Jueves Santo
Desde que el pasado domingo diese comienzo la Semana Santa de 2015, los días han caído uno tras otro como repetición del anterior. El de Azores, potente y estable como pocas veces se ha podido ver para las fechas que corremos, ha dejado el cielo de una estabilidad que aburre a quienes gustamos del crecimiento de las nubes, los relámpagos y los chuzos de punta. Evidentemente, los deseos personales de entretenimiento meteorológico se llevan mal con los deseos cofrades de una absoluta tranquilidad atmosférica.
Hemos llegado hasta el Jueves Santo y ni una sola gota de brisa se ha atrevido a mover un sólo pelo pescuecero que alivie las nucas de cuantos salen a pasear a primeras horas de la tarde. Hoy la cosa, aunque tienda a remitir poco a poco, seguirá estando marcada por un Sol implacable arriba en el horizonte. Es tiempo de torrijas y pestiños, de Ben-Hur en la tele y de ver a un señor besando un suelo en el informativo del mediodía.
El de hoy pasa por ser el día más típicamente cofrade de cuantos inundan la semana, el que más sabor histórico atesora. La Santísima Trinidad del Estado llenará hoy las calles, ejército, toreros y clero, una extraña combinación que no por ser tradicional a mí me chirriaba desde chico. De siempre me costó comprender cómo un mensaje de amor, bondad, paz y esas cosas, un icono de la no-violencia como fue Jesucristo, iba cada jueves escoltado por señores con un rifle al hombro.
Sea como fuere, hoy volverá a brillar el Sol, en un día más de pleno cofrade, tanto para los que queden pululando durante la escueta madrugada cordobesa, como para los que desde la Avenida de Cádiz, cojan camino de Sevilla. Una marcada estabilidad que podría empezar a jorobarse de cara al próximo Domingo de Resurrección, donde como el año pasado, el raso del cielo pase a velo de nubes, dejando quien sabe, si las primeras lluvias de abril, aunque eso, aún está por ver.
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