Ortópteros metafóricos
Córdoba se ha convertido en la verdadera ciudad del deseo sexual. Una urbe donde millares de individuos alzan cada noche sus voces para reclamar la atención del género opuesto. Circunstancia ésta que se fija como una pandemia sin remedio momentáneo y que, además, tiene un culpable.
Dicha realidad no atañe únicamente el género varonil, también repercute en el femenino que ve, ahora más que nunca, una oportunidad extraordinariamente única de satisfacer sus necesidades ante un inmenso abanico de machos.
Todo esto, como se apunta, tiene un culpable. Un causante que ha propiciado que en apenas horas, días o semanas, se produzca el reclamo más sonoro que se recuerda en los últimos años en la ciudad de las grandes bellezas.
Para más enjundia, dicha coyuntura se ha convertido, sin lugar a duda, en el debate más interesante de este arranque otoñal. Todo y eso, con perdón, claro, a quienes se preocupan más por mostrar interés en el caso Malaya, la figura de Rafael Gómez, el futuro de la Gerencia de Urbanismo, Caballerizas Reales u otras historias varias.
El responsable del inundante deseo sexual es el factor meteorológico. Sí. Las precipitaciones caídas días atrás y las altas temperaturas, no muy comunes en el mes de octubre, han propiciado que la Córdoba de los amores suene de manera noctámbula a un churrioso y cansino “cri cri”.
Desde las proximidades del Guadalquivir hasta la falda de la sierra, pasando por los barrios de este y oste, la medina parece estar inundada de miles de ortópteros encelados que demandan con su aleteo un cariño que no conocen.
Es la vida misma, que con ejemplos propios de la naturaleza invita a pensar en métodos aplicables a la especie humana, pero en realidad también es una metáfora. Merece la pena advertirlo como tal.
Los grillos, por instinto, levantan ligeramente sus alas y frotan una con otra provocando un sonido peculiar para marcar un territorio y reclamar a su objeto de deseo. Quizá estén invitando a que los humanos hagamos lo mismo. No en el plano sexual, pero sí en el social.
A lo mejor, la divinidad, causalidad o como quiera uno entenderlo, está lanzando un verdadero mensaje de activación. A lo mejor es que el mundo animal, que se aproxima desde lo rural hasta lo urbano, busca un nuevo hogar, una nueva forma de vida.
A lo mejor es que las circunstancias meteorológicas, tan extraordinarias como la situación económico-social contemporánea, están provocando un estallido. A lo mejor, de vez en cuando se tiene que aprender de esos pequeños y no nocivos ortópteros. A lo mejor, sí. A lo mejor… ¿Aleteo colectivo? Cri cri antes que cra cra. ¿Algo más que una señal?
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