El abandono de muchos pozos de uso público de Bujalance atormenta a los agricultores

Por ejemplo, en breve se iniciarán los tratamientos foliares de otoño en los olivares. Obviamente, para ello se necesita agua. En Bujalance, como en otros muchos municipios cordobeses donde predomina la olivicultura de secano, durante mucho tiempo, las “tinas de los tractores”, se han llenado con agua de los pozos, especialmente de los de uso público. Si a las consecuencias del cambio climático se une el entierro, el abandono… y la falta de mantenimiento de estos húmedos tesoros patrimoniales, ¿con qué agua “tratarán” los agricultores bujalanceños sus olivos?.

La asociación “La Avutarda Bujalanceña” lleva bastante tiempo recordando la necesidad de conservar y recuperar los numerosos pozos y fuentes de uso público (casi 80) que, debido al total abandono que se encuentran la mayoría de ellos, están acabando sepultados. También viene divulgando que, junto con la recuperación de su entorno, forman un ecosistema de gran riqueza y diversidad, capaz de albergar “vida”, donde vegetación, fauna silvestre, valores paisajísticos, históricos, culturales…, además de aspectos económicos (turismo rural, refugios de caza, usos agrícolas, ganaderos…) y/o sociales (abastecimiento doméstico, usos lúdicos y recreativos, “Rutas de los Pozos” de senderismo, a caballo, en bicicleta…) podrían ser aplicaciones multidisciplinares futuras, creadoras de riqueza y trabajo, así como minimizadoras de su preocupante despoblamiento.

En Morente, localidad perteneciente a Bujalance, al no llegar ya a los 100 habitantes, se visualiza con bastante claridad las consecuencias de ello, así como del olvido de este rico patrimonio natural y de tesoros hídricos mojados en el pasado; pero cada vez con una mayor cotización sepulcral, al ignorar las “externalidades sociales… y ambientales”, las diferentes Administraciones Públicas titulares y con competencias en la gestión de estos ancestrales bienes públicos.

Sin ir más lejos, en un comunicado de prensa de 9-08-2021, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advertía que “… los científicos están observando cambios en el clima de la tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto…”. En relación con la dicotomía “sequía y trompas de agua”, entre otras puntualizaciones, declaraba que: “… El cambio climático está intensificando el ciclo hidrológico. Esto conlleva una mayor intensidad de las precipitaciones y las inundaciones asociadas, así como unas sequías más intensas en muchas regiones. El cambio climático está afectando a los patrones de precipitación…”

Ese mismo día, tras conocerse el informe del IPCC, el Secretario General de la ONU dijo que este era nada menos que “un código rojo para la humanidad. Las señales de alarma son ensordecedoras y las pruebas son irrefutables”. En relación con las precipitaciones, entre otras consideraciones apuntaba: “Las inundaciones del siglo serán las inundaciones del año”. Entre tales cambios, el informe destaca: “Intensificación del ciclo del agua. Esto significa lluvias más intensas, inundaciones y sequías más pertinaces”. “Cambio en los patrones de lluvias…”.

La Junta de Andalucía ya aprobó el Decreto 178/2021, de 15 de junio, por el que se regulan los indicadores de sequía hidrológica y las medidas excepcionales para la gestión de los recursos hídricos en las Demarcaciones Hidrográficas Intracomunitarias de Andalucía. El 29/08/2021, diferentes medios de comunicación alertaban de la “Amenaza de decreto de sequía para el campo por la falta de lluvias en la cuenca del Guadalquivir”. La escasez de agua coloca en una complicada situación a las explotaciones ganaderas y agrícolas. Un día después, diferentes medios de comunicación alertaban de que los embalses cordobeses se secan y están en su nivel más bajo de los últimos 13 años.