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Agudeza narcótica

Víctor Molino

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Hay que dar las gracias a los narcos. Que esto no se entienda mal. Porque no se trata de hacer apología de la droga, no. Hay que ser agradecidos con la banda de narcotraficantes que han introducido en Córdoba cincuenta y dos toneladas de hachís en cinco meses.

¿Quién lo diría, eh? Apostando por la capital califal… ¡Y de qué manera! A lo grande. Mejor dicho, a lo grandísimo, porque todo apunta a que pudo haber casi un total de ochenta toneladas del mismo compuesto en el interior de las dos naves alquiladas en el polígono de La Torrecilla.

Una pasada, sí. Una bestialidad en general. Lo de las gracias, por la publicidad, para aclararlo, antes de seguir. Publicidad, sí, promoción. Un flaco favor sin duda para que la imagen de la ciudad sea plusmarca europea de aprehensión de estupefacientes.

Buena efeméride para las fuerzas del orden (enhorabuena a la Policía Nacional), pero una mala noticia para abrir el Mayo Festivo. Aún así, el pelotazo mediático deja una conclusión con un cariz beneficioso.

El más importante, que alguien ha visto en Córdoba un filón. Aunque se trate de narcos, el hecho de que toda esa cantidad de droga haya venido a parar aquí es un buen mensaje para reconocer y promocionar que la ubicación de la ciudad es perfecta para distribuir al resto de Europa.

Que la urbe esté bien localizada en el mapa, es bien sabido por todos. Así las cosas, ¿cuál es el motivo por el que no se invierte para que se puede convertir en una ciudad eslabón?

Hubo quien lo propuso pero, como otros tantos proyectos, de momento, que se pueda ejercer como lugar neurálgico parece una quimera. Y la historia es que se trata de un punto de conexión donde por tierra, rail y aire se puede enlazar en poco tiempo con destinos de densa actividad exportadora.

Córdoba está obligada a cumplir una función histórica que va más allá de rebosar legado cultural. Su demarcación debe servir para sacar a flote la tan decrecida actividad económica. Y en ello se debe invertir.

Ya lo han intentado hacer los traficantes. Por algo será. Más allá de lo ilícito e ilegal, el hecho de utilizar la ciudad como sede de distribución de su producto desprende que es efectiva para ello, que no es casualidad y que puede serlo para otro menester. Agudeza narcótica.

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