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Cuaresma “a la chita callando”: final

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Antonio Ranchal

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La Cuaresma es a la Semana Santa la sierva, porque no hay Gloria sin sacrificio, porque no hay tierra prometida sin desierto, porque no hay vida sin muerte.

La Cuaresma pasa a los ojos de la ciudad “a la chita callando”, pero sin Cuaresma no puede haber Semana Santa.

Y no habrá Semana Santa si no te igualas, si no te pones a la misma altura de tus semejantes y comprendes y compartes. No habrá Semana Santa si Dios no ocupa el centro, si Dios no es el dueño, si Dios no es quien manda, también en tu casa. No habrá Semana Santa si no vuelves a la casa del Padre, como el hijo pródigo, buscando el perdón y la pureza de tu alma y no podrá haber nunca Semana Santa si hay alguien a tu alrededor que te está llamando y tú eres incapaz, pobre cristiano, de extender la mano...

Las procesiones saldrán, sí, como todos los años, pero serán sólo un teatro maravilloso perfectamente representado. Quedarán entonces a la merced del fuego de facinerosos que están esperando agazapados para demostrar que los cristianos, los cristianos cofrades en este caso, somos gente vulgar, vacía por dentro, sin nada que aportar a la ciudad del siglo veintiuno.

No es tiempo de cobardes, es tiempo de dar un paso adelante, de levantar los cubrerrostros, de mirar a la gente a la cara y de mostrar nuestro ser cofradiero. Lo que más queremos en el mundo…

A mi Cristo y a mi Virgen

que no me los toque nadie,

que saco garras y dientes,

que me bato a espadas y a sables.

A mi Cristo y a mi Virgen

que no me los toque nadie,

que son la herencia que abracé

en la tumba de mis padres.

Que no toquen nuestras creencias, no, pero que si las tocan nos encuentren preparados. No es tiempo de vulgares, no es tiempo de mediocres…

Yo muero, como muchos de vosotros, cada Domingo de Ramos, me paso un año esperando, como vosotros, a que llegue esa bendita mañana; me tiro a la calle buscando los recuerdos que mi madre grabó en mi alma siendo yo tan solo un niño; yo, como vosotros, amo la Semana Santa, como si en ella me fuera la vida.

Quiero deciros, con esto, que no soy diferente a los que hoy me leéis pero, ya que me han dado la oportunidad de reflexionar en alto, es esto lo que tengo para vosotros: No pretendo reñir a nadie, sino más bien suplicar, rogar, implorar…

Ser cofrade es, irremediablemente, ser cristiano. Ya no valen excusas.

— “Cofrade: 1. com. Persona que pertenece a una cofradía”. ¿En serio? Pero ¿no viene “Del lat. cum, con, y frater, hermano”? Parece que los diccionarios no siempre cuentan toda la verdad... ¿Cuestión de identidad? (El rotulador)

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