Llorar de felicidad, de nostalgia o de tristeza?…
Creo que lo primero, porque el amor de verdad no tiene edad. La edad nunca puede ser un impedimento para amar. Solo hay que ser libres para amar. Allie, octogenaria, en un breve momento de lucidez, le pregunta a Noa en la última escena de la película “¿Nuestro amor puede lograr milagros?” Y él le contesta “Nuestro amor puede hacer todo lo que nos propongamos”
¿Por qué será que el Noa de Ryan Gosling me recuerda tanto a mi hijo?
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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