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Medio pan, un libro... y deporte colectivo
Decía mi querido David Luna en un artículo reciente que su barrio, mi barrio, era un barrio oprimido. Un barrio oprimido “de la hostia”, incidía. Se refería al Distrito Sur de Córdoba.
Y de ello, y lo que conlleva, se aprovechan tirios y troyanos. Porque, seamos claros, cuando se oprime a alguien, a una colectividad, se le deja grogui. Y eso le pasa también a nuestro distrito desde hace décadas.
Recordaba David que Federico García Lorca decía que era mejor alimentarse con medio pan y un libro que con un pan entero solamente y sobre ello ironizaba de la dejadez, la desidia y el desprecio de las instituciones con el Distrito Sur. Un distrito que quiere ser libre, pero al que no le dejan.
Con el paso de los años, nos fuimos enterando de los beneficios de algo que Federico seguro que hubiera incluido en su consejo: que el deporte es fundamental para un barrio oprimido. Puede que hubiera dicho que lo mejor para alimentarse era medio pan, un entrenamiento y un libro.
Resulta que el Distrito Sur tenía un polideportivo que era referente del deporte andaluz. El “Poli”. Un poli derrochadamente humilde. Una pista multideporte que servía para balonmano, futbito, baloncesto, voleibol, gimnasia rítmica, y lo que hiciera falta. Para el deporte de base y para el de élite. Con doce filas de gradas. Y un bareto. Por allí pasábamos miles de sureños a la semana.
El distrito que, como hoy, en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa era pobre y oprimido, tenía esa vía de escape. En esa cancha cientos de chavales (sobre todo) y chavalas entrenaban a diario para aprender a jugar de forma colectiva, para desarrollar su sociabilidad lejos de unas calles donde encontraban “otras cosas” o no encontraban nada. De ahí salieron equipos de todas las disciplinas que mantenían en forma física y mental a mucha chavalería. Y por eso era referente el “Poli” del Sector Sur. Desde 2001, no.
Para colmo, el EBASUR de balonmano de Antonio Reyes y el Juventud de baloncesto de Abilio tocaban el cielo y traían al sur, al otro lado del río, donde poca gente quería venir, a miles (dos, porque no cabían más, pero se quedaban sin entraba algunos cientos) de cordobeses.
La modernidad y el desastre de la búsqueda desesperada por tener deporte de élite (que nunca volvió, por cierto, hasta el futbol sala hace cuatro días) enterró al Poli y se lo llevó allende el río. Porque a la base, a la chavalería del barrio, ¡que le dieran por donde más amarga! El Poli se cerró sin que ningún gobierno municipal de la izquierda (la inmensa mayoría) ni por supuesto la derecha, lo evitara. Tuvieron una gran excusa que nadie se creyó: la titularidad del espacio. ¡¡Como si esa titularidad no fuera la misma cuando funcionaba a pleno rendimiento!!
El Poli se derruyó y ¡ya tenemos otro llano vallado en el barrio! Y ya es de propiedad municipal. Pero hete aquí que para la chavalería del barrio tienen pensado lo mismo: “Que le den por donde más amarga”. Y para la “menos chavalería”. Porque el Ayuntamiento, desde hace muchos años y gobierne quien gobierne, acude al negocio para montar espacios deportivos.
Para nuestro oprimido Distrito Sur, nuestro Ayuntamiento tiene pensado un macro gym de esos en los que te llevas tu toalla, tus casquitos, y te pones a correr en una cinta, a montar en una bici que no se mueve o a levantar peso en máquinas. Donde lo más colectivo son las clases masivas de zumba, de yoga, spinning, donde con suerte te das con alguien los buenos días o las buenas tardes. Y tienen pensado que “¡para qué vamos a tener piscina terapéutica donde tratar los dolores, o donde aprender nuestras criaturas a nadar, o donde hacer deporte la gente mayor!. Que con una piscina para nadar vamos que chutamos. ¿O nos creemos los del sur que somos como los del centro, los de poniente o los de levante?”
Porque el caso es que una empresa privada haga la instalación, se le ceda por una pila de años, se le subvencione con un dineral año tras año y…. ¡a ganar dinero! Porque hacerlo desde lo público donde prime el beneficio social ¡es de comunistas!.
Ese modelo de espacio deportivo no es lo que necesita nuestro barrio oprimido. No. Estará bien que haya todo eso que quieren poner. Si alguien quiere cultivar su cuerpo desde el individualismo, está en su derecho. Pero nuestro distrito vuelve a necesitar, siempre necesitó, socializarse a través del deporte. Y lo necesitan desde la juventud hasta las personas más mayores.
En el Distrito Sur necesitamos de nuevo que nuestras niñas y nuestros niños tengan donde ir a practicar su deporte favorito junto a un buen puñado de compañeras o compañeros. O incluso a hacer teatro, o danza. Que, como hacíamos algunos, lleguemos al Poli a las 7 de la mañana a entrenar antes de ir al cole. O después del cole. Que usemos el deporte para divertirnos, para vivir, y para socializarnos. Sin tener que coger el coche o el bus. Aquí, cerquita, con nuestra vecindad.
El Distrito Sur acoge repetidamente a lo largo de los años dos barrios (Guadalquivir 7º y Sector Sur 12º) entre los quince más pobres del país y mantiene unos de los niveles más bajos de inversión. Por eso, como decía David, es un distrito oprimido, y afecta a todo. También a su representatividad. Porque todo tiene un porqué. Porque todo ocurre porque así se diseña para que ocurra. Y porque salir de ese círculo supone un incómodo enfrentamiento con el diseñador que no todo el mundo está dispuesto a poner en práctica.
Afortunadamente aún estamos a tiempo. No hay nada definitivo trazado. No hay nada definitivo aprobado. Y seremos las vecinas y vecinos del Sur, aunque no se nos quiera pedir opinión, quienes digamos si queremos otro GoFit, otro Forus, otro Aira, con cuotas inalcanzables a pesar de estar subvencionadas, sin piscina terapéutica, sin pistas polideportivas, o queremos nuestro “Poli” mejorado y modernizado. Nuestro “Poli” del siglo XXI. Llevamos décadas esperando y nadie debería venirnos con falsas amenazas de tiempos.
Y que no nos digan que no es posible, porque ahí está la propuesta de la Asociación Vecinal Guadalquivir del Campo de la Verdad, amparada por el gabinete de arquitectos del barrio Grupo 2, que lo demuestra. Es totalmente rentable y viable económicamente hablando. Y, ¡oigan! Que si no lo fuera… alguna cosilla tendría que venir para el sur, ¿no? Que ¡ya está bien! Que hay 40.000 personas viviendo en el distrito y tenemos solo una sala polideportiva en Guadalquivir.
Porque en el sur, ni planes ni inversiones para acabar con el paro, con la pobreza, con la exclusión. Para dejar de salir siempre en los titulares “chungos”. O para dotaciones culturales. O para infraestructuras que mejoren nuestras vidas. Ni Magisterio, ni San Eulogio, ni Poli, ni calles limpias y dignas, ni ná de ná. Solo putearnos siendo el aparcamiento del casco histórico y de los eventos, con nuestras calles imposibles de transitar. Solo las dádivas que, como decía David, buscan el fogonazo del año preelectoral tras tres años de abandono absoluto.
Recuerdo cómo, de esas cosas que se le graban a uno cuando es pequeño, a finales de los 70, las asociaciones vecinales del distrito cortaron repetidamente la Avenida de Granada, tumbándose en la carretera, para exigir un semáforo. Ese semáforo que hoy conocemos como el semáforo del El Palo. Ojalá pronto, muy pronto, por la vía del “entendimiento” o por la que sea, el Distrito Sur salga de su opresión. Ojalá, pronto, también tengamos ese nuevo “Poli” del siglo XXI.
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