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Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

De hitlerianas maneras

Parlamento Europeo, en una imagen de archivo.

Sergio Gracia

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Hubo un tiempo en Europa donde a los políticos les daba miedo y vergüenza salir al lado de la ultraderecha. Un tiempo donde a la ultraderecha y a los nazis se les aislaba y se les condenaba, incluso se les excluía de la UE. Recordemos la entrada del FPÖ, encabezado entonces por Jorg Haider, en el Gobierno austriaco tras las elecciones de 1999. La UE aisló literalmente a Austria, mientras que Estados Unidos llamaría a consultas a su embajador.

Las tres medidas de sanción acordadas por la UE en aquel momento fueron: “Los Gobiernos de los 14 países miembros de la UE decidieron no promover ni aceptar ningún contacto bilateral oficial a nivel político” con ese Gobierno; “no apoyar a los candidatos austríacos que pretendan desempeñar funciones en las organizaciones internacionales”; y recibir a los embajadores de Viena en los catorce países sólo “a nivel técnico”. Pero aquello quedó en el pasado, a la vista de los acontecimientos políticos vividos en la última década.

Actualmente, vivimos un momento donde el avance de esa extrema derecha en Occidente en general, y en Europa en particular, marca la agenda política. Una agenda con tintes xenófobos, racistas e incluso eugenésicos. Una agenda que incluso compran partidos que se autodefinen como progresistas por intentar “rascar” cuatro votos. Atrás quedó la Europa de los Derechos y las Libertades.

El aterrizaje en la política internacional de los Trump, Le Pen, Salvini, Orban, Netanyahu, Wilders, DeWinter, Bolsonaro, Abascal, Zemmour, Meloni, Milei y ahora, Ventura en Portugal, a dando paso a una barra libre de discurso eugenésico, extremista y radical donde todo vale por llegar o mantener el poder, donde se ha normalizado el discurso de odio y con ello, actuar de hitlerianas maneras, es decir, actuar tal y como actuaba la Alemania nazi. Esas hitlerianas maneras van, del discurso empleado a las políticas desarrolladas o propuestas.

Actualmente, asistimos a un discurso eugenésico al más puro estilo Rudolf Hess, quien afirmó en su día que el nazismo era “biología aplicada”. Hoy, igual que durante el Tercer Reich, un sector políticamente extremista busca excluir de las sociedades a cualquier persona considerada “menos valiosa” o “racialmente extranjera”. Por eso, la caza al inmigrante es plato favorito de estos individuos.

Ejemplos de estos discursos tenemos varios. Incluso algunos pronunciados hace escasas horas, donde tratan a los inmigrantes como mera mercancía.

Los nazis fomentaron la doctrina de la “preservación de la raza” inyectando en su sociedad el odio y la discriminación y prohibiéndoles relacionarse con los “no arios”, fomentando con ello la superioridad racial, en busca de “ciudadanos ideales”. Y esto vuelve a ocurrir exactamente igual hoy, sin olvidar lo que Hitler escribió en Main Kampf “Es tarea de la genialidad de un líder el lograr que incluso adversarios muy distintos entre sí pertenezcan a una misma categoría…siempre debe combinarse una multiplicidad de adversarios, de modo que a ojos de las masas de seguidores, la lucha vaya dirigida a un solo enemigo. Esto fortalece su fe en sus derechos y acentúa su enconamiento contra quienes los atacan”.

La aparición en la escena pública de estos actores políticos, trajo consigo la normalización del lenguaje y el comportamiento racista, la deshumanización de las personas sin recursos, así como la criminalización de las personas inmigrantes.

¿Cuántos discursos quieren sobre el tema? Durante estos últimos años, estamos escuchado discursos como los dichos por Trump recientemente, que dijo que los inmigrantes “están envenenando la sangre” o el que dijo en el año 2020 “Es mucho lo que depende de los genes. Se ve con los caballos de carreras. ¿O es que pensáis que con nosotros es diferente? Tenéis buenos genes en Minnesota”. Tampoco se quedan atrás la ministra israelí May Golan quien dijo “estoy orgullosa de ser racista, tenemos derecho a ser racistas”, el ministro de Agricultura italiano, Francesco Lollobrigida “Los italianos están teniendo menos hijos, así que los estamos reemplazando con otra persona” o el reciente alegato del delegado de Chega Rui Cruz, que en la VI Convención Nacional de Chega y sorprendió con su discurso diciendo “Soy padre, soy abuelo y... soy fascista”.

Pero no son los únicos, aquí en España, ese discurso es centro del debate político, y por ende, de debate social que se puede escuchar en el patio de un Instituto, en las clases o pasillos de una Facultad, en el supermercado o en la barra de un bar.

Como ejemplos podemos poner el cartel electoral de 2015 de Xavier García Albiol, candidato del PP en Cataluña que decía “Limpiando Badalona”. Aunque antes ya se había descolgado diciendo que “los rumanos son una plaga y suponen una lacra para la ciudad” y que “el colectivo rumano gitano ha venido a esta ciudad a delinquir y a robar”.

En el año 2020, Abascal dijo en el Congreso “Quieren amordazar a los españoles mientras están con los enemigos de los españoles, que son los que asaltan nuestras fronteras, nos quieren llevan a la ruina, dividir el país y sembrar el pánico en las calles”.

Posteriormente, en mayo de 2021, el propio Abascal dijo en Sevilla “Inmigración legal sí, pero inmigración según las necesidades económicas del país (…) y hoy no la necesitamos. E inmigración según la capacidad de adaptación del que emigra, porque no es lo mismo abrir los brazos a nuestros hermanos hispanoamericanos con los que compartimos cultura y visión del mundo que abrir los brazos a otras personas que han nacido en culturas no ya distintas, sino incompatibles con la nuestra”.

Pero si nos quedamos con lo más reciente, en las últimas horas hemos escuchado por un lado a Rocío Monasterio reclamando a Ayuso que fletara autobuses para llevar a los migrantes de Alcalá al Palacio de la Moncloa, y por otro, a Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll diciendo “La entrada masiva de inmigrantes musulmanes es un error”.

Pero el discurso no es la única acción hitleriana llevada a cabo por estos líderes mesiánicos. Otras llevadas a cabo hoy que ya las puso en práctica el régimen nazi serían las deportaciones masivas o controlar las formas de comunicación por medio de la censura y la propaganda.

Hoy podríamos escribir sin sonrojarnos que miles de personas han sido, están siendo o serán deportadas, en un viaje que durará días, que estarán sin comida, agua y en malas condiciones de higiene. Con destino incierto y en muchos casos hacinados. Un viaje que significará el grado máximo de deshumanización, y donde las víctimas perderán su dignidad. Por desgracia, con este texto no sabemos si hablamos de hoy o de ayer.

Hoy asistimos a propuestas inimaginables hace una década, donde por ejemplo el Reino Unido, ha propuesto usar prisiones flotantes y brazaletes con GPS para migrantes irregulares, o realizar deportaciones masivas a Ruanda, algo parecido a lo propuesto por Meloni, que pide enviar migrantes a Albania. Mientras tanto, Milei amenaza a través de la megafonía de las estaciones de transportes.

La crisis económica de 2008 ayudó a que la extrema derecha creara movimientos nacionales que se opusieran a los procesos de integración, donde vendían que los inmigrantes robaban los recursos y que nuestra sociedad estaba en peligro.

La extrema derecha usa las emociones como un elemento extra que condiciona el comportamiento político y electoral de parte de la sociedad, jugando estas un papel decisivo. Donde el discurso del miedo que venden, que busca atraer insatisfechos y frustrados, no se fundamenta con datos y estudios sobre la materia, sino en bulos y fake news.

Lo que se vive hoy, ya se vivió hace décadas, es el mismo modus operandi que llevaron a cabo los nazis que hoy se vuelve a reproducir, donde para evitar que volvamos a tener las mismas consecuencias de entonces, es necesario que en la sociedad aparezcan discursos conciliadores e integradores que desactiven la polarización y crispación actual, y donde aparezcan políticos y políticas progresistas que sean capaces de pensar y de desarrollar políticas donde quepamos todas y todos, y no comprar políticas extremistas a cambio de cuatro votos baratos.

Sobre este blog

Sergio Gracia Montes es graduado en Derecho por la Universidad de Córdoba. En 2018 impulsa desde Córdoba el Centro de Investigación de la Extrema Derecha (Cinved), con el que analiza y estudia los movimientos populistas y extremistas en España y a nivel internacional. Gracia cuenta con amplia formación en materia religiosa, política y de derechos humanos, e interviene en medios nacionales (Cuatro, La Sexta, Huffington Post, El Independiente, El Confidencial o El Temps) como experto en fanatismos y movimientos de ultraderecha.

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